2008-04-24 17:29:28

Después de la caída de comunismo, la Iglesia del Cáucaso debe mantener íntegra su identidad. Es la exhortación de XVI a los obispos de esta región, recibidos en la Ciudad del Vaticano con motivo de la su visita ad Limina


Jueves, 24 abr (RV).- Después de la caída del comunismo, es menester ser testigos del Evangelio ante tantos desafíos sociales y culturales. Así lo ha subrayado el Papa en el discurso a los obispos del Cáucaso, invitando a los fieles de Armenia, Azerbaiyán y Georgia a defender la familia, ayudar a los necesitados y a comprometerse en un diálogo fraterno con los ortodoxos y con los seguidores de otras religiones.

El Pontífice ha subrayado que la región del Cáucaso “es una tierra rica de historia y de cultura, crisol de civilizaciones y encrucijada de caminos entre Oriente y Occidente” y ha recordado la reciente visita a aquellas tierras del cardenal Bertone. “Tras la caída de la Unión Soviética -ha destacado- las poblaciones caucásicas han conocido cambios sociales significativos en el camino del progreso, pero padecen todavía situaciones difíciles”. Muchos, ha dicho el Papa, son “los pobres, los parados y los refugiados que las guerras han alejado de sus casas dejándoles de hecho en grave situación precaria”.

Benedicto XVI ha exhortado a los prelados a ser “guías sabios y seguros del pueblo de Dios”, a sostener a las familias que “de él son las células vivas”. Hoy, ha añadido el Papa “a causa de la mentalidad inculcada en la sociedad y heredada del periodo comunista”, las familias se encuentran con grandes dificultades y están marcadas por aquellas heridas y por aquellos atentados a la vida humana que, por desgracia, se registran también en tantas otras partes del mundo.

Sin embrago, ha constatado el Santo Padre, “los acontecimientos dramáticos del pasado siglo no han apagado la llama del Evangelio que, en el curso de las generaciones, ha encontrado en el Cáucaso un terreno fértil”. Y ello, ha proseguido Benedicto XVI, “a pesar de los enfrentamientos violentos, tanto internos como procedentes del exterior, que han causado muchas víctimas, entre las cuales la Iglesia cuenta con muchos mártires de la fe”.

“Vuestra actividad pastoral, ha sido la exhortación del Papa a los prelados caucásicos, se desarrolla en un territorio donde “quedan todavía hoy muchos desafíos sociales y culturales y donde la comunidad católica constituye una pequeña grey, que vive su propia fe en contacto con otras confesiones cristianas y otras religiones”. En el Cáucaso, ha recordado el Papa, conviven “católicos de rito armenio, latino y caldeo con ortodoxos, armenio-apostólicos, judíos y musulmanes”. En este contexto multirreligioso el Santo Padre ha animado a los católicos ha intensificar la propia colaboración con las otras Iglesias y con los seguidores de otras religiones. Además el Papa ha deseado que del “dialogo establecido entre católicos y ortodoxos, crezca aquella fraternidad que debe caracterizar las relaciones entre Iglesias, respetuosas una de otra, a pesar de las diferencias todavía existentes”.

Una parte del discurso, el Pontífice lo ha dedicado a las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. En Armenia, Azerbaiyán y Georgia las futuras generaciones deben “contar con un clero que sea santo, que viva con alegría la propia vocación y que se dedique con generosidad al cuidado de todos los fieles”. También, el Papa ha alabado la actividad caritativa de la Iglesia en el Cáucaso, en favor de los pobres y las personas con dificultades, y ha animado a los fieles “a testimoniar con la vida el amor de Cristo, sin segundos fines”. Y finalmente, ha invitado a los obispos a incidir en la formación de las conciencias de los fieles, “según la ética evangélica, con una atención privilegiada por los jóvenes.







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