2008-04-17 19:17:53

El Papa celebra el 60 aniversario de la declaración universal de los Derechos Humanos en la sede de la ONU


Jueves, 17 abr (RV).- En el programa de hoy queremos poner de relieve el 60 aniversario de la declaración universal por parte de Naciones Unidas de los Derechos Humanos. Precisamente mañana el Santo Padre Benedicto XVI visitará esta sede de la ONU en Nueva York, y durante su discurso rebatirá la necesidad de preservar ese derecho inviolable a la dignidad humana.

El tema para el 2008, “Dignidad y justicia para todos nosotros,” refuerza la visión de la Declaración Universal de Derechos Humanos como compromiso con la dignidad y la justicia a escala universal. No se trata de un lujo ni una lista de deseos. La Declaración Universal de Derechos Humanos y sus valores básicos, la dignidad humana inherente, la no discriminación, la igualdad, la equidad y la universalidad se aplican a todos, en todos los lugares y en todo momento. La Declaración es universal, duradera y dinámica, y nos atañe a todos.

Desde su aprobación en 1948, la Declaración ha sido y sigue siendo una fuente de inspiración de los esfuerzos nacionales e internacionales para promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Un elemento esencial de la protección de los derechos humanos es la difusión amplia de los conocimientos y el fomento de la comprensión entre las poblaciones de cuáles son sus derechos y cómo pueden defenderlos. En la actualidad, la Declaración está disponible en más de 360 idiomas y es el documento que más se ha traducido en el mundo, lo que da testimonio de su carácter y su alcance universales.

Sesenta años después, rendimos homenaje a la visión extraordinaria de los redactores originales de la Declaración y a los numerosos defensores de los derechos humanos en todo el mundo que han luchado para hacer realidad su visión, porque la Declaración pertenece a todos y cada uno de nosotros: corresponde ahora leerla, estudiarla, promoverla y reivindicarla como nuestra.

Los derechos humanos no son únicamente valores universales que trascienden las culturas y las tradiciones, sino que son valores de una quintaesencia local y compromisos contraídos a escala nacional en órganos internacionales y constituciones y leyes nacionales.

La Declaración representa un contrato entre los gobiernos y sus pueblos, quienes tienen derecho a exigir que ese contrato se respete. No todos los gobiernos han pasado a ser partes en todos los tratados de derechos humanos. Sin embargo, todos los países han aceptado la Declaración Universal de Derechos Humanos. La Declaración sigue afirmando la integridad y el valor humanos inherentes a todas las personas del mundo, sin distinción de ningún tipo.

La Declaración Universal de Derechos Humanos nos protege a todos, y también consagra una gama de derechos humanos. Los redactores de la Declaración Universal vieron un futuro de seres humanos libres del temor y de la miseria. Colocaron todos los derechos humanos en un pie de igualdad y confirmaron que los derechos humanos son esenciales todos para vivir una vida con dignidad.

La visión de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos ha inspirado a muchos defensores de los derechos humanos que han luchado en los últimos seis decenios para convertir esa visión en realidad. El impresionante edificio de derechos humanos internacionales que hizo posible la Declaración Universal de Derechos Humanos debe ser motivo de celebración. Pero aún no beneficia a toda la humanidad de igual manera.

La lucha dista mucho de haber concluido. Tenemos que reclamar la Declaración Universal de Derechos Humanos, apropiárnosla, pues tiene que ver tanto con nuestros derechos como con nuestras responsabilidades. Si bien es cierto que tenemos derecho a nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos humanos de los demás y contribuir a lograr que los derechos humanos universales para todos lleguen a ser una realidad. En nuestros esfuerzos reside el poder de la Declaración Universal de Derechos Humanos: se trata de un documento vivo que seguirá inspirando a generaciones futuras.







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