Benedicto XVI exhorta a no excluir nunca a los abuelos del ámbito familiar, porque
“son un tesoro que no podemos quitar a las nuevas generaciones sobre todo cuando dan
testimonio de fe”
Sábado, 5 abr (RV).- Hay que valorizar la presencia de los abuelos en las familias.
Esta ha sido la invitación que Benedicto XVI ha hecho esta mañana al recibir en audiencia
a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia,
cuyo tema abordado ha sido: “Los abuelos: su testimonio y presencia en la familia”.
En su saludo Benedicto XVI manifestó su satisfacción por este encuentro y su agradecimiento
por el hecho de que hayan acogido su propuesta de Valencia, cuando afirmó textualmente:
“Jamás, por ninguna razón, los abuelos sean excluidos del ámbito familiar. Ellos son
un tesoro que no podemos quitar a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio
de fe”.
A continuación, el Pontífice saludó de modo particular al cardenal
Ricardo Vidal, arzobispo de Cebu, miembro del Comité de presidencia, quien se hizo
intérprete de los sentimientos de todos los presentes, y aprovechó la oportunidad
para dirigir un pensamiento afectuoso al querido cardenal Alfonso López Trujillo,
quien desde hace 18 años guía este dicasterio con pasión y competencia. El Papa agregó
que siente su falta debido a que se encuentra enfermo, por lo que formuló votos por
su pronta recuperación con la certidumbre de su oración.
Reanudando el tema
que han afrontado y que es familiar a todos, el Papa se preguntó quién no recuerda
a sus abuelos. Quién puede olvidar su presencia y su testimonio en el hogar doméstico?
Y exclamó: ¡Cuántos de entre nosotros llevan el nombre en signo de continuidad y de
reconocimiento! Porque como dijo el Papa, es una costumbre en las familias, después
de su fallecimiento, recordar el aniversario con la celebración de la Misa en su
sufragio y, si es posible, con una visita al cementerio. Éstos, y otros gestos de
amor y de fe –añadió el Pontífice- son la manifestación de nuestra gratitud con respecto
a ellos. Ellos por nosotros se han donado, se han sacrificado y, en ciertos casos,
incluso se han inmolado.
Por esta razón el Papa no dudó en afirmar que la Iglesia
siempre ha tenido con respecto a los abuelos una atención particular, reconociendo
en ellos una gran riqueza bajo el perfil humano y social, así como religioso y espiritual.
Y añadió que sus venerados predecesores Pablo VI y Juan Pablo II intervinieron en
diversas ocasiones para subrayar la consideración que la comunidad eclesial tiene
por los ancianos, por su entrega y su espiritualidad.
Y añadió en particular
que Juan Pablo II durante el Jubileo del Año 2000, convocó, en el mes de septiembre
en la plaza de San Pedro al mundo de la “tercera edad”, en cuya circunstancia, el
Siervo de Dios, del que acabamos de celebrar el tercer año de su fallecimiento, dijo:
“A pesar de las limitaciones que llegan con la edad, conservo el gusto de la vida.
Doy gracias al Señor por ello. Es hermoso poder gastarse hasta el final por la causa
del Reino de Dios”. Son palabras –recordó Benedicto XVI- contenidas en el mensaje
que casi un año antes, en octubre de 1999, él había dirigido a los ancianos y que
conserva intacta su actualidad humana, social y cultural.
Volviendo a los trabajos
de la Asamblea Plenaria que ha afrontado el tema de la presencia de los abuelos en
la familia, en la Iglesia y en la sociedad, con una mirada capaz de comprender el
pasado, el presente y el futuro; el Papa analizó brevemente estos tres momentos. Benedicto
XVI destacó que la evolución económica y social ha aportado profundas trasformaciones
en la vida de la familia. De ahí que los ancianos, entre los cuales muchos abuelos,
se han encontrado en una especie de “zona de aparcamiento”. Y dijo que incluso algunos
se dan cuenta de ser un peso en la familia y prefieren vivir solos o en casas para
ancianos, con todas las consecuencias que estas elecciones comportan.
Porque
como dijo el Papa, lamentablemente parece avanzar la “cultura de la muerte”, que asecha
también la estación de la tercera edad, dado que con creciente insistencia se llega
incluso a proponer la eutanasia como solución para resolver ciertas situaciones difíciles.
El Obispo de Roma dijo que la vejez, con sus problemas ligados a los nuevos contextos
familiares y sociales a causa del desarrollo moderno debe ser evaluada con atención
y siempre a la luz de la verdad sobre el hombre, sobre la familia y sobre la comunidad.
Por lo que es necesario reaccionar siempre con fuerza a lo que deshumaniza la sociedad.
Por último, el Papa dirigió su mirada hacia el VI Encuentro Mundial de las
Familias, que se celebrará en México en enero del 2009. Y saludó y agradeció al cardenal
Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México, también presente en esta asamblea, por
todo lo que ha realizado en estos meses de preparación junto a sus colaboradores.
Y antes de impartir su bendición apostólica, invitó a las comunidades eclesiales,
especialmente a los grupos familiares, a los movimientos y a las asociaciones de
familias, a preparase espiritualmente a este acontecimiento de gracia.