“Frente al mal, está el bien; frente a la muerte, la vida”
Jueves, 27 mar (RV).- “Frente al mal, está el bien; frente a la muerte, la vida” (Sir
33,14). Con este mensaje, la Conferencia Episcopal española promueve, en coincidenciacon la solemnidad de la Encarnación del Señor, que este año se celebra el 31 de
marzo, la VII Jornada por la Vida. Con esta celebración, los obispos españoles invitan
a la oración y a proclamar el valor sagrado de toda vida humana desde su comienzo
en la fecundación hasta su fin natural, e instan a que de esta oración brote un compromiso
decidido para vencer al mal a fuerza de bien, a la “cultura de la muerte” promoviendo
una cultura que acoja y promueva la vida.
En el programa explicativo de esta
jornada, se recuerda que el misterio de la Encarnación del Señor nos invita a considerar
la grandeza y dignidad de la vida humana. Como nosotros, el Hijo de Dios comenzó su
vida humana en el seno de su Madre. Por eso, este misterio nos recuerda que desde
el momento de la concepción, la vida humana tiene un valor sagrado que todos debemos
reconocer, respetar y promover: “la vida del hombre es don de Dios, que todos están
llamados a custodiar siempre”.
El presidente de Comisión Episcopal de Apostolado
Seglar, Mons. Julián Barrio Barrio; el presidente de la Subcomisión para la Familia
y Defensa de la Vida, Mons. Juan Antonio Reig Pla; Mons. Francisco Gil Hellín; Mons.
Vicente Juan Segura; y Mons. Manuel Sánchez Monge, firman el documento de esta Jornada
por la Vida, “porque –se lee en la nota- los obispos sentimos el deber de promover
en la Iglesia y en la sociedad el valor de la vida humana, alentando todas las iniciativas
que promueven la familia y la vida como, por ejemplo, la moratoria internacional sobre
el aborto”.
Los obispos recuerdan las recientes noticias llegadas desde España
donde salieron a la luz clínicas abortivas clandestinas, “esta realidad, que los obispos
venimos denunciando desde hace años –prosiguen- ha suscitado de nuevo el debate sobre
el aborto en nuestra sociedad. Como ya dijimos, aun considerando como un gran avance
el cese de la práctica ilegal del aborto, la acción genuinamente moral y humana sería
la abolición de la «ley del aborto», que es una ley injusta”, escriben los prelados,
recordando después a Juan Pablo II, cuando en 1982, en su visita a Madrid señaló:
“Quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana
ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden
moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento
de la sociedad”.
En este sentido, invitan a los fieles a que “eleven su oración
al Señor para que ilumine la conciencia de nuestros conciudadanos, especialmente la
de los políticos. Que el Dios de la vida les ayude a comprender y remediar el enorme
drama humano que el aborto supone para el niño en el seno de su madre, para la propia
madre, y para la sociedad entera. La ley del aborto debe ser abolida, al tiempo que
hay que apoyar eficazmente a la mujer, especialmente con motivo de su maternidad,
creando una nueva cultura donde las familias acojan y promuevan la vida. Una alternativa
importante es la adopción. Miles de esposos tienen que acudir a largos y gravosos
procesos de adopción mientras en España más de cien mil niños murieron por el aborto
durante el año 2006”.
Asimismo los obispos españoles se dirigen a los católicos
para recordarles sus obligaciones morales y de conciencia. “Ningún católico, ni en
el ámbito privado ni público, -escriben- puede admitir en ningún caso prácticas como
el aborto, la eutanasia o la producción, congelación y manipulación de embriones humanos,
La vida humana es un valor sagrado, que todos debemos respetar y que las leyes deben
proteger”.
Y es que la vida es una realidad maravillosa que no deja de sorprendernos.
Cuantos más datos nos proporciona la ciencia, mejor podemos comprender que la vida
del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es un misterio que desborda el ámbito
de lo puramente bioquímico.