2008-03-03 16:14:39

En su mensaje a los salesianos, el Papa recomienda «conducir una vida sencilla, pobre, sobria, esencial y austera», para fortalecer su respuesta vocacional y estar más cerca de los necesitados y marginados


Lunes, 3 mar (RV).- «Volver a la identidad carismática y a la pasión apostólica de Don Bosco». Es la exhortación de Benedicto XVI, en su denso mensaje a los salesianos que, a partir de hoy y hasta el próximo 12 de abril, celebran su 26 capítulo general. Momento de gracia para esta congregación presente en todos los continentes, escribe el Papa, recordando que «el carisma de Don Bosco es un don del Espíritu para todo el Pueblo de Dios, pero sólo en la escucha dócil y en la disponibilidad de la acción divina es posible interpretarlo y lograr que, también en nuestro tiempo, sea actual y fecundo».

La primacía de Dios debe resplandecer en el testimonio de todos los consagrados y también en los hijos de Don Bosco, reitera el Papa y recuerda que no debe sorprender que - como discípulos de Cristo - las personas consagradas sean a menudo ‘signo de contradicción’, en contraste con la lógica del mundo y con un estilo de vida alternativo a la cultura del tiempo. Para ello, «es necesario vigilar sobre posibles influjos del secularismo», «superando un modelo ‘liberal de Vida consagrada’ y conduciendo una existencia centrada plenamente en la primacía del amor de Dios y del prójimo».

Insistiendo en que es de «vital importancia» que todo salesiano se inspire constantemente en Don Bosco, Benedicto XVI hace hincapié en el lema de este capítulo general: «Da mihi animas, cetera tolle». Lema que sintetiza su mística y ascética y que encierra la personalidad del gran Santo: «profunda espiritualidad, osadía creativa, dinamismo apostólico, laboriosidad infatigable, audacia pastoral y, sobre todo su consagración sin reservas a Dios y a los jóvenes».

En un tiempo de fragmentación y de fragilidad, como el nuestro, el Papa señala la necesidad «de superar la dispersión del activismo y de cultivar la unidad de la vida espiritual, por medio de la adquisición de una profunda mística y una sólida ascética. Ello alimenta el compromiso apostólico y es garantía de eficacia pastoral. En ello debe consistir el camino de santidad de todo salesiano, sobre ello se debe concentrar la formación de las nuevas vocaciones a la vida consagrada salesiana».

Señalando en este contexto la importancia de la lectio divina y de la Eucaristía, Benedicto XVI afirma que «conducir una vida sencilla, pobre, sobria, esencial y austera, ayudará a los salesianos a fortalecer su respuesta vocacional - ante los riesgos y amenazas de la mediocridad y del aburguesamiento - y los llevará a estar más cerca de los necesitados y marginados».

La Iglesia universal y las Iglesias particulares esperan de los salesianos una presencia caracterizada por un gran impulso pastoral y un audaz celo evangelizador, para comunicar a todos y en particular a los jóvenes más pobres la riqueza de los dones del Evangelio, afirma también el Papa, aconsejando la profundización de algunos documentos del magisterio, como las Exhortaciones apostólicas posinodales sobre la evangelización en los distintos continentes y la reciente Nota doctrinal sobre algunos aspectos de la evangelización.

Una vez más, Benedicto XVI recuerda que la Evangelización debe ser la principal y prioritaria frontera de la misión de los salesianos hoy. Evangelización que presenta compromisos múltiples, desafíos urgentes, amplios campos de acción y cuya tarea fundamental es la de proponer a todos vivir la existencia humana como la vivió Jesús. Con este anhelo, Benedicto XVI aconseja que «en las situaciones ‘plurirreligiosas’ y en aquellas secularizadas hay que encontrar caminos inéditos para hacer conocer, en particular a los jóvenes, la figura de Jesús, con el fin de que perciban su perenne fascinación».

Entre las importantes tareas de los salesianos, Benedicto XVI recuerda la educativa, «con atención a las nuevas pobrezas juveniles, a la educación superior, a la inmigración y a la familia». Con este mensaje, el Papa entrega idealmente también a los hijos de Don Bosco de todo el mundo la Carta sobre la emergencia educativa, que entregó recientemente a la diócesis de Roma. En el ámbito de la educación, el Santo Padre expresa además su profundo aprecio por el trabajo que se cumple en la Pontificia Universidad Salesiana.

En su mensaje a esta congregación, «comprometida en la evangelización en varias partes del mundo: desde Patagonia y América Latina, Asia y Oceanía, África y Madagascar», el Papa recuerda que en el momento actual, en el que «en Europa disminuyen las vocaciones y aumentan los desafíos para la evangelización, los salesianos deben fortalecer la propuesta cristiana, la presencia de la Iglesia y el carisma de Don Bosco en este continente».

Con el anhelo de que los salesianos, que en 2015 celebrarán el bicentenario de su fundación, sean ‘signos creíbles del amor de Dios a los jóvenes’, el Santo Padre termina su mensaje encomendando a toda la congregación salesiana a la Virgen María, que Don Bosco les enseñó a invocar como Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos.







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