2008-02-29 15:37:07

En su cordial bienvenida a la nueva embajadora de Estados Unidos, Benedicto XVI señala que el progreso de la familia humana está amenazado no sólo por la plaga del terrorismo internacional


Viernes, 29 feb (RV).- Mientras se aproxima su viaje Pastoral a Estados Unidos - que será del 15 al 20 del próximo mes de abril y en el que visitará también la sede de la ONU en Nueva York- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a la nueva embajadora estadounidense, Mary Ann Glendon, para el acto de presentación de sus Cartas Credenciales.

En su discurso de bienvenida, tras recordar que, desde sus comienzos, la República de Estados Unidos ha valorado «el papel de las creencias religiosas en favor de un orden democrático vibrante y ético, aunando a todas las personas de buena voluntad, sin distinción de raza, nacionalidad o credo», el Santo Padre ha destacado «la urgente prioridad, de impulsar la reconciliación en la unidad y diversidad de toda la familia humana, cada vez más conciente de su interdependencia y de la necesidad de solidaridad efectiva, ante los desafíos globales y en la construcción de un futuro de paz para las generaciones venideras».

Evocando la triste experiencia del siglo pasado, con su elevado coste de guerras y violencia, que culminó con el plan de exterminio de pueblos enteros, Benedicto XVI ha reiterado que «está claro que el futuro de la humanidad no depende del mero compromiso político». Sino que, «aún más, debe ser fruto de un profundo consenso, basado en el reconocimiento de las verdades universales, fundadas en la razonable reflexión de nuestra humanidad común».

Benedicto XVI ha citado, en este contexto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo sesenta aniversario se cumple este año, y que «surgió de la conciencia mundial de que un orden global justo se puede basar sólo en el reconocimiento y defensa de la dignidad y de los derechos inviolables de cada hombre y mujer». Reconocimiento que «debe motivar toda decisión que afecta al futuro de la familia humana y a todos sus miembros», ha insistido el Papa, añadiendo que confía en que Estados Unidos - país que se funda «en la verdad evidente de que el Creador ha dotado a todo ser humano de derechos inalienables - pueda seguir encontrando en los principios de la ley moral común, contemplados en sus documentos fundacionales, una guía segura para ejercer su liderazgo en la comunidad internacional».

«La construcción de una cultura jurídica global, inspirada en los ideales de justicia, solidaridad y paz nos convoca a un compromiso firme, de esperanza y generosidad», ha recordado Benedicto XVI manifestando su aprecio ante los esfuerzos estadounidenses con el fin de «aliviar los graves problemas que afrontan numerosas naciones y pueblos en el mundo».

Una vez más, el Papa ha recordado que para la construcción de un futuro seguro para toda la familia humana es «necesario trabajar por el desarrollo integral de los pueblos», que conlleva «el acceso a los cuidados sanitarios, la eliminación de las pandemias como el SIDA, las oportunidades educativas para los jóvenes, la promoción de las mujeres y la lucha contra la corrupción y la militarización, que derrochan recursos preciosos para nuestros hermanos y hermanas en los países pobres».

«El progreso de la familia humana está amenazado no sólo por la plaga del terrorismo internacional, sino también por amenazas contra la paz como el incremento de la carrera armamentista y el proseguimiento de las tensiones en Oriente Medio», ha afirmado con firmeza el Santo Padre, destacando que quería aprovechar esta oportunidad para expresar su esperanza en que «negociaciones pacientes y transparentes puedan llevar a la reducción y eliminación de las armas nucleares y que la reciente conferencia de Annapolis pueda ser el primero de una serie de pasos en favor de una paz duradera en la región».

La resolución de éste y de otros problemas similares nos apremia a un compromiso en ámbito internacional, incluyendo a las Naciones Unidas, con el fin de impulsar el diálogo y el entendimiento, de reconciliar las divergencias y de desarrollar políticas y estrategias capaces de satisfacer los múltiples desafíos de nuestro complejo mundo, que cambia tan rápidamente, ha señalado el Papa, antes de concluir este denso discurso, en el que no ha querido dejar de manifestar su gratitud «por la importancia que Estados Unidos atribuye al diálogo interreligioso e intercultural, como fuerza positiva para construir la paz».

Y es que «la Santa Sede está convencida de la gran potencialidad espiritual de este diálogo, en particular en la promoción de la no violencia y del rechazo de ideologías que manipulan y desfiguran la religión, con fines políticos, y que justifican la violencia en nombre de Dios». Benedicto XVI ha alentado asimismo a los estadounidenses a recordar su histórico reconocimiento y aprecio del «papel de la religión en la vida pública», que ilumina la sociedad, y «a asegurar la protección legal a la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, la salvaguarda de la institución del matrimonio, como unión estable entre un hombre y una mujer, y la de la familia».

Recordamos que la nueva embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, la señora Mary Ann Glendon - como ha señalado también Benedicto XVI - conoce de cerca la actividad de la Santa Sede, pues ha sido, hasta hace poco y desde 2004, Presidenta de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Y, entre otros cargos, encabezó la Delegación de la misma Santa Sede en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995.







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