En su cordial bienvenida a la nueva embajadora de Estados Unidos, Benedicto XVI señala
que el progreso de la familia humana está amenazado no sólo por la plaga del terrorismo
internacional
Viernes, 29 feb (RV).- Mientras se aproxima su viaje Pastoral a Estados Unidos - que
será del 15 al 20 del próximo mes de abril y en el que visitará también la sede de
la ONU en Nueva York- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a la nueva embajadora
estadounidense, Mary Ann Glendon, para el acto de presentación de sus Cartas Credenciales.
En
su discurso de bienvenida, tras recordar que, desde sus comienzos, la República de
Estados Unidos ha valorado «el papel de las creencias religiosas en favor de un orden
democrático vibrante y ético, aunando a todas las personas de buena voluntad, sin
distinción de raza, nacionalidad o credo», el Santo Padre ha destacado «la urgente
prioridad, de impulsar la reconciliación en la unidad y diversidad de toda la familia
humana, cada vez más conciente de su interdependencia y de la necesidad de solidaridad
efectiva, ante los desafíos globales y en la construcción de un futuro de paz para
las generaciones venideras».
Evocando la triste experiencia del siglo pasado,
con su elevado coste de guerras y violencia, que culminó con el plan de exterminio
de pueblos enteros, Benedicto XVI ha reiterado que «está claro que el futuro de la
humanidad no depende del mero compromiso político». Sino que, «aún más, debe ser fruto
de un profundo consenso, basado en el reconocimiento de las verdades universales,
fundadas en la razonable reflexión de nuestra humanidad común».
Benedicto XVI
ha citado, en este contexto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo
sesenta aniversario se cumple este año, y que «surgió de la conciencia mundial de
que un orden global justo se puede basar sólo en el reconocimiento y defensa de la
dignidad y de los derechos inviolables de cada hombre y mujer». Reconocimiento que
«debe motivar toda decisión que afecta al futuro de la familia humana y a todos sus
miembros», ha insistido el Papa, añadiendo que confía en que Estados Unidos - país
que se funda «en la verdad evidente de que el Creador ha dotado a todo ser humano
de derechos inalienables - pueda seguir encontrando en los principios de la ley moral
común, contemplados en sus documentos fundacionales, una guía segura para ejercer
su liderazgo en la comunidad internacional».
«La construcción de una cultura
jurídica global, inspirada en los ideales de justicia, solidaridad y paz nos convoca
a un compromiso firme, de esperanza y generosidad», ha recordado Benedicto XVI manifestando
su aprecio ante los esfuerzos estadounidenses con el fin de «aliviar los graves problemas
que afrontan numerosas naciones y pueblos en el mundo».
Una vez más, el Papa
ha recordado que para la construcción de un futuro seguro para toda la familia humana
es «necesario trabajar por el desarrollo integral de los pueblos», que conlleva «el
acceso a los cuidados sanitarios, la eliminación de las pandemias como el SIDA, las
oportunidades educativas para los jóvenes, la promoción de las mujeres y la lucha
contra la corrupción y la militarización, que derrochan recursos preciosos para nuestros
hermanos y hermanas en los países pobres».
«El progreso de la familia humana
está amenazado no sólo por la plaga del terrorismo internacional, sino también por
amenazas contra la paz como el incremento de la carrera armamentista y el proseguimiento
de las tensiones en Oriente Medio», ha afirmado con firmeza el Santo Padre, destacando
que quería aprovechar esta oportunidad para expresar su esperanza en que «negociaciones
pacientes y transparentes puedan llevar a la reducción y eliminación de las armas
nucleares y que la reciente conferencia de Annapolis pueda ser el primero de una serie
de pasos en favor de una paz duradera en la región».
La resolución de éste
y de otros problemas similares nos apremia a un compromiso en ámbito internacional,
incluyendo a las Naciones Unidas, con el fin de impulsar el diálogo y el entendimiento,
de reconciliar las divergencias y de desarrollar políticas y estrategias capaces de
satisfacer los múltiples desafíos de nuestro complejo mundo, que cambia tan rápidamente,
ha señalado el Papa, antes de concluir este denso discurso, en el que no ha querido
dejar de manifestar su gratitud «por la importancia que Estados Unidos atribuye al
diálogo interreligioso e intercultural, como fuerza positiva para construir la paz».
Y
es que «la Santa Sede está convencida de la gran potencialidad espiritual de este
diálogo, en particular en la promoción de la no violencia y del rechazo de ideologías
que manipulan y desfiguran la religión, con fines políticos, y que justifican la violencia
en nombre de Dios». Benedicto XVI ha alentado asimismo a los estadounidenses a recordar
su histórico reconocimiento y aprecio del «papel de la religión en la vida pública»,
que ilumina la sociedad, y «a asegurar la protección legal a la vida humana, desde
la concepción hasta la muerte natural, la salvaguarda de la institución del matrimonio,
como unión estable entre un hombre y una mujer, y la de la familia».
Recordamos
que la nueva embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, la señora Mary Ann Glendon
- como ha señalado también Benedicto XVI - conoce de cerca la actividad de la Santa
Sede, pues ha sido, hasta hace poco y desde 2004, Presidenta de la Pontificia Academia
de Ciencias Sociales. Y, entre otros cargos, encabezó la Delegación de la misma Santa
Sede en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995.