En su audiencia al Consejo Pontificio Cor Unum el Papa exhorta a quienes desarrollan
la actividad caritativa de la Iglesia a no contentarse porque la ayuda que se ofrece
debe ser una expresión tangible del amor evangélico
Viernes, 29 feb (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en la Sala Clementina
del Vaticano a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo Cor
Unum, que estos días están reflexionando sobre: “Las cualidades humanas y espirituales
de quien trabaja en la actividad caritativa de la Iglesia”. “Se trata - les ha dicho
el Papa - de aquellos que desarrollan en el Pueblo de Dios un servicio indispensable,
la diaconía de la caridad. Precisamente al tema de la caridad, les ha dicho,
he querido dedicar mi primera Encíclica Deus caritas est.
El Santo Padre ha
aprovechado la ocasión para manifestar su reconocimiento a todos aquellos que trabajan
en el sector caritativo, que con su intervención hacen presente a la Iglesia de manera
concreta. “De esta acción eclesial los Pastores, ha subrayado el Papa, tienen la responsabilidad
global y última, en lo concerniente tanto a la sensibilización como a la realización
de proyectos de promoción humana en favor de las Comunidades más necesitadas. “La
actividad caritativa ocupa de este modo un lugar central en la misión evangelizadora
de la Iglesia. Por ello, los Pastores y los responsables de la pastoral de la caridad
dedican una atención constante a quienes trabajan en el ámbito de la ‘diakonía’, preocupándose
de formarles desde el punto de vista tanto humano y profesional, como teológico-espiritual
y pastoral”.
Hablando de la formación continua de la sociedad así como en la
Iglesia, el Papa ha hecho hincapié en que es indispensable, para quienes trabajan
en los organismos caritativos eclesiales, la “formación del corazón”. “Formación íntima
y espiritual que, del encuentro con Cristo, hace brotar aquella sensibilidad de ánimo
que permite conocer hasta el fondo y satisfacer las esperanzas y las necesidades del
hombre”.
También el Papa ha puesto en guardia a aquellos que desarrollan la
actividad caritativa de la Iglesia a no contentarse sólo con las prestaciones técnicas
o con resolver problemas y dificultades materiales. “La ayuda que se ofrece no debe
jamás reducirse a un gesto filantrópico, debe ser una expresión tangible del amor
evangélico. Además, quien presta su trabajo en favor del hombre en organismos parroquiales,
diocesanos e internacionales lo realiza en nombre de la Iglesia y está llamado a dejar
traslucir en su actividad una auténtica experiencia de Iglesia”.
Benedicto
XVI ha indicado a los participantes en la Plenaria del Pontificio Consejo Cor Unum
que, “siguiendo las huellas de Cristo”, los que trabajan en actividades caritativas,
están llamados a ser testigos del valor de la vida, en todas sus expresiones, defendiendo
especialmente la vida de los débiles y de los enfermos, siguiendo el ejemplo de la
Beata Madre Teresa de Calcuta, que amaba y cuidaba a los moribundos, porque la vida
no se mide a partir de su eficiencia, tiene valor siempre y para todos.
En
segundo lugar, les ha pedido, que sean testigos del amor y finalmente, siempre a los
que trabajan en el ámbito de la actividad eclesial, les ha reiterado que deben ser
testigos de Dios, que es plenitud de amor e invita a amar. “¡Cuanta plenitud de significado
podéis por lo tanto acoger en vuestra actividad! ¡Y cuán preciosa es para la Iglesia!”.
El Papa ha finalizado su discurso alegrándose por la iniciativa de este Dicasterio
de la Caridad que ha promovido para el próximo mes de junio un curso de ejercicios
Espirituales en Guadalajara para Presidentes y Directores de organismos caritativos
del Continente americano.
También esta mañana el Santo Padre ha recibido en
audiencias sucesivas al Señor Juan Gavarrete Soberón, Embajador de Guatemala, con
su esposa, en visita de despedida; al Cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto de la
Congregación para los Obispos; a Mons. Félix Anthony Machado, arzobispo-Obispo electo
de Nashik (India) y al Cardenal William Joseph Levada, Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe.