2008-02-14 13:24:41

Por mandato del Santo Padre, y como es tradicional en Cuaresma, la Congregación para las Iglesias Orientales recuerda a los católicos del mundo las urgentes necesidades de nuestros hermanos en Tierra Santa


Jueves, 14 feb (RV).- Como es tradicional en el periodo de Cuaresma, la Congregación para las Iglesias Orientales recuerda a la Comunidad católica universal las urgentes necesidades de la Iglesia que vive en Tierra Santa, sensibilizando a todos los católicos del mundo con relación a nuestros hermanos de la Tierra de la Redención.

El Card. Leonardo Sandri y el Arzobispo Antonio María Veglió, que son respectivamente el Prefecto y el Secretario del dicasterio para las Iglesias Orientales, han enviado una carta circular a la Jerarquía católica junto con el Tríptico de la paz de Benedicto XVI y una relación, preparada por esta Congregación y la Custodia Franciscana, para informar sobre las obras realizadas el año pasado.

La misiva empieza recordando la visita que el Santo Padre realizó a este Dicasterio, en el 90º aniversario de su fundación, en la que Benedicto XVI hizo «una llamada paternal a la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio». Era el 9 de junio de 2007, y en esa circunstancia el Santo Padre nombraba también al Card. Sandri, nuevo Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Tras recordar que ese mismo mes de junio «habrían seguido otros dos pronunciamientos pontificios, llenos de inquietud por la incierta situación de dicha área geográfica, y de benevolencia hacia todos sus habitantes», en esta carta –en la que se dirige por primera vez «a los hermanos Obispos de todo el mundo y a sus respectivas Iglesias»– el Card. Sandri pide, precisamente en nombre del Santo Padre, que «continúen sosteniendo espiritual y materialmente a la Comunidad católica en Tierra Santa».

Reiterando que aquellas palabras de Benedicto XVI son «el más convincente y autorizado llamamiento a la solidaridad», al comenzar su servicio a las Iglesias Orientales, el Card. Sandri ha advertido «esta especial responsabilidad y, junto con los Colaboradores del Dicasterio y a un grupo de Embajadores y Amigos», ha querido «encender delante del Icono de la Santa Madre de Dios, una simple lámpara, como invitación a la constante y tenaz oración por la paz».

«Es la ausencia de una paz estable la que agudiza antiguos problemas en los Santos Lugares y crea otros nuevos, además de agravar la pobreza. Los cristianos que viven allí merecen, por tanto, la atención prioritaria de la Iglesia católica y de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, las cuales tienen siempre necesidad del “carisma vivo de los orígenes” y de la singular vocación ecuménica e interreligiosa de las que aquéllos son portadores», se lee en esta misma carta, que destaca la importancia de la Colecta del Viernes Santo.

Colecta que ha sido colocada por los Sumos Pontífices en un día tan significativo –el Viernes Santo– «para dar testimonio de la común pertenencia a la Tierra que en el fluir de la historia permanece como la “silenciosa testigo de la vida terrena del Salvador”, según la feliz expresión del Papa Benedicto XVI».

Con el anhelo de que dicha Colecta «reciba una constante acogida por parte de todas las Iglesias locales, para que pueda crecer el movimiento de caridad que, por mandato del Papa», la Congregación para las Iglesias Orientales «coordina con el fin de garantizar a Tierra Santa, de manera ordenada y proporcionada, la ayuda que requieren la ordinaria vida eclesial y otras particulares necesidades».







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