Febrero: Intención general de Benedicto XVI para el Apostolado de la Oración
Lunes, 4 feb (RV).- «Para que los minusválidos síquicos no sean marginados sino respetados
y ayudados con amor a vivir dignamente su condición física y social». Es la Intención
General que presenta Benedicto XVI para este mes de febrero.
Y, para reflexionar
sobre esta invitación del Papa, el Apostolado de la oración propone el Mensaje de
Benedicto XVI para la Jornada Mundial del Enfermo 2006, que se celebró en Adelaida,
Australia, y que estuvo dedicada precisamente a los minusválidos síquicos.
«La
Iglesia quiere inclinarse con particular solicitud sobre los que sufren, llamando
la atención de la opinión pública hacia los problemas relacionados con la discapacidad
mental, que afecta ya a una quinta parte de la humanidad y constituye una auténtica
emergencia socio-sanitaria».
Recordando la atención que su venerado predecesor
Juan Pablo II prestaba a esta celebración anual, también Benedicto XVI, se unió espiritualmente
a la Jornada mundial del enfermo y en esta ocasión «para reflexionar, en sintonía
con los participantes, sobre la situación de los enfermos mentales en el mundo, y
para solicitar el esfuerzo de las comunidades eclesiales por testimoniarles la tierna
misericordia del Señor».
Lamentando que en muchos países no existe aún una
legislación en esta materia, y en otros falta una política definida para la salud
mental, el Papa constata en este mensaje que «la persistencia de conflictos armados
en varias regiones de la tierra, la sucesión de enormes catástrofes naturales y la
difusión del terrorismo, además de causar un número impresionante de muertos, han
originado en muchos supervivientes traumas psíquicos, a veces difícilmente recuperables».
Por otra parte, los expertos reconocen que, en los países de elevado desarrollo
económico, «la crisis de valores morales influye negativamente, originando nuevas
formas de malestar mental». Aumenta el sentido de soledad, que mina e incluso destruye
las tradicionales formas de cohesión social, comenzando por la institución de la familia,
y marginando a los enfermos, de modo especial a los mentales, considerados a menudo
como un peso para la familia y para la comunidad.
Rindiendo homenaje a los
que, de diversos modos y en distintos niveles, se esfuerzan para que no decaiga el
espíritu de solidaridad y exhortando a que, por el contrario, se persevere en cuidar
de estos hermanos y hermanas nuestros - inspirándose en ideales y principios humanos
y evangélicos – Benedicto XVI apoya los esfuerzos de quienes trabajan para que a todos
los enfermos mentales se les presten los cuidados necesarios. Por desgracia, en muchas
partes del mundo, los servicios para estos enfermos o no existen, o resultan insuficientes,
o se están desmantelando. El contexto social no siempre acepta a los enfermos mentales
con sus limitaciones, y también por esto existen dificultades para encontrar los recursos
humanos y económicos que hacen falta.
Es necesario integrar mejor el binomio
terapia adecuada y sensibilidad nueva ante las discapacidades, a fin de que los agentes
del sector puedan salir con más eficacia al encuentro de esos enfermos y de sus familias,
las cuales solas no serían capaces de atender adecuadamente a sus miembros enfermos.
La próxima Jornada mundial del enfermo es una circunstancia oportuna para manifestar
solidaridad a las familias que tienen a su cargo discapacitados mentales.
El
Papa hace hincapié en la dignidad humana de los enfermos, aprecia a los que los atienden
para que «nunca falte, a quien la necesite, una asistencia médica, social y pastoral
que respete la dignidad propia de todo ser humano». La Iglesia, especialmente mediante
la labor de los capellanes, brinda su ayuda, pues es plenamente consciente de que
está llamada a manifestar «el amor y la solicitud de Cristo en favor de los que sufren
y de los que los atienden».
A los agentes pastorales, a las asociaciones y
organizaciones de voluntariado, Benedicto XVI les recomienda que sostengan, con formas
e iniciativas concretas, a las familias que tienen a su cargo discapacitados mentales,
con respecto a los cuales espera que crezca y se difunda la cultura de la acogida
y la comunión, también gracias a leyes adecuadas y a planes sanitarios que prevean
suficientes recursos para su aplicación concreta.
«Es sumamente urgente la
formación y la actualización del personal que trabaja en un sector tan delicado de
la sociedad», recomienda el Papa y hace hincapié en que «todo cristiano, según su
tarea y su responsabilidad, está llamado a dar su aportación para que se reconozca,
respete y promueva la dignidad de estos hermanos y hermanas nuestros».
Duc
in altum! El Papa dirige esta invitación de Cristo a Pedro y a los Apóstoles a las
comunidades eclesiales esparcidas por el mundo, y de modo especial a los que están
al servicio de los enfermos, para que, con la ayuda de María Salus infirmorum, testimonien
la bondad y la paternal solicitud de Dios. Que la Virgen santísima consuele a los
que se encuentran marcados por la enfermedad y sostenga a los que, como el buen samaritano,
alivian sus heridas corporales y espirituales.