El Papa envía un telegrama de pésame por la muerte de Su Beatitud Cristódulos recordando
la amistad en la búsqueda de una comunión más intensa en el contexto de una unidad
cada vez mayor en Europa
Martes, 29 ene (RV).- Benedicto XVI expresa su profundo pesar por el fallecimiento
de Su Beatitud Cristódulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia al Metropolita Seraphim,
al Santo Sínodo y a todos los fieles ortodoxos, asegurando su cercanía espiritual
a todos los que están de luto por la muerte de este distinguido Pastor de la Iglesia
de Grecia.
En un telegrama enviado al Metropolita de Karystia y Skyros, el
Pontífice recuerda la fraterna acogida de su Beatitud a su predecesor, en ocasión
de la visita de Juan Pablo II a Atenas, en mayo de 2001, y la visita que el Arzobispo
Cristódulos realizó a Roma, en diciembre de 2006, «abriendo una nueva era de cordial
cooperación entre nosotros, que condujo a crecientes contactos, y fortaleciendo la
amistad en la búsqueda de una comunión más intensa en el contexto de una unidad cada
vez mayor en Europa».
El mismo telegrama asegura las oraciones de Benedicto
XVI y de los católicos de todo el mundo para que la Iglesia ortodoxa de Grecia sea
sostenida por la gracia de Dios, perseverando en las metas pastorales del Arzobispo
fallecido, y encomienda la noble alma de Su Beatitud Cristódulos al amor misericordioso
de nuestro Padre divino.
Benedicto XVI finaliza su telegrama reiterando su
cercanía en la oración al Metropolita Seraphim que guía la Iglesia de Atenas y de
toda Grecia en estos momentos de transición. El funeral de Su Beatitud Cristódulos
se celebrará en la catedral de la capital griega el próximo jueves, 31 de enero. Se
anuncia la participación de los representantes de las Iglesias cristianas de Europa.
En representación de la Santa Sede participará el Card. Paul Poupard, presidente emérito
del Pontificio Consejo de la Cultura, y Mons. Brian Farrell, Secretario del Pontificio
Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Sobre el gran anhelo
de impulsar el ecumenismo que caracterizó a Su Beatitud Cristódulos, nos habla ahora
el Padre agustino, Pedro Langa: Los datos:
Su Beatitud Christódulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, en el mundo Christodoulos
Christos Paraskevaïdis, había nacido en Xanthe (en la Tracia del Noroeste de Grecia)
el 21.X.1939. Cursados estudios en Derecho, en 1961 abraza la vida monástica en el
Monasterio de Varlaam Metéora. Diácono ese mismo año, es consagrado presbítero en
1965 y en 1967 obtiene la Diplomatura y más tarde el doctorado en Teología por Atenas.
Consagrado obispo el 14.VII.1974, predica nueve años en la parroquia de Paleo Faliro,
Atenas, antes de ejercer durante siete como Secretario del Santo Sínodo. A los 35
es promovido a Metropolita de Dimitrias, obispado de la ciudad portuaria de Volos
(en Grecia central), donde permanece desde 1974 hasta 1998. Y director de Relaciones
Ecuménicas de Grecia, entre 1985-1998, año en que a los 59 de edad es elegido sucesor
de Serafín para Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, convirtiéndose con ello en el
más joven de cuantos han ocupado el trono primacial.
La personalidad:
Era Christódulos un eclesiástico culto y dinámico. Hablaba fluidamente inglés y francés,
además del griego naturalmente, y manejaba la pluma como escritor y comentarista prolífico.
Autor de numerosos libros en su haber no sólo de argumento religioso, sino también
histórico y social. Muy atento siempre a las innovaciones tecnológicas, a finales
de los ’90, cuando explotó la era cibernética, no vaciló en marginar la consabida
cautela de la Iglesia y abrir en internet un portal en griego e inglés y una biblioteca
digital en nueve lenguas suministrando informaciones no sólo religiosas, sino también
de arte y cultura. Pero lo que hace de él una personalidad histórica es, a mi modo
de ver, su ecumenismo. Con Juan Pablo II: Desplegó un decisivo
papel en la mejora de las relaciones con la Iglesia católica. Cuando Juan Pablo II
decidió peregrinar tras las huellas de San Pablo, en mayo de 2001, accedió a entrevistarse
con él en el Areópago de Atenas, y firmar una declaración conjunta. Era el primer
Pontífice que visitaba Grecia después de mil años, En lo sucesivo, hubo intercambio
de visitas entre delegaciones del Santo Sínodo griego a Roma y del PCPUC a Atenas.
Del 8 al 13.III.2002, por ejemplo, acudió al Vaticano una delegación ortodoxa griega
enviada por el ahora fallecido tratando de abrir caminos de colaboración entre ortodoxos
y católicos sobre argumentos atingentes a la fe en Europa. Aquella visita no pretendía
ciertamente sino poner en marcha una colaboración pastoral entre las dos Iglesias
sobre temas de la Europa cristiana, de la familia, de la sociedad a construir en el
Tercer Milenio, y de la bioética. Se explica, pues, que Christódulos asistiese en
abril de 2005 al funeral por Juan Pablo II en Roma.
Con Benedicto XVI.
Benedicto XVI recibió a Christódulos y a su séquito el 14.XII.2006. Fue asimismo investido
esos días romanos Doctor honoris causa en derecho civil y canónico por la Universidad
Lateranense y visitó algunos lugares sagrados de la ciudad, como las basílicas y las
catacumbas de Priscila. Evento histórico éste, pues era la primera vez que un Primado
griego se acercaba en visita oficial al Vaticano. Estuvo, además, en la iglesia de
San Teodoro Megalomártir, destinada al uso litúrgico de la comunidad greco-ortodoxa
de Roma, y en la Basílica de San Clemente para orar ante la tumba de San Cirilo. Todo
había empezado con una cena que el cardenal Walter Kasper, presidente del PCPUC, ofreció
en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, al ilustre huésped y a su séquito. En el
curso de una emotiva ceremonia en la Basílica de San Pablo Extramuros, se le hizo
entrega de una parte de las cadenas que san Pablo llevó en la prisión, y que allí
se conservan. «Recibimos este fragmento de las cadenas del apóstol Pablo –dijo entonces
el Arzobispo-- como una reliquia muy preciosa para Grecia. Grecia –prosiguió-- se
siente orgullosa de tener al apóstol Pablo como padre espiritual y doctor, y de haber
sido iniciada por él en la verdad del Evangelio, y no sólo ella sino Europa entera».
Christodoulos, en fin, auspició que los anillos de las cadenas, hasta entonces llevados
regularmente en procesión dentro de la basílica romana y en el barrio de San Pablo,
«sean de hoy en adelante –dijo-- el lazo irrompible que une el Oriente y el Occidente».
Descanse en paz quien contribuyó a desbloquear unas relaciones ecuménicas con Roma,
que antes habían estado siempre negadas al diálogo y cerradas a cal y canto.