2008-01-23 17:22:37

Roma: Mesa Redonda de la Conferencia Europea sobre Poblaciones


Miércoles, 23 ene (RV).- El arzobispo Agostino Marchetto llamó particularmente la atención a la verdadera naturaleza de la cultura gitana en el campo de la evangelización subrayando que si viene realizada desde “afuera” no es eficaz. En el marco de la Mesa Redonda de la Conferencia Europea sobre Poblaciones, celebrada ayer en Roma y organizada por el ministerio italiano de asuntos interiores, el purpurado enfatizó que en la auténtica tradición católica, la Iglesia debe encarnarse entre los gitanos con la finalidad de que ellos sean Iglesia. Sin embargo el arzobispo Marchetto alertó sobre el hecho de que una genuina encarnación del Evangelio, llamada inculturación, no puede legitimar indiscriminadamente cada aspecto de una cultura: “La historia universal de la Evangelización confirma que la difusión del mensaje cristiano ha estado acompañada en todo momento por un proceso de purificación de culturas, visto como un necesario proceso de elevación. Por lo tanto, añadió, una defensa indiscriminada de todos los aspectos de la cultura gitana, sin las debidas distinciones y los relativos juicios evangélicos, no es benéfica.

El arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes, al aludir a los Gitanos como a un grupo étnico específico que probablemente tuvo su origen en la zona noroccidental de la India, (y es conocido bajo varios nombres, entre ellos Rom, Sinti, Manuches, Kalé, Gitanos, Yeniches), subrayó que su presencia en Europa alcanza los 12 millones y que el nomadismo no es la característica que los distingue porque muchos de ellos son residentes de modo permanente o semipermanente: “son la diversidad étnica, la cultura particular y las antiguas tradiciones, aquello que debe ser tomado en consideración”, agregó.

A propósito del derecho a una propia identidad el Arzobispo Marchetto citó las palabras del Siervo de Dios Juan Pablo II referidas a que desde el nacimiento hasta la muerte, la condición de cada individuo es aquella del “homo Viator”, del hombre que está en movimiento, y esta frase –señaló- expresa la vida de los Gitanos, recordando el derecho de esta cultura a mantener la propia identidad y denunciando que no faltan la indiferencia o la oposición, por parte de muchos, ante esta población.

El secretario del Pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes exaltó el fuerte sentido de familia presente en el pueblo Gitano, indicándolo como un valor importante que no debe degenerar y añadió que, con la finalidad de cambiar actitudes de desconfianza alimentadas inclusive por noticias parciales que afectan la percepción de este pueblo, y dado que los Gitanos por ser minoría no tienen un Estado que los respalde; es papel de los gobiernos el llegar a definir una política común global y compartida para arrancarlos de la miseria y del rechazo.

Si bien reconoció que en Europa ya se están dando pasos que favorecen al pueblo gitano, el arzobispo Agostino Marchetto, observó que es de vital importancia que los Organismos internacionales se interesen por ellos, y que los gobiernos, respeten esta minoría entre las minorías, reconociéndola y comprometiéndose a desentrañar los episodios de racismo y xenofobia todavía muy difundidos, que provocan discriminación en materia de empleo, alojamiento y acceso a los estudios. También la Iglesia –dijo- está llamada a intervenir para que las decisiones de los Organismos nacionales e internacionales en favor de los Gitanos encuentren acogida ante las instituciones locales que repercutan en la vida cotidiana.







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