Roma: Mesa Redonda de la Conferencia Europea sobre Poblaciones
Miércoles, 23 ene (RV).- El arzobispo Agostino Marchetto llamó particularmente la
atención a la verdadera naturaleza de la cultura gitana en el campo de la evangelización
subrayando que si viene realizada desde “afuera” no es eficaz. En el marco de la Mesa
Redonda de la Conferencia Europea sobre Poblaciones, celebrada ayer en Roma y organizada
por el ministerio italiano de asuntos interiores, el purpurado enfatizó que en la
auténtica tradición católica, la Iglesia debe encarnarse entre los gitanos con la
finalidad de que ellos sean Iglesia. Sin embargo el arzobispo Marchetto alertó sobre
el hecho de que una genuina encarnación del Evangelio, llamada inculturación, no puede
legitimar indiscriminadamente cada aspecto de una cultura: “La historia universal
de la Evangelización confirma que la difusión del mensaje cristiano ha estado acompañada
en todo momento por un proceso de purificación de culturas, visto como un necesario
proceso de elevación. Por lo tanto, añadió, una defensa indiscriminada de todos los
aspectos de la cultura gitana, sin las debidas distinciones y los relativos juicios
evangélicos, no es benéfica.
El arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del
Pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes, al aludir a los Gitanos como
a un grupo étnico específico que probablemente tuvo su origen en la zona noroccidental
de la India, (y es conocido bajo varios nombres, entre ellos Rom, Sinti, Manuches,
Kalé, Gitanos, Yeniches), subrayó que su presencia en Europa alcanza los 12 millones
y que el nomadismo no es la característica que los distingue porque muchos de ellos
son residentes de modo permanente o semipermanente: “son la diversidad étnica, la
cultura particular y las antiguas tradiciones, aquello que debe ser tomado en consideración”,
agregó.
A propósito del derecho a una propia identidad el Arzobispo Marchetto
citó las palabras del Siervo de Dios Juan Pablo II referidas a que desde el nacimiento
hasta la muerte, la condición de cada individuo es aquella del “homo Viator”, del
hombre que está en movimiento, y esta frase –señaló- expresa la vida de los Gitanos,
recordando el derecho de esta cultura a mantener la propia identidad y denunciando
que no faltan la indiferencia o la oposición, por parte de muchos, ante esta población.
El secretario del Pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes exaltó
el fuerte sentido de familia presente en el pueblo Gitano, indicándolo como un valor
importante que no debe degenerar y añadió que, con la finalidad de cambiar actitudes
de desconfianza alimentadas inclusive por noticias parciales que afectan la percepción
de este pueblo, y dado que los Gitanos por ser minoría no tienen un Estado que los
respalde; es papel de los gobiernos el llegar a definir una política común global
y compartida para arrancarlos de la miseria y del rechazo.
Si bien reconoció
que en Europa ya se están dando pasos que favorecen al pueblo gitano, el arzobispo
Agostino Marchetto, observó que es de vital importancia que los Organismos internacionales
se interesen por ellos, y que los gobiernos, respeten esta minoría entre las minorías,
reconociéndola y comprometiéndose a desentrañar los episodios de racismo y xenofobia
todavía muy difundidos, que provocan discriminación en materia de empleo, alojamiento
y acceso a los estudios. También la Iglesia –dijo- está llamada a intervenir para
que las decisiones de los Organismos nacionales e internacionales en favor de los
Gitanos encuentren acogida ante las instituciones locales que repercutan en la vida
cotidiana.