2008-01-21 16:41:07

El Pontífice denuncia «la racionalidad falsamente libre y desligada de toda referencia religiosa y los fundamentalismos que falsifican la esencia de la religión, incitando a la violencia y al fanatismo»


Lunes, 21 ene (RV).- «La enseñanza - y, en general, la educación - es una manifestación concreta de la misericordia espiritual y una de las primeras obras de amor que la Iglesia tiene la misión de ofrecer a la humanidad», ha reiterado esta mañana Benedicto XVI, recordando que es expresión de la caridad de Cristo.

Al recibir a los participantes en la plenaria de la Congregación para la Educación Católica, el Santo Padre ha destacado los temas de esta asamblea, «de gran interés y actualidad a los que la Iglesia dirige su atención, en particular en este momento histórico». «Es más que nunca oportuno que, en este tiempo nuestro, se reflexione sobre cómo hacer actual y eficaz esta tarea apostólica de la Comunidad eclesial, encomendada a las Universidades católicas y, en especial a las Facultades eclesiásticas».

Refiriéndose a los proyectos de reforma de los estudios eclesiásticos de filosofía, que este dicasterio está analizando y que están ya en su fase final de elaboración, Benedicto XVI ha subrayado la dimensión metafísica y sapiencial de la filosofía y los desafíos que se presentan hoy: «Las disciplinas eclesiásticas, sobre todo la teología, están sometidas hoy a nuevos interrogativos, en un mundo tentado por una parte por el racionalismo, que sigue la racionalidad falsamente libre y desligada de toda referencia religiosa y, por otra, por los fundamentalismos, que falsifican la verdadera esencia de la religión con su incitación a la violencia y al fanatismo».

También la escuela debe interrogarse sobre la misión que debe cumplir en el actual contexto social - marcado por una evidente crisis educativa - y la escuela católica, «abierta a todos» y «respetando la identidad de cada uno no puede dejar de proponer su propia perspectiva humana y cristiana». Ante las características intercultural e interreligiosa que se presentan como «un nuevo desafío que la globalización y el pluralismo creciente agudizan aún más», el Papa ha recordado la importancia de la acogida y de «no ignorar, ni anular la propia identidad».

En lo que respecta a la importancia de la reforma de la formación sacerdotal en los seminarios, Benedicto XVI ha evocado las indicaciones del Concilio Vaticano II - en la perspectiva de la Iglesia-comunión – y de ofrecer a los sacerdotes orientaciones útiles para dialogar con las culturas contemporáneas. Fortaleciendo la formación humana y cultural, con el auxilio de las ciencias modernas y teniendo en cuenta algunos factores sociales desestabilizadores presentes en el mundo de hoy, que hacen que las nuevas generaciones sean frágiles. Como la condición de tantas familias separadas, la crisis educativa y una violencia difundida.

Haciendo hincapié en la necesidad de responder, con una adecuada formación, al anhelo de espiritualidad que manifiestan en particular los jóvenes, el Papa ha deseado también que «no falten en la Iglesia apóstoles y evangelizadores cualificados y responsables». Sin olvidar el problema de las vocaciones, en particular al sacerdocio y la vida consagrada, que si bien florecen en algunas partes del mundo, sin embargo en Occidente registran una disminución. En este contexto, Benedicto XVI ha señalado que el documento sobre la vocación al ministerio presbiteral, que está preparando la Congregación para la Educación Católica será una gran ayuda.







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