Escuchar el programa Viernes, 18 ene
(RV).- Un cordial saludo. Estas reflexiones en familia hoy hablan de los hijos, de
los nos hacen sentirnos orgullosos, y también de aquellos que son difíciles y tal
vez menos aceptados y amados por los padres.
No cabe duda que desde el momento
en que nacen los hijos son muchos los esfuerzos que hacemos para poder brindarles
todo lo que necesitan para triunfar en la vida. Y eso está bien. Lo complicado o difícil
es que a veces consideramos que si ellos no cumplen con nuestras expectativas, con
nuestros sueños, entonces tenemos el derecho de sentirnos personalmente agredidos,
agredidos porque después de "todo lo que hicimos por ellos", los hijos no son o no
logran lo que nosotros esperamos.
Hay que reconocer que muchas veces hacemos
de los errores de nuestros hijos una ofensa personal, y entonces respondemos con la
frase conocida: "¿por qué me hiciste esto?" cuando sus notas del colegio o la escuela
no fueron las mejores, cuado después de mucho entrenamiento perdieron el partido decisivo
del campeonato, obtuvieron un puntaje muy bajo en las pruebas de ingreso a la universidad,
o incluso los despiden del trabajo.
Definitivamente hay que considerar que
los hijos nunca dudan de lo que esperamos de ellos, pero sí en su proceso de formación
cuestionan y evalúan constantemente su calidad o idoneidad como personas. Y eso definitivamente
es importante, porque es un proceso de crecimiento. Un ejercicio que los padres también
debemos realizar, es decir por qué no preguntarnos con frecuencia también, qué les
dicen a nuestros hijos los comportamientos y actitudes que asumimos los padres frente
a los problemas o dificultades que tienen nuestros hijos, frente a lo que ellos hacen
en relación con lo que los padres soñamos y forjamos para ellos.
La fe que
tengan los hijos en la garantía del amor de sus padres es la piedra angular a partir
de la cual florece su confianza y amor por sí mismos. Y éstos crecerán siempre y cuando
estén centrados en lo que ellos son y no en lo que nosotros soñamos que sean.
En
nuestro tiempo, ya no es escandaloso decir que hay niños que nacen sin ser deseados,
niños que nacieron en un mal momento de familia y de la relación de sus padres, hijos
que son rechazados por sus padres porque no son como ellos esperaban que fueran: es
indisciplinado, es rebelde, es obeso, o es tímido, es un varoncito en lugar de una
niña..son tantos los motivos por los cuales los rechazan. Y aunque en ocasiones los
padres lo nieguen y traten de disimularlo, el niño se da perfecta cuenta de que lo
repudian porque las actitudes de sus padres dicen más que sus palabras.
Y
no hay que dudar que un hijo rechazado suele disfrazar su angustia y dolor de diversas
maneras: con indiferencia hacia todo, con prepotencia, rebeldía, aumentando con sus
comportamientos esos sentimientos de insatisfacción y rechazo de sus padres. Pero
en el fondo de su corazón son tan sólo niños adoloridos, inseguros, avergonzados y
que perciben el disgusto que sienten uno o ambos padres por ellos.
Sin justificar
los sentimientos de rechazo de un padre hacia sus hijos, es necesario también entender
que son humanos y traen una historia personal de carencias, miedos e inseguridades.
Las propias limitaciones o necesidades insatisfechas de los padres los llevan a rechazar
en esa hija o hijo lo que rechazan en ellos mismos o lo que puede hacerlos lucir inferiores
ante los demás, y con seguridad en muchas ocasiones ni se dan cuenta de que lo están
haciendo.
Nunca, en ningún caso hay que olvidar que el amor y aceptación de
los padres hacia los hijos, será terreno fértil para cultivar en el corazón de los
pequeños sentimientos positivos hacia sí mismo que le hagan sentirse digno del aprecio
de sus papás. Recordemos que nada hace a los niños más felices, sanos y adorables
que la garantía del amor de las dos personas más importantes de su vida: sus padres.
Volvemos la próxima semana.