2008-01-14 14:44:32

Año Internacional del Planeta Tierra


Lunes, 14 ene (RV).- Con la llegada de 2008 inicia en todo el mundo el Año Internacional del Planeta Tierra, declarado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2006 y al que se han adherido más de 80 países. En España, las actividades dedicadas a difundir la importancia del conocimiento del planeta contarán con un presupuesto de más de un millón de euros.

A través de esta iniciativa, Naciones Unidas quiere sensibilizar a la comunidad internacional sobre la importancia, con fines a un desarrollo sostenible, de los fenómenos y de los recursos terrestres, de la preservación y atenuación de las catástrofes y del reforzamiento de las capacidades necesarias para la gestión de recursos duraderos.

Este Año Internacional del Planeta Tierra, aunque centrado en el 2008, opera durante el trienio 2007-2009. A través de esta iniciativa se desea incidir en la reducción de los riesgos a los que la sociedad está sometida por causas naturales o inducidas por los hombres, y sobre la reducción de los problemas sanitarios, a través de un conocimiento mejor de los aspectos médicos de las geociencias.

En el ámbito del programa de este Año dedicado a nuestro planeta se pondrá en marcha un proyecto de investigación sobre diez amplios temas multidisciplinares concernientes a la complejidad de las interacciones del Sistema Tierra y su sostenibilidad a largo plazo: salud, clima, recursos hídricos de superficie, océanos, suelos, profundidad terrestre, megalópolis, riesgos, recursos, y vida.

En relación a nuestro planeta tierra, hay que tener en cuenta lo que recordó el propio Benedicto XVI, cuando señaló que “la crisis ecológica contemporánea es un aspecto preocupante de una más profunda crisis moral y es efecto de una equivocada concepción de un desarrollo desmedido que no tiene en cuenta el ambiente natural, sus límites, sus leyes y su armonía, especialmente en cuanto se refiere al uso-abuso del progreso científico-tecnológico. La tierra sufre a causa del egoísmo del hombre”.

«Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos, de modo que los bienes creados deben llegar a todos de forma justa, según la regla de la justicia, inseparable de la caridad» (concilio ecuménico Vaticano II, constitución pastoral Gaudium er spes sobre la Iglesia en el mundo de hoy, 69). Nace de aquí el deber de una solidaridad entre todos que abrace a todos, así como una cooperación para el desarrollo que dé prioridad a los pueblos menos favorecidos (cf. Juan Pablo II, encíclica Sollicitudo rei socialis, 45).

Debemos recordar que somos solamente administradores del patrimonio común del planeta. La dignidad del hombre de ser la única criatura de este mundo capaz de preocuparse por las diversas especies, por el ambiente que le rodea y por sus hermanos, debe conducirle no sólo a proteger el equilibrio global de la tierra sino a «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”» (cf. Juan Pablo II, encíclica Centesimus annus, 38), así como de una «ecología social». «No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre —afirma el Papa Juan Pablo II—, incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado» (cf. Juan Pablo II, encíclica Centesimus annus, 38).







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