2008-01-09 15:35:26

Mons. Tomasi subraya que el respeto de todos los derechos humanos es el origen de la paz


Miércoles, 9 ene (RV).- En su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede - recordando los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se firmó en París el 10 de diciembre de 1948 - Benedicto XVI señalaba que «en todos los continentes, la Iglesia católica se empeña con el fin de que los derechos del hombre no sean sólo proclamados sino también aplicados».

En el marco de este aniversario, que se va a conmemorar a lo largo de todo este año 2008, intervino, en días pasados en la sesión ordinaria de este organismo, el arzobispo Silvano Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra.

El prelado puso de relieve que la Declaración Universal de los Derechos Humanos «sigue siendo el punto de referencia más importante para la discusión intercultural sobre la libertad y la dignidad humana en el mundo y representa la base jurídica habitual para cualquier discusión concerniente a los derechos humanos».

Los derechos de los que habla la Declaración Universal, subrayó el arzobispo, «no son conferidos por los estados u otras instituciones sino que son inherentes a cada persona, independientemente de cualquier tradición ética, social, cultural o religiosa, si bien sean en muchos casos el resultado de ellas».

Tras hace hincapié en que «la dignidad humana atañe a la democracia y a la soberanía pero, al mismo tiempo, va más allá de las mismas» y exige a todas las partes interesadas que «trabajen en favor de la libertad, la igualdad y la justicia social para todos los seres humanos, respetando a la vez la pluralidad cultural y religiosa». El Observador permanente de la Santa Sede reiteró que «el hecho de que todos tengamos en común la dignidad humana representa la base indispensable sobre la que se asienta la interrelación e indivisibilidad de los derechos humanos, sociales, civiles y políticos, culturales y económicos».

Mons. Tomasi puso de relieve que el respeto de todos los derechos humanos es el origen de la paz y que la paz no se concibe solamente como la ausencia de la violencia, sino que lleva aparejada la cooperación y la solidaridad en el ámbito nacional e internacional, como la forma necesaria para promover y defender el bien común de todas las personas.

«60 años después de la Declaración, muchos miembros de la familia humana están todavía muy lejos de disfrutar de sus derechos y de ver satisfechas sus necesidades básicas», advirtió el arzobispo y señaló que las celebraciones conmemorativas pueden servir para demostrar «que todo ser humano - como individuo y como miembro de una comunidad, tiene el derecho y la responsabilidad de defender y poner en práctica todos los derechos humanos».







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