Escuchar el programa Viernes, 28 dic
(RV).- Nuestro saludo fraterno de Navidad, esperando que sea una temporada realmente
para compartirla en familia, una época de alegría y sentimientos de fiesta que debemos
vivir con serenidad, caridad, disfrutando de nuestros seres queridos, de la confianza
y la fe que nos brinda la llegada del Niño Dios.
No hay duda que la época
de Navidad es la más especial del año, pues muchas personas alrededor del mundo se
conectan a los mejores y más positivos sentimientos, para llenarse de alegría, del
deseo de compartir, del sentimiento de celebración, del espíritu que nos da el compartir
en familia, con amigos, fortaleciendo los vínculos con los sentimientos de amor, de
reflexión y de tradición.
Es un tiempo mágico en el que disponemos del
permiso para expresar nuestros más nobles sentimientos por medio de regalos, detalles,
palabras amables, sonrisas, encuentros agradables y divertidos, comida casera y deliciosa,
abrazos, besos, felicitaciones y cumplidos...
La Navidad es tiempo de celebración,
de compartir con los niños, alegría y familia. También, es época propicia para el
reencuentro con nosotros mismos, con nuestra fe en Dios y con los demás.
Ojala
que los buenos sentimientos que estimula esta época de reflexión, de expresiones de
amor y alegría como la Navidad se queden en nuestros corazones y nos acompañen todos
los días del nuevo año, ayudándonos a vivir mejor y a relacionarnos mucho mejor con
nuestras familia y semejantes. Hay que orar para que el Niño Dios, que nació para
traernos alegría y confianza, colme esta temporada de Navidad y año nuevo de esos
sentimientos nobles y bondadosos, que sea un tiempo para nuevos comienzos, para el
fortalecimiento de nuestras relaciones a través del amor, para que nuestros sueños
se cumplan y para que volvamos a reencontrarnos a nosotros mismos, y con la presencia
de Dios.
Para muchas personas esta época significa gastos, sacrificios
para darle gusto a todo el mundo, estrés por las compras y el afán de salir de un
lado para otro para compartir las festividades con los familiares y amigos, y en medio
de tanta agitación, en ocasiones perdemos de vista lo esencial: sentir la renovación
que internamente nos trae el Niño dios, sentir que su luz renueva nuestras fuerzas,
y nuestros lazos más profundos de amor y solidaridad.
Vivir este sentimiento
de renovación es lo que realmente nos permitirá ponernos en reflexión y expectativa
frente al nuevo año, para saber exactamente lo que queremos hacer, como orientar nuestras
actividades, hacer correctivos a nuestros comportamientos, fortalecer los vínculos
de fraternidad y amor.
Esta época es para muchas personas el regreso,
no sólo significa volver a la casa paterna para pasar estas fechas con la familia,
es el regreso a nuestra propia casa, a las raíces, al seno de las tradiciones familiares:
nuestra esencia, porque es allí donde radica la alegría y la fuerza de la fe y la
solidaridad de cada uno de nosotros.
Ojala que esta época sea realmente
el comienzo de una nueva y maravillosa etapa en nuestras vidas. Y que ello signifique
el deseo de llenar la vida propia y la de aquellos que amamos con sentimientos y pensamientos
alegres y positivos, llenos de amor y fe en todas las bendiciones que el Niño Dios
nos ha traído en esta Navidad, y que con seguridad nos acompañarán durante todo el
nuevo año.