El Papa invoca la paz sobre la familia y sobre el mundo entero en la Solemnidad de
María Santísima, y recuerda que negar los derechos de la familia significa amenazar
los mismos fundamentos de la paz
Martes, 1 ene (RV).- Benedicto XVI ha invocado la paz sobre la familia y sobre el
mundo entero, en la Misa que ha presidido esta mañana en la basílica Vaticana, en
la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios. Y en esta cuadragésimo primera Jornada
Mundial de la Paz ha recordado que negar los derechos de la familia significa amenazar
los mismos fundamentos de la paz.
En el Ángelus, ha encomendado el nuevo año
“a la celestial protección de la Virgen: “Iniciamos hoy un nuevo año y nos lleva de
la mano la esperanza cristiana; lo comenzamos invocando sobre él la bendición divina
e imploramos, por la intercesión de María, Madre de Dios, el don de la paz: para nuestras
familias, para nuestras ciudades, para el mundo entero”.
El Santo Padre durante
la homilía ha recordado que “todos aspiramos a vivir en paz, pero la verdadera paz
–ha precisado– no es una simple conquista del hombre o fruto de acuerdos políticos;
ante todo es un don divino que hay que implorar constantemente y, al mismo tiempo,
compromiso de llevar hacia adelante con paciencia permaneciendo siempre dóciles a
los mandamientos del señor”.
Por lo tanto, evocando de nuevo su mensaje para
esta Jornada, ha confirmado que existe “una estrecha unión” entre “la familia natural
fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer” y la paz. Un concepto que
ha vuelto a retomar en el Ángelus: “También quién inconscientemente contrasta la
institución familiar... fragiliza la paz en toda la comunidad, nacional e internacional,
porque debilita aquella que, de hecho, es la principal ‘agencia’ de paz”.
Y
ha añadido: “la negación o también la restricción de los derechos de la familia, oscurecen
la verdad del hombre, amenaza los mismos fundamentos de la paz”. El Papa ha invitado
a cada hombre y a cada mujer a tomar mayor conciencia que la humanidad es una única
“gran familia”. De esta convicción depende “una paz verdadera y duradera”; “no vivimos
unos junto a otros por casualidad; estamos todos recorriendo un mismo camino como
hombres y por tanto como hermanos y hermanas”.
“Es por esto verdaderamente
importante que cada uno se asuma las propias responsabilidades ante Dios y reconozca
en Él el manantial originario de la existencia propia y la de los demás. De este conocimiento
brota un compromiso a hacer de la humanidad una verdadera comunidad de paz, regida
por una ley común, que ayude a la libertad a ser verdaderamente ella misma... y que
proteja al débil del atropello del más fuerte”.
La segunda parte de la homilía
el Pontífice la ha dedicado a la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios “El
título de Madre de Dios – ha dicho – es, junto al de Virgen Santa, el más antiguo
y el fundamento de todos los demás títulos” con los que los fieles veneran a la Virgen
en oriente y en occidente. La encarnación del Verbo y la Maternidad divina de María
son grandes misterios difíciles de comprender solamente con la inteligencia humana”:
“el niño que gime en el pesebre... es Dios, verdadero Dios y verdadero hombre”. “María
– escribe Lucas – observaba estas cosas meditándolas en su corazón”.
“El verbo
griego utilizado “sumbállousa”” –ha subrayado Benedicto XVI– literalmente significa
“poner junto” y nos hace pensar en un gran misterio que hay que descubrir poco a poco”:
“En la escuela de maría podemos acoger con el corazón aquello que los ojos y la mente
no pueden percibir, ni contener por si solos. Se trata, en efecto, de un don tan grande
que solamente en la fe se nos ha dado la posibilidad de acoger incluso sin comprenderlo
todo. Y, es precisamente en este camino de fe donde María nos sale al encuentro, nos
sostiene y guía”.
El Papa ha proseguido: “solamente conservando en el corazón,
uniéndolo ty encontrando una unidad de todo, podemos adentrarnos, siguiendo a María,
en el misterio de un Dios que por amor se ha hecho hombre y nos llama a seguirlo por
el camino del amor; amor que se traduce cada día en un servicio generoso a los hermanos”.
Por lo tanto Benedicto XVI exhorta a los fieles a “avanzar en el conocimiento
del corazón, que es la sabiduría de los santos” que no se cansan de buscar el rostro
del Señor: “Podemos estar seguros: que si no nos cansamos de buscar su rostro, si
no cedemos a la tentación del desánimo y de la duda, si incluso entre tantas dificultades
que encontramos permanecemos siempre anclados a Él, experimentaremos la potencia de
su amor y de su misericordia. El frágil Niño que la Virgen hoy muestra al mundo, nos
haga constructores de paz, testigos de Él, Príncipe de la paz. ¡Amén!”.
Tras
el rezo del Ángelus y de la oración por los fieles difuntos el Papa ha saludado en
varias lenguas. Estas han sido sus palabras en español en el que ha deseado un ¡Feliz
Año Nuevo!: “Saludo a los peregrinos
de lengua española aquí presentes y a cuantos se unen al rezo del Angelus a
través de la radio y la televisión. Al comenzar este nuevo año os expreso mis mejores
deseos de paz, que tiene en la familia un fundamento insustituible. Confiemos este
anhelado don a la intercesión María, Madre de Dios y Madre de todos.¡Feliz Año Nuevo!”.
También
el Santo Padre ha alabado las innumerables iniciativas promovidas por las Comunidades
eclesiales en todos los continentes en ocasión de la Jornada Mundial de la Paz. Al
final ha saludado además a los miembros del Movimiento de amor familiar, que esta
pasada noche han celebrado una vigilia en la Plaza de san Pedro rezando por las familias
y ha bendecido la “ Llama de la Paz” que un maratón llevará a Tierra Santa.