El predicador de la Casa Pontificia dedica a la esperanza la última predicación de
Adviento
Viernes, 21 dic (RV).- Esta mañana el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la
Casa Pontificia, ha dedicado a la esperanza la tercera y última predicación de Adviento
con la presencia del Santo Padre y la Familia Pontificia, en la Capilla Redemptoris
Mater del Palacio Apostólico.
“Nosotros criaturas humanas tenemos necesidad
de esperanza para vivir, lo mismo que de oxigeno para respirar. Se dice –ha recordado
el padre capuchino- que mientras hay vida hay esperanza, pero también es cierto lo
contrario, que mientras hay esperanza hay vida. La esperanza ha sido durante mucho
tiempo, y todavía es, la hermana menor de las virtudes teologales, la pariente pobre.
Se habla a menudo de la fe, y aún más de la caridad, pero poco de la esperanza”.
El
predicador ha trasladado este concepto al plano humano y social, subrayando que “en
Italia se ha detenido la esperanza y con ella la confianza, el empuje, el crecimiento,
incluso el económico. El declive del que se hable nace de aquí. El miedo al futuro
ha ocupado el lugar de la esperanza”.
“El servicio más precioso que la Iglesia
italiana puede ofrecer en este momento al país es el de ayudarle a obtener un amago
de esperanza. A esta finalidad contribuye quien, como ha hecho el cómico Benigni en
su reciente espectáculo en televisión, no teme contrastar el derrotismo, recordando
a los italianos los muchos y extraordinarios motivos, espirituales y culturales, que
tienen para confiar en sus propios recursos”.
De hecho el padre Cantalamessa
ha evidenciado que donde renace la esperanza, renace sobre todo la alegría. El apóstol
dice que los creyentes se salvan en la esperanza, spe salvi, y que por esta razón
deben de alegrarse en la esperanza. Por último el predicador ha manifestado la necesidad,
no de gente que espere ser feliz, sino de gente que es feliz por tener esperanza;
felices ahora, por el simple hecho de tener esperanza.