En la parroquia romana de Santa María del Rosario de Pompeya, en los Mártires Portuenses,
el Papa recuerda que el mensaje salvífico de Cristo viene hoy obstaculizado como en
tiempo de los mártires
Domingo, 16 dic (RV).- Benedicto XVI ha visitado pastoralmente la parroquia romana
de Santa María del Rosario de Pompeya, en los Mártires Portuenses, donde ha celebrado
la santa Misa esta mañana y ha presidido la dedicación de la nueva iglesia. Se trata
de la quinta visita pastoral a una comunidad parroquial de Roma. En su homilía, el
Pontífice ha empezado recordando la invitación a la alegría con la que inicia la antífona
de la santa Misa de este tercer domingo de Aviento, que precisamente por ello viene
llamado “Gaudete”: “Como cristianos, estad siempre alegres, os lo repito, estad alegres.
El Señor está cerca”.
La liturgia del Aviento, ha recordado el Obispo de Roma,
nos repite constantemente que “debemos despertarnos del sueño, de la rutina y de la
mediocridad, debemos abandonar la tristeza y el desaliento; es necesario que tranquilicemos
nuestros corazones porque el Señor está cerca”.
El Papa ha recordado que la
nueva iglesia parroquial “surge en el mismo lugar donde mi amado predecesor, el Siervo
de Dios Juan Pablo II, el 8 de noviembre de 1998, celebró la santa Misa en ocasión
de su visita pastoral a vuestra comunidad. Me uno yo también de buena gana a vuestra
legítima satisfacción por tener finalmente una iglesia vuestra acogedora y funcional”.
Benedicto
XVI ha puesto el acento después sobre “los fúlgidos testimonios cristianos” evocados
en este lugar. “Precisamente cerca de aquí -ha explicado el Papa- se hallan las catacumbas
de Generosa, donde la tradición dice que fueron sepultados tres hermanos -Simplicio,
Faustino y Beatriz- víctimas de la persecución desencadenada en el año 303, y cuyas
reliquias están conservadas, en parte en Roma, en la iglesia de san Nicola in Carcere
y en Monte Savello, y en parte, se conservan en Fulda, en Alemania, ciudad que desde
el siglo VIII, gracias al hecho de que san Bonifacio llevó allí las reliquias, honra
los mártires portuenses como sus propios compatriotas”.
De ahí la presencia,
esta mañana, en el templo parroquial, del obispo de Fulda, Mons. Josef Algermissen,
y también del arzobispo-prelado de Pompeya, Mons. Carlo Liberati, en representación
del santuario mariano con el cual la parroquia esta hermanada. “La dedicación de esta
iglesia parroquial -ha afirmado el Santo Padre- adquiere un significado especial para
todos vosotros que habitáis en este barrio”.
¿Los jóvenes mártires que entonces
murieron por rendir testimonio a Cristo, no son quizá un potente estímulo para vosotros,
cristianos de hoy, a perseverar en el seguir fielmente a Jesús? ¿Y la protección de
la Virgen del santo Rosario no os pide que seáis hombres y mujeres de fe profunda
como lo fue ella? ¡También hoy, de distintas formas, el mensaje salvífico de Cristo
viene obstaculizado y los cristianos, igual que entonces, están llamados a rendir
razón de su esperanza, y a ofrecer al mundo el testimonio de la Verdad del Único que
salva y redime!
Ungiendo sobre el altar el óleo consagrado, después de asperjar
con el hisopo el agua bendita en las paredes y sobre los fieles y antes de quemar
el incienso alrededor del altar, el Papa ha cumplido el rito de la dedicación de la
nueva iglesia de santa Maria del Rosario de Pompeya en los Mártires portuenses.
“Que
el cuidado que mostramos por el edificio material, ungiéndolo, bendiciéndolo e incensándolo
con el óleo, el agua y el incienso -ha terminado diciendo el Papa- sea signo y estímulo
de más intenso cuidado en defender y promover el templo de las personas, formado por
vosotros queridos parroquianos”.
“La comunidad viviente -ha afirmado el Pontífice-
es más sagrada que el templo material que consagramos. Para construir este templo
viviente, espiritual, que sois vosotros, es necesario mucha oración y dar valor a
las actividades pastorales, caritativas, misioneras, y culturales de vuestra prometedora
parroquia”.