2007-12-15 18:01:05

Reflexiones en familia


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Viernes, 14 dic (RV).-Hoy reflexionaremos sobre la velocidad de nuestras vidas, cada vez decimos que el tiempo va de prisa, que no alcanzan los días para hacer de todo lo que queremos hacer, en fin vivimos siempre agitados, corriendo entre el trabajo, la casa, los hijos, las compras, los estudios y todo ello ensombrece lo que realmente es importante: nuestra felicidad, nuestra claridad, nuestra paz.

Generalmente, cuando vivimos un período lleno de preocupaciones, tensiones, conflictos o temores, el agotamiento y la alteración nos impiden reconocer y disfrutar los aspectos positivos que también tiene nuestra vida; inclusive, hasta nos quitan la claridad mental que necesitamos para analizar objetivamente como vivimos, de manera que podamos tomar la decisión más acertada para actuar de la mejor manera.

Muchas veces un comentario negativo, o tener que enfrentar una situación difícil de aceptar, o la presión que sufrimos por todas las responsabilidades y los compromisos que tenemos suponen una sobrecarga complicada de manejar. Por lo tanto, es importante buscar disminuir la velocidad con la que llevamos nuestra vida, recuperando el sentido de lo que hacemos y de lo que por la velocidad, dejamos de hacer.

Generalmente nos obligamos a continuar adelante con nuestra actividad, sin darnos el tiempo y el permiso necesarios para detenernos un poco, y recuperar el balance y la claridad mental que nos hace falta. Le exigimos a nuestro cuerpo la vitalidad que ya no puede darnos producto del estado de estrés en el que nos encontramos.

Lo peor de toda esta aceleración permanente, es que nos afecta física y emocionalmente. En muchas situaciones reaccionamos agresivamente a los cambios y exigencias de nuestro entorno, el tráfico nos desespera, todo lo que suponemos que puede pasar en el futuro nos inquieta, la situación económica nos quita el sueño y hasta discutimos con las personas que más queremos. Cuando el estrés y la tensión sobrepasan el límite de lo que podemos manejar, comenzamos a perder nuestro bienestar y la capacidad de orientar nuestra vida.

Esta época de fin de año es justamente la más propicia para acelerar nuestro modo de vida: el cierre laboral de año, las compras navideñas, las vacaciones, los exámenes y todo lo que implica la culminación del año hace que vivamos un estado de aceleración, de estrés, e incluso de irritabilidad.

Pero no es huyendo de las situaciones difíciles como éstas se solucionan, pues huir nos obligará a repetir las mismas situaciones en otro momento, porque seguirá siendo un tema pendiente por resolver. Vale la pena reunir el valor y las herramientas necesarias para afrontarlas y resolverlas.

Ante estas situaciones, es necesario identificar los elementos que nos están acelerando, revisar las rutinas diarias y tratar de resolver las dificultades, siempre reconociendo las capacidades y posibilidades que tenemos, no se puede dominar lo que no depende de nosotros, hay que vivir el presente, con mucha seguridad y confianza en las capacidades de cada uno.

Texto: Alma García
Locución: Alina Tufani







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