“Juan Bautista, más que un profeta”: Segunda meditación de Adviento
Viernes, 14 dic (RV).- A las nueve de la mañana en la capilla Redemptoris Mater del
Palacio Pontificio, en presencia de Su Santidad el Papa, ha tenido lugar la segunda
meditación de Adviento a cargo del fraile capuchino, padre Raniero Cantalamessa, predicador
de la Casa Pontificia. El tema abordado hoy ha sido “Juan Bautista, más que un profeta”.
“Una reflexión sobre Juan Bautista -ha dicho en su meditación el predicador-,
es la manera mejor para ponernos en sintonía con la liturgia del Adviento”. Hay una
progresión en este tiempo de Adviento: “en la primera semana la voz que sobresale
es la del profeta Isaías que anuncia el Mesías desde lejos; en la segunda y tercera
semana es la voz del Bautista que anuncia a Cristo presente; en la última semana el
profeta y el precursor dan paso a la Madre que lleva en su seno” al Redentor.
“Entre
la misión de Juan y la misión de Jesús ocurre algo decisivo que constituye una línea
divisoria entre dos épocas -ha explicado el fraile capuchino. Se desplaza el baricentro
de la historia: la cosa más importante ya no es para un futuro más o menos inminente,
sino que “está ahora y aquí”, en el reino, que es ya operante en la persona de Cristo.
Entre las dos predicaciones se ha producido un salto de cualidad: el más pequeño del
nuevo orden es superior al más grande del orden precedente”.
Hablando de este
cambio, el padre Raniero Cantalamessa ha sacado a colación el libro de Benedicto XVI
“Jesús de Nazaret” y ha dicho que “para que se llegara a aquel contraste radical que
significó la entrega de Cristo a los romanos, tenía que haber ocurrido algo muy dramático”.
El elemento “grande, nuevo y excitante” que se produjo entonces proviene de la llegada
de Cristo entre nosotros; en la fe, en la vida de la comunidad viene desplegado, pero
no creado. “Es más, la comunidad no se hubiera ni tan sólo formado y no hubiera sobrevivido
si no hubiera sido porque fue precedida por una realidad extraordinaria”. Jesús ocupa
“el centro del tiempo”. Con su llegada divide la historia en dos partes, creando un
“antes” y un “después” absolutos.
“El contraste entre el Bautista y Jesús cristaliza
en el Nuevo Testamento con el bautismo del agua y el bautismo del Espíritu”, -ha proseguido
en su reflexión el padre Cantalamessa. “¿Qué quiere decir que Jesús bautiza en el
Espíritu Santo? La expresión no sirve para distinguir el bautismo de Jesús del de
Juan; sirve para distinguir la entera persona y obra de Cristo de la del Precursor.
Bautizar tiene aquí un significado metafórico -ha señalado el predicador. Quiere decir
inundar, envolver por todas las partes, como el agua con los cuerpos sumergidos en
ella”.
La expresión “bautizar en el Espíritu” define la obra esencial del Mesías,
que en los profetas del Antiguo Testamento está orientada a regenerar la humanidad
mediante una gran y universal efusión del Espíritu de Dios”. Jesús no bautiza en el
Espíritu Santo sólo en el sacramento del bautismo, sino también de manera diversa
en la Eucaristía, en la escucha de la Palabra, y en general, en todos los medios de
gracia”, ha señalado el predicador de la casa pontificia.
Reflexionado
sobre el bautismo del Espíritu, el fraile capuchino ha recordado que este año se celebra
el cuarenta aniversario de la fundación del movimiento de la Renovación carismática
en la Iglesia católica, que en pocos años ha llegado a más de 80 millones de católicos.
Un movimiento que pone en el centro de su experiencia los efectos del bautismo del
Espíritu, la vitalidad de la fe: “Jesús es una persona viva. La oración y los sacramentos
son verdaderamente nuestro pan cotidiano y no sólo genéricas prácticas piadosas”.
El padre Cantalamessa ha invitado a todos “a no quedarnos fuera de esta corriente
de gracia que atraviesa a la Iglesia del post Concilio”.
El predicador ha terminado
su comentario volviendo de nuevo sobre la figura de Juan el Bautista. “Él nos puede
iluminar sobre cómo resolver nuestra tarea profética en el mundo de hoy”. Los profetas
anteriores a Juan anunciaban la salvación futura, el Precursor indica a uno que está
presente. El bautista ayuda al pueblo a franquear la barrera, a dar un paso más allá
de las apariencias, del escándalo, de la banalidad y de la pobreza con la que la hora
fatídica se manifiesta”. Y lo hace con estas palabras: “Con vosotros está y no lo
conocéis”. Juan Bautista inaugura la nueva profecía, la del tiempo de la Iglesia,
que no consiste en anunciar una salvación futura y lejana, sino en revelar la presencia
encubierta de Dios en el mundo”.