2007-12-13 16:29:03

Nuevo llamamiento de Benedicto XVI a los responsables de las naciones en favor del diálogo y de la esperanza de los pueblos en favor de la paz para toda la humanidad


Jueves, 13 dic (RV).- Benedicto XVI ha dirigido este jueves un nuevo llamamiento a los responsables de las naciones en favor del diálogo y de la esperanza de los pueblos que anhelan la justicia en la distribución de las riquezas -naturales y económicas- impulsando los valores humanos y morales, en particular de la juventud, en favor de la paz para toda la humanidad.

Al recibir, esta mañana, a los nuevos embajadores de Tailandia, Seychelles, Namibia, Gambia, Suriname, Singapur y Kuwait, el Papa ha recordado la «importancia en el mundo actual» de la diplomacia: «Para mostrar que, en todas las situaciones de la vida internacional, el diálogo debe ser más fuerte que la violencia y que el anhelo de paz y de fraternidad debe prevalecer sobre las oposiciones y el individualismo, que no conducen sino a tensiones y rencores que no ayudan a construir sociedades reconciliadas».

En este contexto, Benedicto XVI ha pronunciado su llamamiento que ha extendido más allá de las fronteras de los siete países cuyos embajadores han presentado sus Cartas Credenciales: «Por medio de vosotros, deseo lanzar un nuevo llamamiento para que todas las personas que desempeñan una función en la vida social y todos los que participan en el gobierno de las naciones, hagan todo lo que está a su alcance para devolver esperanza a los pueblos que han recibido el encargo de conducir. ¡Qué puedan tener en cuenta sus aspiraciones más profundas y hacer que todos puedan beneficiarse del producto de las riquezas naturales y económicas de sus países, según los principios de la justicia y de la equidad!»

En esta perspectiva, el Papa ha puesto de relieve la atención especial que merece la juventud -«primera riqueza de un país»- cuya educación integral –no sólo técnica y científica sino también humana y moral- es una necesidad primordial.

Y, dirigiéndose también a las instituciones de la Comunidad internacional, comprometidas en la lucha contra el analfabetismo y en favor de la formación y educación, el Santo Padre ha recordado que es «un modo importante para luchar contra la desesperanza que llevan en el corazón algunos jóvenes y que es el origen de numerosos actos de violencia, individuales o colectivos». Benedicto XVI ha reiterado el compromiso inquebrantable de la Iglesia católica en favor de la educación: «Por su parte, la Iglesia católica, gracias a sus numerosas instituciones educativas, se compromete sin cesar con todos los hombres de buena voluntad, en el frente de la formación global de los jóvenes. Aliento a todas las personas que participan en esta bella misión de la educación de la juventud para que prosigan incesantemente su tarea, con la seguridad de que formar correctamente a los jóvenes prepara un futuro prometedor».

Saludando a las autoridades civiles y religiosas de Tailandia, Seychelles, Namibia, Gambia, Suriname, Singapur y Kuwait, Benedicto XVI ha asegurado asimismo su cercanía y oraciones a las comunidades católicas presentes en estas naciones, alentándolos a proseguir su misión y testimonio al servicio de todos.

Como es tradicional, después de la alocución que ha dirigido en francés a los nuevos embajadores, el Papa ha dedicado un discurso de bienvenida a cada uno de ellos. Entre los temas tratados sobre la realidad de Tailandia, Benedicto XVI ha reiterado el compromiso activo de la Iglesia católica en su acción caritativa en favor de los pobres y de los que sufren, en particular en lo que concierne a los dramas del Sida, de la prostitución y del tráfico y explotación sexual de mujeres y niños, que sigue afligiendo a los países de esta región del mundo.

«La complejidad de esta aberrante explotación humana requiere una respuesta internacional concertada», ha señalado el Santo Padre con el anhelo de que Tailandia prosiga su compromiso también internacional y que semejantes crímenes no queden en la impunidad. Asimismo, el Papa ha expresado su satisfacción por los avances de las instituciones democráticas en este país asiático.

Destacando la dimensión integral del hombre, en su discurso al embajador de Namibia y a la embajadora de Gambia, Benedicto XVI se refirió también a la tragedia particularmente alarmante del Sida en África, asegurando que la Iglesia católica seguirá asistiendo a quienes sufren esta enfermedad y a sus familiares. Y recordando - para erradicar esta pandemia - la concepción cristiana del amor y de la sexualidad humana, sin olvidar la verdad sobre el matrimonio, comunión exclusiva de amor y de fidelidad entre un hombre y una mujer.

En lo que respecta a Gambia, el Santo Padre manifestó su aprecio por las «cordiales y pacíficas relaciones que existen en esta nación entre los miembros de las diferentes religiones, asegurando sus rezos para que este buen clima se siga consolidando y que nunca quede oscurecido por las influencias de ideologías que usan la religión con fines políticos.

«Entre las grandes riquezas de Seychelles se encuentra la familia, que crece en el amor entre marido y mujer, abiertos al don de los hijos», ha subrayado también el Papa en su discurso al nuevo embajador de esta república, alentando los «esfuerzos de todas las personas de buena voluntad, en cada ámbito nacional y político, a garantizar y fortalecer la genuina identidad de la vida familiar, promoviendo y defendiendo esta institución fundamental. En particular ayudando a las familias jóvenes y apoyando a los padres en sus responsabilidades de ser los primeros educadores de sus hijos. Pues «el futuro de los estados depende ampliamente de las familias».

Dirigiéndose al embajador de Kuwait, un país que ha conocido los efectos devastadores de la guerra, el Papa ha elogiado el papel que sigue ocupando en el delicado proceso de reconciliación en Oriente Medio. En el contexto del diálogo interreligioso e intercultural para la promoción de la paz, Benedicto XVI ha observado, con satisfacción el incremento de los contactos entre musulmanes y cristianos. Y citando su mensaje para Jornada Mundial de la Paz de 2007, el Papa ha recordado que “en un mundo donde la intolerancia, la violencia y la opresión son a menudo propuestos como la solución de desacuerdos y conflictos, es más urgente que nunca una ‘ecología humana’ que sea capaz de expulsar esos males y sembrar aquellas virtudes que promoverán el crecimiento de una cultura realmente humana de honestidad, solidaridad y concordia”.

En el mismo grupo se encontraba el embajador de Singapur, uno de los países más desarrollados del Sudeste asiático, y que, como ha subrayado el Santo Padre en su discurso contribuya de forma significativa en el avance económico y social de la región. “El éxito económico, sin embargo, ha dicho el Papa, necesita una base ética firme ética si quiere producir beneficios duraderos para la sociedad”.

En este contexto el Pontífice ha animado los esfuerzos del gobierno de Singapur para implicar a todos los ciudadanos y grupos en la vida política y social, para promocionar aquellos valores auténticos que residen en el corazón de una sociedad sana.

Benedicto XVI ha indicado como en los últimos años se ha producido una escalada trágica del terrorismo internacional, a menudo vinculado a motivos religiosos, y el sudeste asiático también ha sido víctima de los efectos de este inquietante desarrollo. En este sentido el Papa ha asegurado el firme rechazo de la Santa Sede a la manipulación de la religión con objetivos políticos, y sobre todo del intento de justificar la violencia por esta causa.

El Santo Padre ha destacado también la riqueza étnica y religiosa que caracteriza Suriname, así como la activa acción de este país en los ámbitos de la comunidad internacional, en favor del diálogo y la cooperación, también en lo que respecta al narcotráfico y a la lucha contra la corrupción.

 







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