Audiencia general: el Papa prosigue presentando la galería de padres de la Iglesia
de los orígenes
Miércoles, 5 dic (RV).- Benedicto XVI ha dedicado hoy su catequesis de la Audiencia
General a la figura de san Cromacio, obispo de Aquileya, otro pionero de la fe del
siglo IV “que ejerció su ministerio con audacia y energía” “en un período borrascoso,
sabiendo consolar a sus fieles y abriendo su alma a la confianza en Dios”.
La
Iglesia, como María, es "Virgen y madre". Lo ha afirmado Benedicto XVI en el curso
de la Audiencia general de esta mañana, recordando la "doctrina tersa y precisa" de
San Cromacio, padre de la Iglesia de los orígenes, para el cual "María es la virgen
evangélica, capaz de acoger a Dios: la ovejita inmaculada e inviolada que ha dado
a luz al cordero recubierto de púrpura". Son imágenes de la antigua tradición cristiana,
que definían a “la Iglesia única”, “nacida de la sangre de Cristo, vestida con una
tela preciosa tejida por el Espíritu Santo” pero también “como una nave sobre el mar
tempestuoso”, en el cual a pesar de todo “florece la fraternidad y la concordia”.
El Papa en su catequesis ha explicado a los 10 mil peregrinos congregados
junto a él en el Aula Pablo VI del Vaticano, que “no hay ninguna duda de que esta
nave es la Iglesia” y que también en aquel tiempo “las aguas estaban muy agitadas”.
Hablando de la vida y de la obra de san Cromacio, obispo de Aquileya, Benedicto XVI
ha dicho que defendió a su comunidad cristiana de la herejía arriana (que negaba la
naturaleza de Jesús) y también de los ataques y las incursiones de los pueblos bárbaros.
Aquileya, ferviente centro de vida cristiana, en aquellos tiempos era una de las sedes
episcopales más importantes de Occidente y cubría una vasta zona del imperio, la décima
región, ocupada hoy por las actuales Suiza, Baviera, Austria, Eslovenia y Hungría.
El
Pontífice ha subrayado la gran fe que tuvo el obispo Cromacio, el cual desarrolló
su ministerio episcopal en tiempos difíciles, utilizando en sus sermones y comentarios
al Evangelio “un lenguaje fresco, vivaz e incisivo” y aconsejando a sus fieles para
que no perdieran nunca la fe en Dios ante las dificultades y los obstáculos: “es Dios
quien combate y quien consigue la victoria al final para nosotros, -decía- pero para
que realice esto debemos rezarle lo más que podamos: invocarlo en las tribulaciones.
Dios nos conoce a cada uno de nosotros, nos quiere y nos perdona siempre”.
“Cromacio
fue sapiente maestro y acérrimo pastor” lo ha definido el Santo Padre. Su primer y
principal empeño fue el de ponerse a la escucha de la Palabra de Dios, para después
ser capaz de anunciarla: en sus enseñanzas, de hecho, parte de la Palabra para volver
siempre a ella”. Entre las temáticas que más destacó en sus escritos, el Papa ha destacado
sobre todo el misterio trinitario, que contempla en su revelación la historia de la
salvación y el del Espíritu Santo.
Benedicto XVI reproponiendo la actualidad
de san Cromacio ha exhortado también a todos los católicos a orar a Dios para que
nos libere y nos proteja de “cualquier incursión de los enemigos”. “La exhortación
de Cromacio es aún valida -ha dicho el Papa- subrayando la actualidad de la oración
en especial modo en este periodo de Adviento antes de la Navidad.
Este ha sido
el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI.
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy nos detenemos en la figura
de San Cromacio, que nació, en torno al año trescientos cuarenta y cinco, en Aquileya,
ferviente centro de vida cristiana situado en la Décima región del Imperio Romano,
la Venetia et Histria. En su familia aprendió a amar y a conocer a Cristo. Fue ordenado
diácono y luego presbítero. Como experto de Valeriano, entonces Obispo de Aquileya,
participó en el Sínodo que se convocó en esa ciudad para luchar contra los últimos
residuos de arrianismo que había en Occidente. Fue elegido posteriormente Obispo de
Aquileya y recibió la consagración episcopal de San Ambrosio. Ejerció su ministerio
con audacia y energía en un vastísimo territorio, por lo cual se ganó la estima de
la Iglesia de su tiempo. Murió, muy probablemente, exiliado en Grado, el año cuatrocientos
siete, el mismo en que san Juan Crisóstomo. En un período borrascoso como el suyo,
este preclaro Pastor supo consolar a sus fieles abriendo su alma a la confianza en
Dios con un lenguaje fresco, vivaz e incisivo. De San Cromacio se conservan unos cuarenta
sermones y más de sesenta comentarios al Evangelio de San Mateo, en donde aborda principalmente
temáticas relacionadas con la Trinidad, el Espíritu Santo, el misterio de Cristo y
la relación de la Virgen María con la Iglesia.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular, al coro “Schola Gregoriana”
de Madrid y a los grupos venidos de Sevilla, Murcia y de otros lugares de España y
de Latinoamérica. A ejemplo de san Cromacio, invoquemos al Señor en medio de nuestras
tribulaciones. Muchas gracias.
Como siempre el saludo final, el Papa lo
ha dedicado y dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Nos
estamos preparando para celebrar dentro de pocos días -ha dicho el Santo Padre- la
solemnidad de la Virgen Inmaculada. Que sea ella quien os guíe, queridos jóvenes,
en vuestro camino de adhesión a Cristo. Para vosotros, queridos enfermos, que ella
sea quien os sostenga en el sufrimiento y suscite en vosotros renovada esperanza,
y que también sea ella quien os guíe a vosotros, queridos esposos en el descubrimiento
cada vez más profundo del amor de Cristo.