El beato Ceferino Namuncurá, primer indígena argentino elevado al honor de los altares
Martes, 13 nov (RV).- En nombre de Benedicto XVI, su Secretario de Estado, cardenal
Tarcisio Bertone proclamó beato a Ceferino Namuncurá, primer indígena argentino elevado
al honor de los altares. En una ceremonia multitudinaria, el pasado domingo, en el
pequeño pueblo de Chimpay, donde había nacido el nuevo beato, en la provincia argentina
de Río Negro, en Patagonia, y ante unas doscientas mil personas, el cardenal. Bertone,
leyó también un mensaje del Papa.
Mensaje en el que Benedicto XVI invitó a
«rezar al beato Ceferino para que interceda en favor de todo el pueblo argentino».
Asimismo el Pontífice elevó su gratitud al Señor por el «testimonio extraordinario
de este beato que, animado por su devoción a la Eucaristía y por su amor a Cristo,
deseaba ser salesiano y sacerdote para mostrar el camino hacia el cielo a sus hermanos
mapuches».
En su homilía, el cardenal Bertone, recordó el apego de Ceferino
a su tierra y a sus raíces indígenas, su fe cristiana aprendida de san Juan Bosco
– que soñó y amó la Patagonia - y de santo Domingo Savio, así como su devoción a
la Virgen bajo la advocación de María Auxiliadora.
La fiesta litúrgica del
beato Ceferino será el 26 de agosto, día en que había nacido en 1886. Su anhelo era
el de ser sacerdote, pero debilitado en su salud por una tuberculosis viajó a Roma
donde murió el 11 de mayo de 1905. Entre los miles de fieles que participaron en su
beatificación había numerosos mapuches con sus vestimentas tradicionales. También
acudió la señora que recibió el milagro que posibilitó esta beatificación, al quedar
curada de un cáncer de útero por intercesión de Ceferino.
Su vida es un mensaje
de santidad, vivida en el compromiso serio frente a la realidad de su gente, y es
manifestación de que asumió el Evangelio como camino y proyecto. Sobre este mensaje
de santidad como proyecto de vida nos habla el rector de la pontificia Universidad
Santa Cruz, mons. Mariano Fazio.
Ceferino supo
llevar a puerto el sueño de don Bosco: evangelizar, llevar la misión a la Patagonia.
Sin duda el Espíritu de Dios recibido en el bautismo le abrió los ojos y creciendo
en el conocimiento de Cristo fue descubriendo en él una llamada más profunda: ser
sacerdote y misionero de su pueblo, como nos explica mons. Octavio Ruiz Arenas, vicepresidente
de la Pontificia Comisión para América Latina.
Un beato mapuche,
como Ceferino, representa para la Iglesia y para Argentina un gozo inmenso. Sobre
la importancia de su figura, oigamos ahora a un argentino como él: el maestro general
de la Orden de los Dominicos, el padre Carlos Aspiroz Costa.