A la hora del ángelus, en la Solemnidad de Todos los Santos, el Papa afirma que estamos
llamados a la santidad, que consiste en vivir como hijos de Dios en esa “semejanza”
con Él, según la cual hemos sido creados
Jueves, 01 nov (RV).- El Santo Padre, antes de rezar el Ángelus, en el que ha confirmado
también que todos los seres humanos son hijos de Dios, dijo que todos deben convertirse
en lo que son, por medio del camino exigente de la libertad. Dios, añadió el Papa,
invita a todos a formar parte de su pueblo santo.
En la Solemnidad de Todos
los Santos, nuestro corazón, atravesando los confines del tiempo y del espacio, se
dilata a las dimensiones del cielo. Con estas palabras Benedicto XVI ha comenzado
su breve alocución previa al rezo mariano del Ángelus ante miles de peregrinos congregados
en la Plaza de san Pedro para rezar con el Papa la plegaria mariana y ha proseguido:
En
los albores del Cristianismo, a los miembros de la Iglesia se les llamaba también
“los santos”. En la primera Carta a los Corintios, por ejemplo, san Pablo se dirige
“a aquellos que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos junto
a todos aquellos que en todo lugar invocan el nombre del Nuestro Señor Jesucristo”.
En
efecto, el cristiano, es ya santo, porque el Bautismo lo une a Jesús y a su misterio
pascual, pero al mismo tiempo debe convertirse, conformarse a Él, cada vez, más íntimamente.
A veces, ha recordado el Papa, se piensa que la santidad sea una condición de privilegio
reservada a pocos elegidos. En realidad, ser santo es el deber de cada cristiano,
es más, podemos decir, ¡de cada hombre! Escribe el Apóstol que Dios desde siempre
nos ha bendecido y nos ha elegido en Cristo para “ser santos e inmaculados en su presencia,
en el amor”.
Todos los seres humanos estamos llamados a la santidad, que en
última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en aquella “semejanza” con
Él, según la cual han sido creados. Todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos
deben convertirse en aquello que son, por medio del camino exigente de la libertad.
Dios invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El “Camino” es Cristo, el Hijo,
el Santo de Dios: nadie va al Padre sino es por medio de Él (cf Jn14,6).
Benedicto
XVI ha recordado que con sabiduría la Iglesia ha puesto en estrecha sucesión la fiesta
de Todos los Santos y la Conmemoración de todos los fieles difuntos.
A nuestra
oración de alabanza a Dios y de veneración de los espíritus beatos, que hoy la liturgia
nos presenta como “una inmensa multitud, que nadie podía contar, de cada nación, raza,
pueblo y lengua”, a este coro de beatos se une la oración de sufragio por aquellos
que nos han precedido en el tránsito de este mundo a la vida eterna.
A estos,
ha indicado el Santo Padre, mañana dedicaremos de manera especial nuestra oración
y por ellos celebraremos el sacrificio eucarístico. Verdaderamente, cada día la Iglesia
nos invita a rezar por ellos, ofreciendo también los sufrimientos y las fatigas cotidianas
para que, purificados completamente, sean admitidos para gozar eternamente la luz
y la paz del Señor. Y el Santo Padre ha finalizado su alocución recordando a la Madre
de Dios con unas palabras de Dante:
En el centro de la asamblea de los Santos,
resplandece la Virgen María, “humilde y alta más que criatura”. Poniendo nuestra mano
en la suya, nos sentimos animados a caminar con más empuje en el camino de la santidad.
A Ella encomendamos nuestros queridos difuntos, con la íntima esperanza de encontrarnos
un día todos juntos, en la comunión gloriosa de los Santos.
Tras el rezo del
Ángelus y del responso por los fieles difuntos el Santo Padre Benedicto XVI ha saludado
en varias lenguas. En sus palabras en español, Benedicto XVI deseó que la fidelidad
de los Santos a la voluntad de Dios «nos estimule a avanzar con humildad y perseverancia
en el camino de la santidad, siendo en todas partes testigos valientes de Cristo».
Este
ha sido su saludo en español:
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua
española que participan en esta oración mariana del Ángelus. En la solemnidad de Todos
los Santos, la Iglesia se goza al contemplar a tantos hijos suyos que, a través de
los siglos, han llegado a la casa del Padre. Ellos nos acompañan con su intercesión.
Que su fidelidad a la voluntad de Dios nos estimule a avanzar con humildad y perseverancia
en el camino de la santidad, siendo en todas partes testigos valientes de Cristo.
Dirigiéndose a
los peregrinos de lengua italiana, Benedicto XVI, les ha recordado los coros innumerables
de Santos y santas que han nacido y vivido en Italia y ha animado al pueblo italiano
a seguir siempre su ejemplo conservando los valores evangélicos, para tener elevado
el perfil moral de la convivencia civil.