Apremiante llamamiento de Benedicto XVI a la comunidad internacional “para liberar
del hambre a millones de seres humanos cuyas vidas están en peligro por falta del
pan cotidiano”
Martes, 16 oct (RV).- Benedicto XVI ha enviado un mensaje al director general de la
FAO, Jacques Diouf, en ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación que como cada
año se celebra el 16 de octubre. El Papa señala que el tema elegido para esta Jornada,
“El derecho a la alimentación”, abre idealmente las reflexiones que la Comunidad internacional
se prepara a hacer con ocasión de las celebraciones por el 60° aniversario de la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre. Una coincidencia que ayuda a pensar en la importancia
que el derecho a la alimentación tiene para la feliz consecución de otros derechos,
empezando ante todo por el derecho fundamental a la vida.
El Santo Padre recuerda
que “los esfuerzos realizados hasta ahora no parecen haber disminuido significativamente
el número de hambrientos en el mundo. Y esto es debido quizás a que se tiende a actuar
motivados, sólo por consideraciones técnicas, económicas y materiales olvidando la
prioridad de la dimensión ética” del “dar de comer a los hambrientos”. Por otro lado
el Papa constata que “cada vez son más numerosas las personas que, a causa de la pobreza
o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a buscar sustento fuera de su tierra”.
Es necesario, por tanto, afirma el Pontífice que madure en la Comunidad de las Naciones
una conciencia solidaria que considere la alimentación como un derecho universal,
sin distinciones ni discriminaciones.
“El objetivo de erradicar el hambre
requiere también métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los
recursos que respete el patrimonio de la creación, dejando a un lado razones exclusivamente
económicas y egoístas”. Benedicto XVI escribe que el derecho a la alimentación tiene
una repercusión inmediata tanto en su dimensión individual como comunitaria, que afecta
a pueblos enteros y grupos humanos. Es apremiante, pues, un empeño común y concreto
en el que todos los miembros de la sociedad, tanto en el ámbito individual como internacional,
se sientan comprometidos a cooperar para hacer posible el derecho a la alimentación,
cuyo incumplimiento constituye una violación evidente de la dignidad humana y de los
derechos que derivan de ella.
MENSAJE COMPLETO
Excelentísimo
Señor Jacques Diouf Director General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
1.
Este año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) que usted dirige, al recordar una vez más su fundación, invita a la Comunidad
internacional a tratar sobre uno de los desafíos más graves de nuestro tiempo: liberar
del hambre a millones de seres humanos, cuyas vidas están en peligro por falta del
pan cotidiano. El tema elegido para esta Jornada, “El derecho a la alimentación”,
abre idealmente las reflexiones que la Comunidad internacional se prepara a hacer
con ocasión de las celebraciones por el 60° aniversario de la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre. Esta coincidencia ayuda a pensar en la importancia que
el derecho a la alimentación tiene para la feliz consecución de otros derechos, empezando
ante todo por el derecho fundamental a la vida. Debemos constatar que los
esfuerzos realizados hasta ahora no parecen haber disminuido significativamente el
número de hambrientos en el mundo, a pesar de que todos reconocen que la alimentación
es un derecho primario. Esto es debido quizás a que se tiende a actuar motivados,
sólo o principalmente, por consideraciones técnicas y económicas, olvidando la prioridad
de la dimensión ética del “dar de comer a los hambrientos”. Esta prioridad atañe al
sentimiento de compasión y solidaridad propio del ser humano, que lleva a compartir
unos con otros no sólo los bienes materiales, sino el amor del que todos tenemos necesidad.
Efectivamente, damos demasiado poco si sólo ofrecemos cosas materiales.
2. Los
datos disponibles muestran que el incumplimiento del derecho a la alimentación se
debe no sólo a causas de tipo natural sino, sobre todo, a situaciones provocadas por
el comportamiento de los hombres y que desembocan en un deterioro general de tipo
social, económico y humano. Cada vez son más numerosas las personas que, a causa de
la pobreza o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a dejar sus casas y sus seres
queridos para buscar sustento fuera de su tierra. No obstante los compromisos internacionales,
muchas de ellas son rechazadas. Es necesario, por tanto, que madure entre
los miembros de la Comunidad de las Naciones una conciencia solidaria que considere
la alimentación como un derecho universal de todos los seres humanos, sin distinciones
ni discriminaciones.
3. El objetivo de erradicar
el hambre y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere
también métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos
que respete el patrimonio de la creación. Trabajar en esta dirección es una prioridad
que conlleva no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación
y de las tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza
conocidos por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales
de las comunidades indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente
económicas. El derecho a la alimentación, por lo que implica, tiene una
repercusión inmediata tanto en su dimensión individual como comunitaria, que afecta
a pueblos enteros y grupos humanos. Pienso de modo particular en la situación de los
niños - primeras víctimas de esta tragedia-, retrasados a veces en su desarrollo físico
y psíquico y, en tantas ocasiones, obligados a un trabajo forzado o alistados entre
los grupos armados a cambio de recibir unos pocos alimentos. A este respecto, pongo
mi esperanza en las iniciativas que se han emprendido a nivel multilateral para favorecer
la alimentación escolar y que permiten a comunidades enteras, cuya supervivencia está
amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza hacia su futuro. Es
apremiante, pues, un empeño común y concreto en el que todos los miembros de la sociedad,
tanto en el ámbito individual como internacional, se sientan comprometidos a cooperar
para hacer posible el derecho a la alimentación, cuyo incumplimiento constituye una
violación evidente de la dignidad humana y de los derechos que derivan de ella.
4.
El conocimiento de los problemas del mundo agrícola y de la inseguridad alimenticia,
la capacidad demostrada para proponer planes y programas de solución, son un mérito
fundamental de la FAO y dan testimonio de una aguda sensibilidad por las aspiraciones
de cuantos reclaman condiciones de vida más humanas. En este momento en
el que hay tantos problemas de esta índole, aunque también se entrevén nuevas iniciativas
que pueden contribuir a aliviar el drama del hambre, les aliento a ustedes a seguir
trabajando para que se garantice una alimentación que responda a las necesidades actuales
y así cada persona, creada a imagen de Dios, pueda crecer según su verdadera dimensión
humana. La Iglesia Católica se siente cercana a ustedes en este esfuerzo
y, a través de sus diversas instituciones, desea continuar colaborando para sostener
los anhelos y las esperanzas de aquellas personas y pueblos hacia los cuales se dirige
la acción de la FAO. Éstas son, Señor Director General, algunas reflexiones
que deseo proponer a la atención de quienes, con diferentes responsabilidades, trabajan
para ofrecer a la familia humana un porvenir libre del drama del hambre, a la vez
que invoco sobre ustedes y sobre sus trabajos la constante bendición del Altísimo.