Mons. Filoni, enviado del Papa al Santuario Mariano de Nuestra Señora del Rosario
de Pompeya, recuerda las palabras de Juan Pablo II: “La familia que reza unida, permanece
unida”
Domingo, 7 oct (RV).- La fiesta de este primer domingo de octubre, la fiesta litúrgica
de Nuestra Señora del Rosario, ha tenido hoy, naturalmente, una celebración especial
en la Ciudad de Pompeya, cerca de Nápoles, donde se encuentra el santuario mariano
de Pompeya. Se trata de una celebración rica de contenidos de fe, de cultura y de
devoción mariana. Es una fiesta de piedad popular que ve reunidos en torno a la venerada
imagen de la Virgen, no sólo gente del sur, sino de todas las parte de Italia y del
mundo.
Allí ha presidido la celebración Eucarística, el enviado del Papa,
el arzobispo Francisco Fernando Filoni, sustituto de la Secretaría de Estado para
los Asuntos Generales. En su homilía Mons. Filoni ha dicho que el Santo Padre le había
encargado que llevase su saludo, su bendición y su cercanía espiritual. Precisamente
este santuario desde sus orígenes es testimonio del afecto y de la oración por la
persona del Papa, y por su misión universal en favor de la Iglesia en el mundo.
En esta fiesta mariana se renueva la invitación para que nos dirijamos con
confianza a María a través de la antigua y siempre nueva oración del Rosario. A este
propósito Mons. Filoni ha recordado las palabras escritas por el Papa Juan Pablo II
en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae: “La familia que reza unida,
permanece unida”.
“El Rosario por antigua tradición -ha afirmado el arzobispo-
se presta particularmente a ser una oración en la que la familia se reencuentra”.
El Rosario es pues, la oración familiar. Así como las cuentas del rosario unidas una
a otra forman una única cadena ininterrumpida de muchos elementos estrechamente unidos
el uno al otro, así nuestras familias y sus miembros están íntimamente unidos el uno
con el otro, formando todos juntos una única y armónica comunidad familiar. Esto
especialmente es necesario, ha recordado el sustituto de la Secretaría de Estado,
cuando tenemos que afrontar dificultades o situaciones particularmente comprometidas.
Invocando a la Virgen, invocamos su ayuda y su materna protección. María, que con
su “sí” a la llamada del Señor ha acogido en su seno y ha ofrecido el Salvador al
mundo, es testigo de esperanza en este mundo, atravesado de tantas insidias e inseguridades,
y continúa ofreciéndonos a todos a su hijo, Jesús, como ilustra la imagen de Nuestra
Señora del Rosario de Pompeya.