2007-10-04 15:18:35

El Papa expone al embajador italiano la posición de la Santa Sede que “no pretende privilegios, ni aspira a posiciones de ventaja económico o social”


Jueves, 4 oct (RV).- “La Iglesia no se propone miras de poder, ni pretende privilegios ni aspira a posiciones de ventaja económica o social”. Lo ha afirmado Benedicto XVI al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede. “Su único objetivo -señala el Papa - es servir al hombre, inspirándose como norma suprema de conducta en las palabras y en el ejemplo de Jesucristo”.

Benedicto XVI ha recibido esta mañana en el Vaticano las cartas credenciales del nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede Antonio Zanardi Landi. En su discurso, el Papa ha destacado la “independencia y la autonomía” que tienen la Comunidad política y la Iglesia, cada una en su campo, “aunque ambas estén al servicio de la vocación personal y social de las mismas personas”. Este principio, ya enunciado en el Concilio Vaticano II, ha recordado el Santo Padre, funda las relaciones entre la Santa Sede y el Estado Italiano, como consta en el Acuerdo que, en 1984, aportó una serie de modificaciones al Concordato Lateranense.

Pero desde siempre “los vínculos de amistad y la cooperación han caracterizado estas relaciones”, en las que “se reafirma -ha dicho el Papa- la independencia y la soberanía del Estado y de la Iglesia y la recíproca colaboración para la promoción del hombre y del bien de la entera comunidad nacional”. “En la consecución de este objetivo, la Iglesia no se propone miras de poder, ni pretende privilegios o aspira a posiciones de ventaja económica o social.

Su único objetivo -señala Benedicto XVI- es servir al hombre, inspirándose como norma suprema de conducta en las palabras y en el ejemplo de Jesucristo”. “Es por ello -prosigue el Pontífice- que la Iglesia católica pide ser considerada por su específica naturaleza, para poder desarrollar libremente su peculiar misión para el bien no sólo de sus propios fieles, sino de todos los italianos”.

Tampoco la Iglesia entiende ser ningún agente político, aunque tenga “un interés profundo -prosigue el Santo Padre- en el bien de la comunidad política, cuya alma es la justicia”. Por lo tanto “con su doctrina social, argumentada a partir de lo que es común a la naturaleza de todo ser humano, la Iglesia contribuye a hacer que lo que es justo, pueda ser eficazmente reconocido y realizado”.

El Papa desea que la colaboración entre todas las instituciones del país contribuya no solo a custodiar celosamente la herencia cultural y espiritual que caracteriza Italia, sino que además sea un estímulo en la búsqueda de nuevos caminos para afrontar de manera adecuada los grandes desafíos de nuestra época. Entre ellos Benedicto XVI ha destacado la defensa de la vida del hombre, la tutela de todos los derechos de la persona y de la familia, la construcción de un mundo solidario, el respeto por la creación y el diálogo intercultural e interreligioso.







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