Ordenación episcopal: Benedicto XVI exhorta a los seis nuevos obispos a ser “mensajeros
de Dios para los hombres”, ángeles que nos aparten de los caminos equivocados y nos
conduzcan siempre hacia Él
Sábado, 29 sep (RV).- El Santo Padre, celebrando en la basílica vaticana esta mañana
la ordenación episcopal de seis nuevos obispos, ha recordado que los primeros cristianos
llamaban a sus pastores “ángeles de su Iglesia”, indicando así que deben ser “hombres
de Dios”, “mensajeros de Dios a los hombres”.
Benedicto XVI en el curso de
una solemne misa celebrada en la Basílica de San Pedro ha consagrado esta mañana a
6 nuevos obispos. Se trata de Mons. Mieczysław Mokrzycki, arzobispo coadjutor electo
de Lviv de los latinos, en Ucrania; Mons. Francesco Giovanni Brugnaro, arzobispo de
Camerino-San Severino Marche; Mon. Gianfranco Ravasi, biblista de fama internacional
y nuevo presidente del Pontificio Consejo para la Cultura y de la Pontificia Comisión
para los Bienes Culturales de la Iglesia y de Arqueología Sacra; Mons. Tommaso Caputo,
nuncio apostólico en Malta y Libia; Mons. Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto
Vaticano; y Mons. Vincenzo di Mauro, secretario de la Prefectura de Asuntos económicos
de la Santa Sede.
El Santo Padre, que se ha trasladado en helicóptero desde
Castelgandolfo al Vaticano para esta ordenación episcopal, ha centrado su homilía
haciendo directa alusión a la festividad litúrgica de hoy. “Los tres arcángeles, Miguel,
Gabriel y Rafael -ha dicho- nos recuerdan que en los orígenes de Iglesia, los Obispos
venían llamados “ángeles” de su Iglesia, expresando de este modo la íntima correspondencia
entre el ministerio del Obispo y la misión del Ángel”.
Los ángeles según la
Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia destacan por dos aspectos -ha explicado
el Santo Padre: “son criaturas que están en contacto con Dios: su verdadera naturaleza
es la existencia ante la presencia de Dios”. Y por otra parte, “los ángeles son mensajeros
de Dios”. “Llevando Dios a los hombres, abren el cielo y también la tierra. Y porque
están al lado de Dios pueden estar muy cerca también de los hombres”.
Los
ángeles hablan al hombre de aquello que constituye su verdadero ser, de lo que en
sus vidas, a menudo, queda encubierto y sepultado. Ellos llaman al hombre a que descubra
su interior, tocándoles en nombre de Dios. Y si la Iglesia antigua llama a los obispos
“ángeles” -ha señalado el Pontífice- quiere decir que los obispos deben ser hombres
de Dios, deben vivir orientados hacia Dios. A partir, de la tarea del ángel se puede
comprender pues, el servicio del obispo.
Luego, Benedicto XVI ha hablado
de cada una de las tres figuras celestiales que celebramos en la fiesta de hoy, empezando
por el arcángel san Miguel. “Él defiende la causa de la unicidad de Dios contra la
presunción del dragón, la serpiente antigua”: “Quien aparta a Dios, no hace grande
al hombre, sino que le quita su dignidad. El hombre entonces se convierte en un producto
no logrado de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa al hombre. La fe en Dios defiende
al hombre de todas sus debilidades e insuficiencias. Es tarea por tanto del obispo,
en cuanto hombre de Dios, dar espacio a Dios en el mundo contra las negaciones y defender
así la grandeza del hombre.
La otra función de Miguel, según las Escrituras,
-ha añadido el Santo Padre- es la de “protector del Pueblo de Dios”. “Sed ángeles
custodios de las Iglesias que os serán confiadas, -ha pedido el Papa a los nuevos
obispos. “Ayudad al Pueblo de Dios a encontrar la dicha en la fe, ayudadle a saber
discernir”.
Del arcángel Gabriel, Benedicto XVI ha afirmado que es “el mensajero
de la encarnación de Dios”. Él que llama a la puerta de María para que se convierta
en la Madre del Redentor: “El Señor está en la puerta. Ante la puerta del mundo y
ante la puerta de cada corazón. Él llama para poder entrar: la encarnación de Dios,
su hacerse carne, debe continuar hasta el fin de los tiempos. Todos debemos estar
reunidos en Cristo en un sólo cuerpo. Queridos amigos, vuestra tarea es la de llamar
en nombre de Cristo al corazón de los hombres”.
Finalmente, el Santo Padre
hablando de la función del arcángel Rafael ha señalado que a él le viene confiada
la mansión de curar. “Anunciar el Evangelio -ha dicho el Papa- significa ya de por
sí, curar, porque el hombre necesita sobre todo verdad y amor. Y ha contado el Santo
Padre que en el Libro de Tobías se habla de dos modos emblemáticos de curación: el
que purifica la relación amorosa entre hombre y mujer y hace del matrimonio un sacramento;
y el que cura los ojos ciegos ante la realidad de Dios.
“Todos sabemos cuán
amenazados estamos hoy por la ceguera en lo que concierne a Dios. Cuán grande es el
peligro de quedar ofuscados por el materialismo y ciegos ante la luz de Dios. El servicio
de Rafael es precisamente curar esta ceguera mediante el mensaje de la fe y del testimonio
del amor. Servicio encomendado día tras día al sacerdote y en especial al obispo”.