El Papa expresa el reconocimiento de la Santa Sede a Nicaragua por su posición de
respeto a la vida en los foros multilaterales y considera muy positivo la derogación
del aborto terapéutico en el país
Lunes, 24 sep (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia en el palacio
apostólico de Castelgandolfo al nuevo embajador de Nicaragua ante la Santa Sede con
motivo de la presentación de las cartas credenciales, el señor José Quadra Chamorro.
El Santo Padre le ha agradecido en primer lugar las palabras que le ha dirigido el
nuevo embajador y le ha pedido que transmita al presidente de esta República, sus
deseos de paz, bienestar y prosperidad para esta Nación,”tan duramente probada por
el reciente huracán “Félix”.
Como ya hice en su momento, le ha dicho textualmente
el Papa, elevo de nuevo mi oración al Todopoderoso por las víctimas y expreso mi cercanía
espiritual a los numerosos damnificados que han perdido su vivienda o sus instrumentos
de trabajo. Es de esperar que, además de la ayuda interna, reciban generosas aportaciones
por parte de la comunidad internacional.
Seguidamente el Pontífice ha enumerado
los principales problemas que debe afrontar Nicaragua y ha recordado que encontrar
los medios para resolverlos no es tarea fácil y que es indispensable, la unión de
esfuerzos y voluntades para hacer posible una decidida acción de los gobernantes ante
los retos de un mundo globalizado, los cuales hay que acometer con espíritu de auténtica
solidaridad. Y a este propósito ha aludido a la encíclica de Juan Pablo II Sollicitudo
rei socialis: “Esta virtud cristiana y también humana -decía mi predecesor Juan Pablo
II- ha de inspirar la acción de los individuos, de los gobiernos, de los organismos
e instituciones internacionales, así como de todos los miembros de la sociedad civil,
que se han de sentir comprometidos a trabajar por un auténtico desarrollo de los pueblos
y de las naciones, teniendo como objetivo el bien de todos y de cada uno, como enseña
la doctrina social católica (cf. Sollicitudo rei socialis, 40-41)”.
También
el Papa recordando las palabras que el nuevo embajador le había dirigido referidas
a las prioridades que señaladas por su Gobierno como lograr la llamada “Hambre cero”,
combatir el problema de las drogas, incrementar la alfabetización y eliminar la pobreza,
el Santo Padre le ha recordado lo siguiente: “Para alcanzar estos objetivos y reducir
así la desigualdad entre quienes lo tienen todo y quienes carecen de bienes básicos
como la educación, la salud y la vivienda, es fundamental la transparencia y honradez
en la gestión pública que, frente a cualquier forma de corrupción, favorecen la credibilidad
de las autoridades ante los ciudadanos y son determinantes para un justo desarrollo”.
Como
es habitual el Papa ha ofrecido al nuevo embajador de Nicaragua ante la Santa Sede,
para alcanzar estos objetivos, la colaboración de la Iglesia en este país a pesar
de la escasez de sus recursos pero con la firmeza de los principios inspirados en
el Evangelio, una colaboración sincera para la búsqueda de soluciones justas y ha
insistido el Papa en que se reconozcan también sus esfuerzos por hacer crecer la conciencia
y responsabilidad de los ciudadanos fomentando su participación y su empeño por atender
las necesidades de quienes a menudo están sumidos en la pobreza y la marginación.
También
el Santo Padre ha aludido a los Obispos de Nicaragua que ofrecen su disponibilidad
a mantener un diálogo y una comunicación constante y sincera con el Gobierno, contribuyendo
a que se den las condiciones esenciales que favorezcan una verdadera reconciliación,
instaurando un clima de paz y de auténtica justicia social. Sin embargo, ha advertido
el Papa, “el deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad es
más bien propio de los laicos” (Deus caritas est, 28), los cuales deben desarrollar
su actividad política como “caridad social”. Benedicto XVI ha manifestado al nuevo
embajador de Nicaragua que, “La Santa Sede quiere también expresar su reconocimiento
a Nicaragua por su posición en los foros multilaterales sobre temas sociales, especialmente
el respeto a la vida, frente a no pocas presiones internas e internacionales.
En
este sentido cabe considerar muy positivo que, el año pasado, la Asamblea Nacional
aprobase la derogación del aborto terapéutico. A este respecto, es imprescindible
incrementar la ayuda del Estado y de la sociedad misma a las mujeres que tienen graves
problemas con su embarazo. Junto con el insoslayable tema de la vida, se percibe una
urgente necesidad de rescatar y promover los valores humanos y morales, ante tantas
formas de violencia, incluso en los hogares, a menudo fruto de la desintegración de
la familia o de la degradación de las costumbres.
Benedicto XVI ha recordado
que la Iglesia en Nicaragua es bien consciente de esta triste realidad y trata de
afrontarla con sus enseñanzas y programas pastorales, pero también es necesaria, ha
dicho el Papa, la intervención de las instituciones públicas con programas educativos
apropiados en lo que se refiere a la organización de la vida social y ha deseado que
en sus funciones, el nuevo embajador, ayude a fortalecer los tradicionales lazos de
buena avenencia y cooperación entre Nicaragua y la Santa Sede.
A la vez, le
ha manifestado, que tiene presente en su plegaria, por intercesión de Sor María Romero,
la primera y tan querida Beata de su País, a todo el pueblo nicaragüense. Pido al
Altísimo que lo asista siempre en la misión que hoy comienza, a la vez que invoco
abundantes bendiciones sobre usted y sus colaboradores, así como sobre los gobernantes
y ciudadanos de Nicaragua.
DISCURSO COMPLETO Señor
Embajador:
1. Recibo complacido de sus manos las
Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República
de Nicaragua ante la Santa Sede y, a la vez que le agradezco las amables palabras
que ha tenido a bien dirigirme, le doy mi más cordial bienvenida en este solemne acto
con el que inicia la misión encomendada por su Gobierno, la cual ya ejerció entre
1997 y 1998. Le ruego que haga llegar al Señor Daniel Ortega Saavedra, Presidente
de la República, mis mejores deseos de paz, bienestar y prosperidad para su querida
Nación, tan duramente probada por el reciente huracán “Félix”. Como ya hice en su
momento, elevo de nuevo mi oración al Todopoderoso por las víctimas humanas y expreso
mi cercanía espiritual a los numerosos damnificados que han perdido su vivienda o
sus instrumentos de trabajo. Es de esperar que, además de la ayuda interna, reciban
generosas aportaciones por parte de la comunidad internacional.
2. Nicaragua,
como tantos otros Países, tiene que afrontar diversos problemas de orden económico,
social y político. Encontrar los medios para resolverlos no es tarea fácil, ya que
se ha de contar siempre no sólo con la buena disposición y colaboración de los ciudadanos,
sino sobre todo con la de los responsables de las diferentes instancias políticas
y empresariales. Es indispensable, pues, la unión de esfuerzos y voluntades para hacer
posible una decidida acción de los gobernantes ante los retos de un mundo globalizado,
los cuales hay que acometer con espíritu de auténtica solidaridad. Esta
virtud cristiana y también humana -decía mi predecesor Juan Pablo II- ha de inspirar
la acción de los individuos, de los gobiernos, de los organismos e instituciones internacionales,
así como de todos los miembros de la sociedad civil, que se han de sentir comprometidos
a trabajar por un auténtico desarrollo de los pueblos y de las naciones, teniendo
como objetivo el bien de todos y de cada uno, como enseña la doctrina social católica
(cf. Sollicitudo rei socialis, 40-41).
3. En sus
palabras, Señor Embajador, se ha referido a las prioridades señaladas por su Gobierno,
como son lograr la llamada “Hambre cero”, combatir el problema de las drogas, incrementar
la alfabetización y eliminar la pobreza. Para alcanzar estos objetivos y reducir así
la desigualdad entre quienes lo tienen todo y quienes carecen de bienes básicos como
la educación, la salud y la vivienda, es fundamental la transparencia y honradez en
la gestión pública que, frente a cualquier forma de corrupción, favorecen la credibilidad
de las autoridades ante los ciudadanos y son determinantes para un justo desarrollo. Ante
estos objetivos, los responsables de las entidades civiles encontrarán en la Iglesia
en Nicaragua, a pesar de la escasez de sus recursos pero con la firmeza de los principios
inspirados en el Evangelio, una colaboración sincera para la búsqueda de soluciones
justas. Se han de reconocer también sus esfuerzos por hacer crecer la conciencia y
responsabilidad de los ciudadanos fomentando su participación y su empeño por atender
las necesidades de quienes a menudo están sumidos en la pobreza y la marginación. Los
Obispos en su País, desde las estructuras nacionales y diocesanas, y fieles a su misión
estrictamente pastoral, ofrecen su disponibilidad a mantener un diálogo y una comunicación
constante y sincera con el Gobierno, contribuyendo a que se den las condiciones esenciales
que favorezcan una verdadera reconciliación, instaurando un clima de paz y de auténtica
justicia social. Sin embargo, “el deber inmediato de actuar en favor de un orden justo
en la sociedad es más bien propio de los laicos” (Deus caritas est, 28), los cuales
deben desarrollar su actividad política como “caridad social”. En este sentido me
dirigía a los Nuncios Apostólicos en América Latina, durante el encuentro con ellos,
el 17 de febrero pasado (cf. L’Osservatore Romano, edic. en lengua española, 23 febrero
2007, p. 10).
4. La Santa Sede quiere también expresar
su reconocimiento a Nicaragua por su posición en los foros multilaterales sobre temas
sociales, especialmente el respeto a la vida, frente a no pocas presiones internas
e internacionales. En este sentido cabe considerar muy positivo que, el año pasado,
la Asamblea Nacional aprobase la derogación del aborto terapéutico. A este respecto,
es imprescindible incrementar la ayuda del Estado y de la sociedad misma a las mujeres
que tienen graves problemas con su embarazo. Junto con el insoslayable
tema de la vida, se percibe una urgente necesidad de rescatar y promover los valores
humanos y morales, ante tantas formas de violencia, incluso en los hogares, a menudo
fruto de la desintegración de la familia o de la degradación de las costumbres. La
Iglesia en Nicaragua es bien consciente de esta triste realidad y trata de afrontarla
con sus enseñanzas y programas pastorales, pero también es necesaria la intervención
de las instituciones públicas con programas educativos apropiados en lo que se refiere
a la organización de la vida social.
5. Señor Embajador,
al final de este acto quiero formularle mis mejores deseos por el feliz desempeño
de sus funciones, que ayuden a fortalecer los tradicionales lazos de buena avenencia
y cooperación entre Nicaragua y la Santa Sede. Le ruego que transmita mi saludo al
Señor Presidente de la República, a la vez que tengo presente en mi plegaria, por
intercesión de Sor María Romero, la primera y tan querida Beata de su País, a todo
el pueblo nicaragüense. Pido al Altísimo que lo asista siempre en la misión que hoy
comienza, a la vez que invoco abundantes bendiciones sobre usted y sus colaboradores,
así como sobre los gobernantes y ciudadanos de Nicaragua.