Benedicto XVI conoce «por experiencia propia» los múltiples compromisos de los obispos, pero reitera que «el primer lugar en la vida de un sucesor de los Apóstoles debe estar dedicado a Dios»

Sábado, 22 sep (RV).- En el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, Benedicto XVI ha acogido, con particular afecto, esta mañana a 99 obispos que ha nombrado en los últimos 12 meses, y que están participando en un encuentro que se celebra en Roma, ya desde hace algunos años, y que - como ha señalado el Papa - los nuevos prelados viven como una peregrinación a la tumba de San Pedro.

Tras destacar que esta experiencia, además de estimular la reflexión sobre «las responsabilidades y tareas de un Obispo», les permite reavivar la conciencia de que «no están solos en guiar a la Iglesia de Dios, sino que, junto con la ayuda de la gracia, cuentan con el sostén del Papa y de todos los Pastores», Benedicto XVI ha hecho hincapié en que estar en el centro de la catolicidad les impulsa a una percepción más viva de la universalidad del Pueblo de Dios y hace crecer en ellos la solicitud por toda la Iglesia.

Recordando el compromiso de los Obispos de anunciar con fidelidad el Evangelio y de custodiar la fe, el Santo Padre se ha detenido en «el carácter apostólico y pastoral de la oración del Obispo» Y ha enfatizado el compromiso de los Obispos de ser animadores de la oración en la sociedad: «En las ciudades en las que vivís y obráis, a menudo convulsas y llenas de ruido, donde el hombre corre y se extravía, donde se vive como si Dios no existiera, sabed crear lugares y ocasiones de oración, donde en el silencio, en la escucha de Dios mediante la lectio divina, en la oración personal y comunitaria, el hombre pueda encontrar a Dios y una experiencia viva de Jesucristo, que revela el auténtico rostro del Padre. No os canséis de procurar que las parroquias y los Santuarios, los ambientes de la educación y del sufrimiento, pero también las familias sean lugares de comunión con el Señor. En particular, quisiera exhortaros a hacer de la Catedral una casa ejemplar de oración, sobre todo litúrgica – pero también personal - donde la comunidad diocesana reunida con su Obispo pueda alabar y dar gracias a Dios por la obra de la salvación e interceder por todos los hombres».

« ¡Si la oración de uno o dos tiene tanta fuerza, cuanto más la del Obispo y de toda la Iglesia! », ha exclamado el Santo Padre llamando a los Obispos a ser hombres de oración: «Queridísimos Obispos y hermanos ¡sed hombres de oración! La ‘fecundidad espiritual del ministerio del Obispo depende de la intensidad de su unión en el Señor. En la oración un Obispo encuentra la luz, la fuerza y el consuelo en su actividad pastoral’, como escribe el Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos (Apostolorum successores, n.36). Dirigiéndoos a Dios por vosotros mismos y por vuestros fieles tened la confianza de los hijos, la audacia del amigo, la perseverancia de Abraham, que fue infatigable – como sabemos - en la intercesión. Como Moisés, tened las manos levantadas hacia el cielo, mientras vuestros fieles combaten la buena batalla de la fe. Como María sabed un día alabar a Dios por la salvación que Él obra en la Iglesia y en el mundo, convencidos de que nada es imposible para Dios (Lc 1,37)».

«En la oración íntima y personal, el Obispo, al igual y más que todos los fieles, está llamado a crecer en el espíritu filial hacia Dios, aprendiendo del mismo Jesús la confianza, la fe y la fidelidad, en su relación con el Padre», ha reiterado Benedicto XVI, recordando que los Apóstoles habían comprendido muy bien que «la escucha en la oración y el anuncio de las cosas escuchadas debían tener la primacía sobre las numerosas cosas que hay que hacer, por lo que decidieron dedicarse a la oración y al ministerio de la palabra».

Hoy en el ministerio de un Obispo, los aspectos organizativos nos absorben, ha subrayado Benedicto XVI, explicando que lo «sabe muy bien por experiencia propia». Los compromisos son múltiples, las necesidades tantas, pero «el primer lugar en la vida de un sucesor de los Apóstoles debe estar dedicado a Dios, así es como ayudamos a nuestros fieles», ha insistido el Papa, evocando luego su Encíclica Dios es Amor: «La oración educa al amor y abre el corazón a la caridad pastoral para acoger a todos aquellos que acuden al Obispo. Y en la oración percibimos también las verdaderas prioridades. El Obispo, plasmado interiormente en la oración por el Espíritu Santo, consuela con el bálsamo de la gracia divina, ilumina con la luz de la Palabra, reconcilia y edifica en la comunión fraterna».

«En vuestra oración, queridos hermanos, los sacerdotes deben tener un lugar particular, para que perseveren siempre en su vocación y fieles a su misión presbiteral», ha recomendado el Papa. Destacando asimismo la importancia de que los sacerdotes sepan que el Obispo, del que han recibido el don del sacerdocio, es también padre y amigo y está a su lado en la oración. Dispuesto siempre a acogerle, escucharle, sostenerle y alentarle, ha señalado Benedicto XVI, exhortando además a los obispos a rezar también por las vocaciones.

Antes de las palabras del Santo Padre, el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos expresó la gratitud al Papa de los nuevos obispos - 15 de ellos de Rito Oriental - reiterando el afecto de todos ellos, su fidelidad y su propósito de empeñarse en el servicio a la Iglesia. El Purpurado señaló que en estos días de oración, de reflexión y de estudio se proponen profundizar sobre «cómo ser Obispos en la Iglesia en este comienzo del Tercer milenio, marcado por la secularización y la ‘dictadura’ del relativismo».

Entre estos nuevos obispos que ha recibido esta mañana Benedicto XVI, se encontraban también dos de España. Mons. Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres y Mons. Gregorio Martínez Sacristán, Obispo de Zamora. Asimismo, 8 son de México, 6 de Filipinas, 4 de Argentina y otros tantos de Cuba, 3 de Venezuela, 2 de Colombia y uno, respectivamente de Bolivia, Chile, Ecuador, Puerto Rico y Uruguay.