2007-09-16 15:16:31

El Papa recuerda durante el Ángelus la importancia de la Misericordia e invita, como hiciera Juan Pablo II tras los atentados del 11 de septiembre, a creer en la potencia de esa misericordia que es más fuerte que cualquier mal


Domingo, 16 sep (RV).- Benedicto XVI ha recordado, durante su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, las páginas de la liturgia de hoy que son, según palabras del propio Pontífice, “las más conmovedoras de toda la Sagrada Escritura”. Se trata del capítulo 15 del Evangelio de san Lucas, en el que se habla del amor misericordioso de Dios. En tres parábolas -la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo pródigo-, se pone de relieve el deseo de Dios de que no se pierda ninguno de sus hijos, desbordando su alma de felicidad cuando un pecador se convierte: “Entonces –ha exhortado el Papa- la verdadera religión consiste en entrar en sintonía con este Corazón ‘rico de misericordia’ que nos pide que amemos a todos, incluso a los lejanos y a los enemigos, imitando al Padre celestial que respeta la libertad de cada uno y nos lleva hacia Él con la fuerza invencible de su fidelidad”.

En este sentido Benedicto XVI ha recordado que éste es precisamente el camino que Jesús muestra a cuantos quieren ser sus discípulos: “No juzguéis, no condenéis, perdonad y se os perdonará, dad y os será dado. Sed misericordiosos como misericordioso es vuestro Padre”.

“En nuestros días –ha proseguido el Obispo de Roma- la humanidad necesita que se proclame y testimonie con vigor la misericordia de Dios. El amado Juan Pablo II, gran apóstol de la divina Misericordia, intuyó esta urgencia pastoral de manera profética”. Precisamente, al Padre Misericordioso dedicó su segunda Encíclica, y durante todo su pontificado se hizo misionero del amor de Dios a todas las gentes. Tras la tragedia del 11 de septiembre de 2001, “que oscureció el alba del tercer milenio”, él invitó a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad a creer que la Misericordia de Dios es más fuerte que todo mal, y que sólo en la Cruz de Cristo se encuentra la salvación del mundo.

Benedicto XVI ha finalizado su alocución previa al rezo del Ángelus pidiendo a la Virgen María, Madre de Misericordia, que “conceda el don de confiar siempre en el amor de Dios y nos ayude a ser misericordiosos como el Padre nuestro que está en los cielos”.

Y tras el rezo mariano y el responso por los fieles difuntos, el Papa ha recordado las beatificaciones de hoy en Polonia y Francia. La primera, la del Padre Stanislao Papczyński, ha sido realizada en nombre del Santo Padre por el secretario de Estrado de su Santidad, el cardenal Tarcisio Bertone. La segunda en Burdeos, ha sido la proclamación por parte del cardenal Saraiva Martins, siempre enviado en nombre del Pontífice, de la beata hermana María Celine de la Presentación de la Beata Virgen María. Asimismo el Papa ha recordado la beatificación de ayer del P. Basilio Antonio María Moreau. “A la intercesión de estos nuevos beatos –ha dicho Benedicto XVI- confío de modo especial sus hijos espirituales, para que sigan con ardor el luminoso testimonio de los profetas de Dios”.

El Papa ha recordado también hoy otro aniversario, el vigésimo, de la adopción del “Protocolo de Montreal” sobre las sustancias que provocan graves daños en la capa de ozono, afectando al ser humano y al ecosistema. Benedicto XVI ha reconocido en este sentido que en los últimos dos decenios, gracias a una ejemplar colaboración entre política, ciencia y economía en la comunidad internacional, se han obtenido importantes resultados. “Espero –ha dicho el Pontífice- que por parte de todos se intensifique la cooperación, con el fin de promover el bien común, el desarrollo y la salvaguardia de lo creado, saldando la alianza entre hombre y ambiente que tiene que ser el espejo del amor creador de Dios, de cual provenimos y hacia el cual nos dirigimos”.

 Y como es tradicional el Papa ha saludado en varias lenguas. Estas han sido sus palabras en español: RealAudioMP3 “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Os invito a cultivar sentimientos de reconciliación y perdón, como nos indica el Evangelio que hemos leído hoy, para fortalecer nuestra condición de hijos de Dios y la fraternidad entre los hombres. ¡Feliz domingo!”.







All the contents on this site are copyrighted ©.