2007-09-15 18:46:02

Reflexiones en familia


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Viernes, 14 sep (RV).- Hoy abordaremos un tema que parece fuera una consigna social que se dispersa con gran facilidad: el egoísmo, un comportamiento que estamos viendo se manifiesta de múltiples maneras: mujeres jóvenes que le huyen a la maternidad por considerar que un hijo es demasiada responsabilidad. O ejecutivos que empiezan a escalar posiciones, y para ello se valen de algo de trampa porque lo importante es llegar a cumplir nuestros propios sueños. Bienvenidos a estas reflexiones en familia.

Y para iniciar nuestras reflexiones sobre el egoísmo, queremos presentarles una breve historia. Se trata de
Mario, un joven economista que consiguió un empleo después de ocho meses de estar cesante, sin trabajo. Mario asegura que a pesar de sus sobradas cualidades profesionales, sólo en una firma se dio cuenta de sus capacidades y fue allí donde lo contrataron. El se califica como un ganador, tiene una enorme autoestima y se acostumbró a llevar la delantera. Ahora se dispone a aferrarse a ese puesto, a consta de lo que sea.

“No nos digamos mentiras –dice él-. En esta selva laboral toca acudir a ‘algunas trampitas’, no muy graves claro, para mantenerse de primero. De verdad creo que uno que otro ‘codazo’ que permita trepar escalones, sin que el otro salga muy lastimado, es válido en nuestros tiempos”.

Este brevísimo relato nos da cuenta de una forma de pensar que al parecer se está generalizando entre personas jóvenes.
¿Egoísmo? ¿Falta de valores? La verdad es que el “Síndrome del yo, yo” no puede verse siempre como una actitud siniestra, porque tiene dos caras como una moneda.

El yoísmo –algunos sicólogos y sociólogos prefieren llamarlo “egoísmo exagerado”- no es un asunto nuevo, básicamente porque forma parte de la naturaleza humana, lo que sí es cierto es que hoy se ve con más frecuencia, especialmente entre los jóvenes y en áreas específicas. Algunos psicólogos señalan como ciertos comportamientos han cambiado con los años, por ejemplo, en la relación con los padres, algunas décadas atrás se percibía mayor respeto, solidaridad y preocupación por el futuro de los papás y mamás. Hoy en día, pareciera que los padres estorban y por tanto hay que salir rápidamente de ellos. Si se pueden meter en un asilo, mejor; cuando no los vemos simplemente abandonados en las calles.

Viéndolo así, el yoísmo es criticable si está desprovisto de afecto hacia los demás, de superponer los intereses personales sobre cualquier otra cosa, pero también se puede hablar de un yoísmo sano que ayuda a liberar otras cualidades y expresiones del ser humano.

El yoísmo al cual se refirió Freud se encamina hacia el conocimiento de sí mismo y eso está bien. Cuando se capacita y educa en el yo, la persona tiene la posibilidad de desarrollar fortalezas y cualidades. Por eso, una de las labores de terapia se basan en ello, porque a partir de allí se construye la autoestima.

Algunos otros estudiosos del tema como los sicólogos estadounidenses Richard y Rachel Heller afirman que el egoísmo sano es la llave que abre la puerta a una vida de libertad. “Es necesario superar la negación de uno mismo y aprender a respetar los propios sentimientos, preferencias y deseos; aprender a decir ‘no’ cuando es necesario, y acallar las voces interiores de culpa o recriminación”.

De todas formas lo que estas ideas nos dejan claro es que estas formas de egoísmo tienen orientaciones e incluso aplicaciones diversas. Hay una tendencia que hace que los jóvenes se piensen a sí mismos como principio y fin de las cosas, que es necesario tomar con mesura porque puede generar daños a otros, sobre ponerse a todas las cosas y entonces se torna peligrosa. Pero otras orientaciones han servido para ayudar a las personas a crecer, a desarrollas mucho más sus habilidades, a desarrollar mucho más el sentido de la propia felicidad.


Textos: Alma García
Locución: Alina Tufani Díaz








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