Entra en vigor el Motu Propio de Benedicto XVI Summorum Pontificum sobre el
uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970
Viernes, 14 sep (RV).- A partir de hoy, entra en vigor el Motu Propio de Benedicto
XVI Summorum Pontificum, sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma
de 1970. El texto se compone de una introducción y de doce artículos normativos.
La
palabra clave, la razón positiva del Motu Propio sobre el uso del Misal Romano de
1962, publicado el pasado 7 de julio: es Reconciliación. Así lo subrayó el mismo Papa
en la Carta dirigida a los obispos de todo el mundo, que acompaña el documento.
La
mirada al pasado, “las divisiones” que han “lacerado el Cuerpo de Cristo”- escribía
el Pontífice- me han llevado a “hacer todos los esfuerzos posibles, para que a todos
aquellos que verdaderamente desean la unidad, se les haga posible permanecer en esta
unidad o reencontrarla nuevamente”.
Desde el primer articulo del Motu Propio,
se establece que el Misal Romano, promulgado por Pablo VI en 1970 es la expresión
ordinaria de la “lex orandi” de la Iglesia católica de rito latino. El Misal promulgado
por San Pío V y nuevamente editado por el beato Juan XXIII debe ser considerado,
por lo tanto, como una forma extraordinaria. No se crea, entonces, de ninguna manera,
una división en la “ley de la fe”, ya que se trata de “dos usos del único rito romano”.
De ahí que sea lícito celebrar la Misa según la edición típica del Misal Romano de
1962.
A tal fin, el Motu Propio de Benedicto XVI indica nuevas reglas que
sustituyen las establecidas por los documentos anteriores “Quattuor abhinc annos”
y “Eclessia Dei”. Se establece que en las Misas celebradas sin pueblo, cada sacerdote
católico de rito latino pueda, sin necesidad de un permiso, usar el Misal de 1962
o el promulgado por Pablo VI. Esto en cualquier día, excepto el Triduo Sacro. Se dispone,
además que las comunidades de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades
de Vida Apostólica puedan celebrar la santa Misa, en los propios oratorios, según
la edición del Misal Romano de 1962.
El articulo 5 se detiene sobre la realidad
de las parroquias, disponiendo que allí donde exista “establemente un grupo de fieles
que se adhieren a la precedente tradición litúrgica, el párroco debe acoger de buen
grado sus peticiones para la celebración de la Santa Misa” según el rito del misal
de 1962. El párroco deberá ocuparse de “que el bien de estos fieles se armonice con
el cuidado pastoral de la parroquia, bajo la guía del obispo, “evitando la discordia
y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia”.
El documento va acompañado de
una Carta, dirigida a los obispos de todo el mundo. En ella, Benedicto XVI se detiene
especialmente sobre el temor en que pueda ser “puesta en entredicho la Autoridad del
Concilio Vaticano II”, poniendo en duda “una de sus decisiones esenciales”, la reforma
litúrgica. “Este temor – advierte el Papa – es infundado”. El pontífice confirma que
en el Misal publicado por Pablo VI y reeditado en dos ulteriores ediciones por el
Papa Juan Pablo II “permanece la Forma normal, Forma ordinaria, de la Liturgia Eucarística”.
Por otra parte, Benedicto XVI llama la atención “sobre el hecho de que este Misal
no ha sido jamás jurídicamente abrogado y, por lo tanto, en principio, permaneció
siempre permitido”. Como conclusión Benedicto XVI reafirma que no hay ninguna contradicción
entre las dos versiones y asegura a los obispos que estas nuevas normas no disminuyen
su autoridad y responsabilidad, siendo el obispo “el moderador de la liturgia en la
propia diócesis”.
¿Cuál es el significado de este evento que hoy entra en vigor?
Se lo hemos preguntado al cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Pontificia
Comisión Eclessia Dei y durante muchos años prefecto de la Congregación para el Clero.