2007-09-07 16:35:11

El Pontífice subraya el motivo de su visita a Austria, el 850 aniversario del santuario mariano de Mariazell, un santuario que representa en cierto modo el corazón materno del país


Viernes, 7 sep (RV).- El Santo Padre se encuentra ya en Viena donde ha dado inicio su séptimo viaje pastoral, cuyo punto culminante será la visita al santuario mariano de Mariazell, en ocasión del 850 aniversario de su fundación. “Con gran alegría -ha dicho el Papa- pongo por primera vez pié en tierra de Austria, un país familiar por la cercanía al lugar de mi nacimiento.

Benedicto XVI llegó esta mañana en medio de una continuada lluvia a Viena, dando inicio a su séptimo viaje fuera de Italia, esta vez a Austria, en ocasión del 850 aniversario de la fundación del Santuario de Mariazell.

El Papa tomó el avión que lo condujo a Viena, a las 9 y media en el aeropuerto de Ciampino. Tras dos horas de viaje el Pontífice llegó al aeropuerto internacional de Viena donde fue recibido por el presidente de la república austriaca, Heinz Fischer y el arzobispo de Viena, cardenal Christoph Schonborn. Oigamos los detalles, en la crónica de nuestra enviada, Cecilia de Malak. RealAudioMP3

En su discurso de bienvenida el Pontífice ha recordado el motivo de su venida a este país, en el aniversario del santuario mariano de Mariazell. Un santuario que representa en cierto modo, ha dicho el Santo Padre, el corazón materno de Austria y posee desde siempre una importancia particular incluso para los húngaros y los pueblos eslavos. Es un símbolo de apertura, ha añadido el Papa, que supera no sólo las fronteras geográficas y nacionales, sino que además en la persona de María, eleva la dimensión esencial del hombre, con la capacidad de abrirse a la Palabra de Dios y a su verdad.

Con esta perspectiva mariana, en estos tres días, el Santo Padre ha dicho que desea cumplir su peregrinación hacia Mariazell. Y ha recalcado la importancia de las peregrinaciones sobre todo en estos últimos años, en las que se ha podido constatar un creciente interés por parte de muchas personas. “Caminar en una peregrinación -ha afirmado Benedicto XVI-, es encontrar un camino nuevo de reflexión meditativa.

“Entiendo mi peregrinación a Mariazell -ha añadido el Papa- como un estar en camino junto a los peregrinos de nuestro tiempo”. “Dentro de poco comenzaré en el centro de Viena la oración común que, como un peregrinaje espiritual, nos acompañará en estas jornadas a todo el país”.

El Santo Padre ha dicho también que el santuario de Mariazell no representa solamente una historia de 850 años, sino que en base a la experiencia de la historia, y sobre todo en virtud del retorno materno de la estatua milagrosa a Cristo, indica también el camino hacia el futuro. En esta perspectiva ha dicho el Papa quisiera, junto a las autoridades políticas de este país y con los representantes de las organizaciones internacionales, lanzar una vez más una mirada sobre nuestro presente y futuro.

Por último, el Santo Padre ha explicado que “peregrinación no significa solamente camino hacia un santuario. Esencialmente es también el camino de regreso a la cotidianidad. Y nuestra vida cotidiana de cada semana comienza siempre con el Domingo, don liberatorio de Dios que queremos acoger y custodiar. Celebraremos así pues este próximo domingo en la basílica de San Esteban, en comunión con todos aquellos que en las parroquias de Austria y en todo el mundo se darán cita para la Santa Misa.


DISCURSO COMPLETO

Señor Presidente Federal,
Señor Canciller Federal,
venerado Señor Cardenal,
queridos hermanos en el Episcopado,
ilustres Señoras y Señores,
queridos jóvenes amigos

 
Con gran alegría pongo hoy mis pies, por primera vez desde el comienzo de mi Pontificado, en Austria, en un País que me es familiar a causa de la cercanía geográfica al lugar de mi nacimiento, y no sólo por esto. Le agradezco, Señor Presidente Federal, por las cordiales palabras con las que, en nombre de todo el Pueblo austriaco, me ha dirigido en su bienvenida. Usted sabe cómo me siento ligado a su Patria y a muchas personas y lugares de su País. Este espacio cultural en el Centro de Europa supera las fronteras y reúne impulsos y fuerzas de varias partes del Continente. La cultura de esta Nación está esencialmente permeada por el mensaje de Jesucristo y por la acción de la Iglesia ha desarrollado en su nombre. Todo esto e incluso muchas otras cosas me dan la viva impresión de estar entre vosotros, queridos austriacos, como un poco “en casa”.

 
El motivo de mi llegada a Austria es el 850o aniversario del lugar sagrado de Mariazell. Este Santuario de la Virgen representa en cierto sentido el corazón materno de Austria y posee desde siempre una particular importancia también para los húngaros y para los pueblos eslavos. Es símbolo de una apertura que no supera solo fronteras geográficas y nacionales, sino que en la persona de Maria nos reenvía a una dimensión esencial del hombre: la capacidad de abrirse a la Palabra de Dios y a su verdad.

 
Con esta perspectiva, durante lo próximos tres días, deseo cumplir aquí en Austria mi peregrinación hacia Mariazell. En los últimos años se constata con alegría un creciente interés por parte de tantas personas por la peregrinación. En el caminar de una peregrinación justamente, incluso los jóvenes encuentran una nueva forma de reflexión meditativa; se conocen mutuamente y juntos se reencuentran ante la creación, y también ante la historia de la fe que, muchas veces, experimentan como una fuerza para el presente. Entiendo mi peregrinación hacia Mariazell como un estar en camino junto a los peregrinos de nuestro tempo. En este sentido comenzaré dentro de poco, en el centro de Viena, la oración común que, como peregrinación espiritual, me acompañará durante estos días por todo el País.

 
Mariazell representa no solo una historia de 850 años, sino que en base a la experiencia de la historia –y sobre todo en virtud de la evocación materna de la Estatua milagrosa a Cristo- indica también el camino hacia el futuro. En esta perspectiva quisiera hoy, junto con las Autoridades políticas de este País y con los representantes de las Organizaciones internacionales, echar todavía una mirada sobre nuestro presente y sobre nuestro futuro.

 
El día de mañana me llevará, por la fiesta de Natividad de Maria, la Fiesta patronal de Mariazell, a aquel Lugar de gracia. En la Celebración eucarística ante la Basílica nos reuniremos, según la indicación de Maria, en torno a Cristo que llega para estar en medio de nosotros. A El le pediremos que nos permita contemplarlo siempre con mayor claridad, y servirlo en nuestros hermanos, servirlo en ellos y caminar con el hacia el Padre. Como peregrinos al Santuario, en la oración y a través de los medios de comunicación, estaremos unidos a todos los fieles y a los hombres de buena voluntad, aquí en el País y ampliamente más allá de sus fronteras.

 
Peregrinación no significa solo camino hacia un Santuario. Es esencial también el camino de vuelta hacia lo cotidiano. Nuestra vida cotidiana de cada semana comienza siempre con el domingo, -don liberador de Dios que queremos acoger y custodiar. Celebraremos así este Domingo en la Basílica de San Esteban –en comunión con todos aquellos que en las parroquias de Austria y en todo el mundo si recogerán para la Santa Misa.

 
Señoras y Señores! Sé que en Austria el Domingo, en cuanto día libre del trabajo, y también los tiempos libres de otros días de la semana so utilizados en parte por muchas personas para llevar a cabo un compromiso de voluntariado al servicio de los demás. Un semejante compromiso, ofrecido con generosidad y desinterés para el bien y la salvación de los otros, marca la peregrinación de nuestra vida. Quien “mira” al prójimo –lo ve y le ayuda– mira a Cristo y le sirve. Guiados y animados por María queremos afinar nuestra mirada cristiana de cara a los desafíos que tenemos que afrontar con el espíritu del Evangelio y, llenos de agradecimiento y de esperanza, desde un pasado rico en gracias nos encaminamos hacia un futuro lleno de promesas.

 
Señor Presidente Federal, queridos amigos! Me alegro por estas jornadas en Austria y al comenzar mi peregrinación, le saludo a Usted y a todos vosotros con un cordial “Grüß Gott!” (el Señor les saluda).







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