Miércoles, 5 sep (RV).- Desde muy joven, antes de ser famosa ante los jefes de estado,
ya lo era ante Dios. Sus señas de identidad espiritual las definió ella misma: “Tengo
sed de Ti”. Y con esa sed murió. Ahora goza de la beatitud de los fieles, la Beata
Teresa de Calcuta. La sed es una tortura para los humanos, y si esa sed es de Dios
la tortura se hace infinita. Esta fue la “noche oscura”, la “sed de Dios” de esa mujer
que aún llevamos en la retina de nuestros ojos: vestida de azul y blanco, de talla
menuda, viva, viajera, sin complejos. Su vida, gastada en las calles de Calcuta, aliviando
mendigos, tocando con su mano frentes arrugadas, poniendo calor en el frío de sus
almas, su vida quedó contagiada por esa ausencia de Dios en el mundo. Y ella misma,
vivió esa ausencia, como silencio. Cuando la divinidad se oculta, el dolor del hombre
se hace infinito. Y desde ahí nuestra queja y nuestro grito, escuchado y rezado en
tantos salmos: ¿dónde estás?, ¿por qué me abandonaste, Dios mío? ¡Ven en mi auxilio!
La
Beata Teresa de Calcuta cuenta en sus cartas, reciente publicadas, ese silencio de
Dios en su vida: su noche oscura, su sed insaciada e insaciable de la divinidad, porque
es difícilmente perceptible en los rostros de los pobres de Calcuta. Y el comentarista
de Teresa, en ese reciente libro, cuando interpreta sus dudad sobre Dios, no sabe
que la fe se basa en el fiarse a ciegas de un amor, y comporta dudas, es búsqueda,
y está hecha de quejas y lamentos. Las que padeció Teresa de Calcuta, San Juan de
la Cruz, y los grandes místicos que en el mundo ha sido. La fuerza de le fe, en Madre
Teresa, echaba sus raíces en el silencio de Dios, el mismo que experimentó Jesús en
la cruz, son las raíces de la resurrección.
Agnes Bojaxhiu, ya conocida como
la Beata Madre Teresa, de nacionalidad india desde 1951, premio Nóbel de la paz en
1979, nació en Albania, el 26 de agosto de 1910, y murió en la fecha de hoy, hace
diez años, el 5 de septiembre de 1997. A los seis años de su muerte Juan Pablo II
proclamó Beata a la mujer de los barrios pobres de Calcuta en el 2003. Su presencia,
hoy, "Es más poderosa que antes", dice la hermana Nirmala, sucesora de Madre Teresa
a la cabeza de la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta. "El trabajo
que hizo Madre Teresa es el de Dios. Nosotras lo continuamos gracias a las plegarias
y bendiciones que nos envía desde el cielo".