El Papa manifiesta en la misa de la fiesta de la Asunción de la Virgen que el amor
vence al poder del egoísmo absoluto, del terror y de la violencia
Miércoles, 15 ago (RV).- “Toda la historia humana es una lucha entre dos amores: el
amor de Dios hasta la donación de sí mismo y el amor de sí mismo hasta el desprecio
de Dios, y hasta el odio a los demás”. Es lo que ha manifestado el Papa esta mañana
citando a san Agustín durante la misa que ha presidido en la parroquia de Santo Tomás
de Villanueva, en Castelgandolfo, en la solemnidad de la Asunción de María.
Benedicto
XVI ha afirmado que la fiesta de hoy nos invita a tener confianza, porque la aparente
debilidad de Dios al final vence a aquello que parece el poder absoluto del odio y
de la violencia. El Pontífice, comentando siempre en la homilía la lectura de hoy
del Apocalipsis, ha recordado que con la figura del gran dragón rojo, san Juan quiso
indicar el poder de los emperadores romanos anticristianos desde Nerón a Domiciano:
“un poder que parecía ilimitado, un poder militar económico, político, y propagandístico”.
“Ante este poder la fe, la Iglesia, aparecía como una mujer una mujer inerme
sin ninguna posibilidad de sobrevivir y mucho menos de vencer ¿Quién podría oponerse
a aquel poder omnipresente que parecía poderlo todo? Y sin embargo -ha dicho el Papa-
sabemos que ha vencido la mujer inerme. No ha vencido el egoísmo, ni el odio, ha vencido
el amor de Dios y el Imperio romano se abrió a la fe cristiana”.
El dragón
por lo tanto -ha afirmado el Santo Padre- representa “el poder del egoísmo absoluto,
del terror, de la violencia”, y representa las dictaduras anticristianas de todos
los tiempos, como el nazismo y el estalinismo en el siglo pasado. “Parecía imposible
que la fe pudiera sobrevivir, pero también aquí, al final, el amor fue más fuerte
que el odio”. Hoy el dragón, ha añadido Benedicto XVI, existe en las nuevas formas:
“Existe –ha aclarado- en la forma de las ideologías materialistas, que nos dicen que
es absurdo pensar en Dios, absurdo pensar todavía en los mandamientos de Dios, nos
dicen que son una cosa superada, de un tiempo pasado, y que solamente vale vivir la
vida para sí mismo, vale sólo el consumo, el egoísmo y la diversión”.
Y todavía
una vez más “parece absurdo oponerse a esta mentalidad dominante con toda su fuerza
mediática, propagandista. Parece imposible pensar –ha señalado el Papa- en un Dios
que ha creado al hombre y que se ha hecho niño y que es el verdadero dominador del
mundo. También ahora el dragón aparece como invencible, pero también hoy Dios es más
fuerte que el dragón y el amor vence, no vence el egoísmo”.
Seguidamente el
Pontífice ha comentado la figura de la mujer: vestida de sol porque vive de la luz
de Dios y tiene la luna bajo sus pies, porque ha dejado detrás de sí a la muerte.
Y ella nos dice: “¡ánimo, al final vence el amor!. Tened la valentía de vivir así
también contra todas las amenazas del dragón”.
La mujer –ha subrayado el Papa-
da a luz en el dolor, signo de la “Iglesia peregrina de todos los tiempos: en todas
las generaciones debe dar a luz de nuevo a Cristo, llevar al mundo a Cristo con gran
dolor en esta humanidad sufriente”. Una Iglesia “perseguida por el dragón, en todos
los tiempos, pero que siempre, en todos los tiempos, vive de la luz de Dios. Y así
en todas las tribulaciones de la Iglesia, sufriendo, vence y es la garantía de la
presencia del amor de Dios, contra todas las ideologías del odio y del egoísmo”.
“El
dragón -ha añadido el Papa- también hoy quiere devorar a Dios hecho niño (no penséis
en este Dios como un cosa superada), pero también hoy este Dios débil es fuerte, es
la verdadera fuerza”. Y de esta manera que la fiesta de la Asunción se convierte en
una invitación a tener confianza en Dios, una invitación a imitar a María, a ponernos
a disposición de Dios, a dar nuestra vida y no a tomarla. Porque, ha finalizado el
Pontífice, “el amor es un perderse: éste es el único camino para encontrar la verdadera
vida”. “La fiesta de la Asunción es, pues, la fiesta de la alegría -ha concluido el
Papa: ¡vence Dios!. La fe aparentemente débil es la verdadera fuerza del mundo. El
amor es más fuerte que el odio”.