2007-08-15 15:53:06

El Papa manifiesta en la misa de la fiesta de la Asunción de la Virgen que el amor vence al poder del egoísmo absoluto, del terror y de la violencia


Miércoles, 15 ago (RV).- “Toda la historia humana es una lucha entre dos amores: el amor de Dios hasta la donación de sí mismo y el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, y hasta el odio a los demás”. Es lo que ha manifestado el Papa esta mañana citando a san Agustín durante la misa que ha presidido en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, en Castelgandolfo, en la solemnidad de la Asunción de María.

Benedicto XVI ha afirmado que la fiesta de hoy nos invita a tener confianza, porque la aparente debilidad de Dios al final vence a aquello que parece el poder absoluto del odio y de la violencia. El Pontífice, comentando siempre en la homilía la lectura de hoy del Apocalipsis, ha recordado que con la figura del gran dragón rojo, san Juan quiso indicar el poder de los emperadores romanos anticristianos desde Nerón a Domiciano: “un poder que parecía ilimitado, un poder militar económico, político, y propagandístico”.

“Ante este poder la fe, la Iglesia, aparecía como una mujer una mujer inerme sin ninguna posibilidad de sobrevivir y mucho menos de vencer ¿Quién podría oponerse a aquel poder omnipresente que parecía poderlo todo? Y sin embargo -ha dicho el Papa- sabemos que ha vencido la mujer inerme. No ha vencido el egoísmo, ni el odio, ha vencido el amor de Dios y el Imperio romano se abrió a la fe cristiana”.

El dragón por lo tanto -ha afirmado el Santo Padre- representa “el poder del egoísmo absoluto, del terror, de la violencia”, y representa las dictaduras anticristianas de todos los tiempos, como el nazismo y el estalinismo en el siglo pasado. “Parecía imposible que la fe pudiera sobrevivir, pero también aquí, al final, el amor fue más fuerte que el odio”. Hoy el dragón, ha añadido Benedicto XVI, existe en las nuevas formas: “Existe –ha aclarado- en la forma de las ideologías materialistas, que nos dicen que es absurdo pensar en Dios, absurdo pensar todavía en los mandamientos de Dios, nos dicen que son una cosa superada, de un tiempo pasado, y que solamente vale vivir la vida para sí mismo, vale sólo el consumo, el egoísmo y la diversión”.

Y todavía una vez más “parece absurdo oponerse a esta mentalidad dominante con toda su fuerza mediática, propagandista. Parece imposible pensar –ha señalado el Papa- en un Dios que ha creado al hombre y que se ha hecho niño y que es el verdadero dominador del mundo. También ahora el dragón aparece como invencible, pero también hoy Dios es más fuerte que el dragón y el amor vence, no vence el egoísmo”.

Seguidamente el Pontífice ha comentado la figura de la mujer: vestida de sol porque vive de la luz de Dios y tiene la luna bajo sus pies, porque ha dejado detrás de sí a la muerte. Y ella nos dice: “¡ánimo, al final vence el amor!. Tened la valentía de vivir así también contra todas las amenazas del dragón”.

La mujer –ha subrayado el Papa- da a luz en el dolor, signo de la “Iglesia peregrina de todos los tiempos: en todas las generaciones debe dar a luz de nuevo a Cristo, llevar al mundo a Cristo con gran dolor en esta humanidad sufriente”. Una Iglesia “perseguida por el dragón, en todos los tiempos, pero que siempre, en todos los tiempos, vive de la luz de Dios. Y así en todas las tribulaciones de la Iglesia, sufriendo, vence y es la garantía de la presencia del amor de Dios, contra todas las ideologías del odio y del egoísmo”.

“El dragón -ha añadido el Papa- también hoy quiere devorar a Dios hecho niño (no penséis en este Dios como un cosa superada), pero también hoy este Dios débil es fuerte, es la verdadera fuerza”. Y de esta manera que la fiesta de la Asunción se convierte en una invitación a tener confianza en Dios, una invitación a imitar a María, a ponernos a disposición de Dios, a dar nuestra vida y no a tomarla. Porque, ha finalizado el Pontífice, “el amor es un perderse: éste es el único camino para encontrar la verdadera vida”. “La fiesta de la Asunción es, pues, la fiesta de la alegría -ha concluido el Papa: ¡vence Dios!. La fe aparentemente débil es la verdadera fuerza del mundo. El amor es más fuerte que el odio”.







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