Escuchar el programa Viernes, 3 ago
(RV).- Hoy abordamos un tema que lastimosamente afecta a muchas familias en América
Latina y el Caribe, se trata de la pobreza, una situación cada vez más generalizada
porque son muchos y muy diversos los factores que hoy están empobreciendo a las poblaciones
de nuestros países. No es nuestro interés en este momento y menos en este espacio
de familia, dilucidar las diferentes causas que han llevado al empobrecimiento económico
familiar, lo que queremos es llamar la atención sobre algunos puntos contenidos en
la pastoral familiar, que nos permiten analizar un espacio de aceptación y encuentro
de solidaridad con las familias más necesitadas. Bienvenidos a estas reflexiones en
familia.
Todos sabemos que la pastoral familiar está hoy enmarcada en el ámbito
de la Nueva Evangelización, entendida como la evangelización de las culturas, con
lo cual se quiere subrayar que el Evangelio debe inserirse en la diversidad de las
culturas porque sólo allí encuentra su justo sentido. Hablar en el lenguaje, los símbolos,
las tradiciones, lo que la gente piensa y ve, es hablar de la dignidad y respeto por
la persona humana, por lo que ella es y representa. Entonces la evangelización de
las familias implica la promoción de la persona humana, porque es el Mensaje de Cristo
que habla desde la diversidad de cada ser humano, desde sus valores.
Estamos
hablando entonces de un principio ético y es el respeto de la persona humana, en su
derecho a existir como alguien digno, diferente e irreductible. Y la pastoral familiar
tiene necesariamente que responder a esta cuestión, especialmente en los países en
donde hay tantos millones de pobres, en donde los cristianos se tienen que sumar a
otros creyentes y a hombres y mujeres de buena voluntad, que en una cultura secular
luchan por la construcción de un mundo más justo y fraternal.
Pero al mismo
tiempo no podemos olvidar que la familia tiene una tarea fundamental que es la educación;
de manera que los diversos miembros de la familia y la sociedad puedan participar
críticamente en la realidad presente, para que cada uno sea responsable de sus acciones
y valoraciones. Si esto es así, entonces será un individuo formado en la ética e integridad
de los principios del respeto y la fraternidad humana.
No podemos hablar en
abstracto de la realidad de las familias, porque la situación de pobreza desafortunadamente
es un factor que también está determinado por otras realidades al interior de la familia
como por ejemplo el cambio de rol de la mujer y su inserción en la vida laboral, el
problema de la falta de educación o la deserción escolar, que en muchos casos se presenta
por la necesidad de que los jóvenes o incluso los niños ingresen rápidamente a trabajar.
Estos son algunos de los problemas más comunes que se presentan al interior de las
familias y que obviamente unos conllevan a los otros.
Indudablemente la familia
reproduce en gran parte la problemática global de nuestra sociedad, es decir la familia
puede ser vista como una unidad mediadora entre lo global de la sociedad y el individuo.
Por ello, el problema de la pobreza y su efecto más negativo que es la pobreza extrema,
no se resolverá sólo con la renovación de las estructuras económicas, políticas y
sociales, si -al mismo tiempo- no se promueve un cambio radical en los valores de
las personas y la sociedad, si no se empieza verdaderamente una educación en los valores
del respeto de los derechos del prójimo, de una verdadera convivencia en la fraternidad
de una comunidad y no en el aislamiento de los individuos y en el egoísmo.
Lo
que estamos señalando es que para ayudar a las familias que día a día luchan por salir
adelante en sus vidas cotidianas, es preciso una cooperación desde todos los sectores
que involucre además a las familias como grupo, porque es en la vida cotidiana y en
los problemas ordinarios que la familia enfrenta diariamente, donde se pueden brindar
soluciones concretas a los problemas.