La Santa Sede recuerda que sigue siendo urgente la necesidad de un esfuerzo global
más eficaz en favor del desarrollo de todos los pueblos
Jueves, 2 ago (RV).- Recordando el anhelo manifestado por Benedicto XVI, en su llamamiento
ante la cumbre del G8, que se celebró el pasado mes de junio, el Pontificio Consejo
Justicia y Paz señala en un comunicado que «la Santa Sede alienta el anuncio pronunciado,
el pasado 31 de julio, en las Naciones Unidas en Nueva York en favor de un renovado
esfuerzo de la comunidad internacional para alcanzar las Metas del Milenio y la afirmación
de un mayor espíritu de solidaridad internacional».
Refiriéndose a las Metas
del Milenio que la comunidad internacional ha establecido, con las que se quiere erradicar
la pobreza en el mundo, el Dicasterio pontificio reitera que «el octavo objetivo,
con frecuencia infravalorado e incluso olvidado, exige un empeño global para el desarrollo
sostenible de todos los pueblos».
Si bien se «aprecian los esfuerzos de la
comunidad internacional y algunas mejorías en los campos de la educación y la salud
y en la eliminación de la pobreza en el mundo» la Santa Sede recuerda que «sigue siendo
urgente la necesidad de un esfuerzo más eficaz».
El Pontificio Consejo Justicia
y Paz hace hincapié en que el «llamamiento a un renovado esfuerzo para alcanzar las
Metas del Milenio no puede ser considerado como una simple ocasión para repetir declaraciones
de intentos a las que no siguen acciones concretas y políticas adecuadas. Al contrario,
siguiendo el anhelo expresado por Benedicto XVI - para que se trabaje firmemente en
este sentido - los países desarrollados, en primer lugar, están llamados a centrar
sus propias políticas en la erradicación de la pobreza extrema de muchos países y
en el logro de las Metas del Milenio».
Señalando que ya pasó el tiempo de las
simples promesas, el comunicado del Pontificio Consejo Justicia y Paz evoca las citas
de Bruselas, en 2001; de Monterrey, el año 2002, y de Johannesburgo en 2003. Cuando
los gobiernos renovaron el compromiso de destinar la cuota del 0,7 % de su propio
Producto interior bruto para la asistencia al desarrollo. Promesa que, sin embargo,
aún no se ha cumplido, por lo que ante este nuevo anuncio la Santa Sede reitera que
«todos tienen la responsabilidad de compartir el esfuerzo en favor de una nueva fase
de la convivencia internacional, basada en una renovada voluntad política y la movilización
de los recursos humanos y materiales para la realización de una auténtica solidaridad
y el desarrollo de todos los pueblos».