2007-08-14 15:04:55

Benedicto XVI dedica la catequesis de la Audiencia General a san Gregorio Nacianceno, gran teólogo y defensor de la Iglesia de los orígenes


Miércoles, 8 ago (RV).- “Sin Dios el hombre pierde su grandeza y sin Dios no hay verdadero humanismo”. Benedicto XVI durante la Audiencia General de esta mañana ha querido insistir sobre “el primado de Dios en nuestro mundo” y lo ha hecho a partir de una amplia catequesis sobre la figura de san Gregorio Nacianceno, teólogo del siglo IV y amigo personal de san Basilio.

El Papa había viajado en helicóptero desde Castelgandolfo a la Ciudad del Vaticano donde a las diez ha presidido la Audiencia en el Aula Pablo VI en la que han participado miles de peregrinos procedentes de todo el mundo. De san Gregorio Nacianceno, el Santo Padre ha señalado sus dotes de gran orador y defensor de la iglesia cristiana de los orígenes, “alma refinada y sensible, celebre por su elocuencia”. Del teólogo Gregorio, el Pontífice ha recordado también la gran espiritualidad y su profunda amistad con san Basilio con el que “parecía tener una sola alma en dos cuerpos”.

Citados los 5 grandes discursos teológicos del santo, célebres por la seguridad de la doctrina, la habilidad de razonamiento y el esplendor de la forma, el Pontífice ha comentado que para Gregorio Nacianceno la teología “no era sólo una reflexión puramente humana, fruto de complicadas especulaciones, sino que derivaba de una vida de oración y caridad”.  Escuchemos el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en española para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el aula Pablo VI: RealAudioMP3 “San Gregorio Nazianceno, Padre de la Iglesia del siglo IV, fue un ilustre teólogo, orador y defensor de la fe cristiana. De noble familia frecuentó las más celebres escuelas de su época. Poco después de su bautismo, Gregorio se orientó hacia la vida monástica: le fascinaban la soledad, la meditación filosófica y espiritual. En el año 381, mientras participaba en el segundo Concilio Ecuménico, fue nombrado Obispo de Constantinopla, asumiendo la presidencia del Concilio. Pero inmediatamente, al levantarse una fuerte oposición contra él, tuvo que dimitir. Volvió a Nacianzo y durante dos años dirigió aquella comunidad cristiana. Después se retiró definitivamente en soledad hasta su muerte, dedicándose al estudio y a la vida ascética. San Gregorio, llamado también el “teólogo”, afirma que la teología no es una reflexión puramente humana, sino que nace de una vida de oración y de santidad, de un diálogo asiduo con Dios. En el silencio contemplativo, entretejido de estupor ante las maravillas del misterio revelado, el alma descubre la belleza y la gloria divina.
Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española. En particular, saludo a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, que celebran su Capítulo General, a los seminaristas de la Diócesis de Granada, así como a los distintos grupos venidos de España, México y de otros países latinoamericanos. Que vuestra peregrinación a la tumba de los apóstoles Pedro y Pablo fortalezca vuestra fe y acreciente vuestro amor a la Iglesia. ¡Gracias por vuestra visita!
Como siempre antes de finalizar la audiencia el Papa se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Hoy recordamos la memoria de santo Domingo de Guzmán, incansable predicador del Evangelio, y mañana será la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith, copatrona de Europa. “Que estos dos Santos –ha dicho el Papa- os ayuden a vosotros, queridos jóvenes, ha tener siempre confianza en Cristo. Que su ejemplo os sostenga a vosotros, queridos enfermos a participar con fe en la potencia salvífica de su Cruz. Y que a vosotros, queridos recién casados, os anime a ser imagen luminosa de Dios, por medio de vuestra fidelidad recíproca”.
 
Como ha recordado el Papa hoy la iglesia celebra la fiesta de santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos también llamada “orden de los Predicadores”. Santo Domingo nació en Careruela, Burgos, en 1171. De una familia acomodada, sus padres se encargaron de que desde niño se formara en los más prestigiosos centros de estudios. A los 14 años, el joven Domingo descubrió su pasión por la teología, materia a la que se entregó de lleno. Por aquellos años, una gran hambruna sobrevino la región de Palencia. El corazón de Domingo no comprendía como a él no le faltaba nada mientras otros carecían de lo indispensable, de modo que entregó todo su ajuar a los pobres.

Un día acudió a él una mujer llorando porque su hermano había caído prisionero de los moros. A domingo no le quedaba ya nada que dar más que a si mismo, decidió venderse como esclavo para rescatar al desgraciado por el cual se le rogaba. Este hecho conmovió al Obispo de Osma, que rogó al joven santo de 24 años que aceptara en su catedral una canonjía. Un año más tarde fue ordenado sacerdote.

Viajó junto al obispo de Osma por Francia, Flandes e Inglaterra y fue en estas tierras donde Domingo quedó profundamente dolorido al ver que había grandes herejías. Empieza para él una nueva etapa en su vida. Se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, caminando descalzo y sin más ropa que la puesta.

Fundo la “Orden de los Predicadores”. Los también llamados “dominicos” estaban dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes incultas. Uno de estos discípulos se convertiría en una las lumbreras más grandes de la Iglesia universal: santo Tomás de Aquino.

La misión de los dominicos encontró grandes dificultades, pero la Virgen vino en su auxilio. Estando en Fangeaux, una noche de oración, Santo Domingo tiene una revelación donde, según la tradición, la Virgen le revela el rosario como arma poderosa para ganar almas.En 1217, el Papa Honorio III aprobó definitivamente la Orden de los Dominicos. Santo Domingo murió cuatro años más tarde y fue canonizado por Gregorio IX en 1234.







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