Memoria litúrgica de la Beata Virgen del Monte Carmelo
Lunes, 16 jul (RV).- Hoy se celebra la memoria litúrgica de la Beata Virgen del Monte
Carmelo a quien de forma particular veneraba Juan Pablo II: "También yo llevo sobre
mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen! –señaló en Pontífice
en más de una ocasión- Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos
los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que la veneran
filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer
del silencio y de la oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la
esperanza y de la gracia".
Pero quizá quienes más lleven cercano en su corazón
a Nuestra Señora del Carmen son los marineros ya que ella es la Patrona de los Mares.
El patronazgo de la Virgen del Carmen hacia los marineros se remonta al siglo XVIII,
cuando ya era muy popular la fiesta de la Virgen del Carmen en España. En aquel periodo
un almirante mallorquín impulsó su celebración entre la marinería que él dirigía.
Fue a partir de entonces cuando la marina española fue sustituyendo el patrocinio
de San Telmo por el de la Virgen del Carmen.
La orden carmelita nace con los
primeros monjes instalados en el valle del Monte Carmelo, que convivieron bajo una
primera regla que obtuvo en 1226 la aprobación del patriarca de Jerusalén y del Papa
Honorio III. La regla subrayaba vigorosamente el carácter de soledad y de huída del
mundo del modelo de vida monástica: los monjes debían vivir en celdas separadas, bajo
obediencia, castidad y pobreza, en silencio, oración y ayuno. Un planteamiento que
se ha mantenido en los rasgos fundamentales de la espiritualidad de la orden.
En
el mismo siglo XIII muchos monjes huyeron a Chipre, Sicilia, Francia e Inglaterra
a causa de los crecientes peligros de la invasión musulmana, mientras otros, intentaban
sobrevivir en Tierra Santa. Sin embargo, muy pronto, se formó una corriente en Inglaterra
y en otras partes de Occidente que deseaba adaptar la orden a la realidad occidental,
siguiendo el modelo de otras congregaciones religiosas como los franciscanos y los
dominicos. En 1247 el Papa Inocencio IV aprobó este cambio de estilo de vida, aunque
se abstenían de comer carne y continuaban guardando silencio, llevando un estilo de
pobreza y sobre todo, una gran devoción a la Virgen María.
Este amor mariano
les valió a los carmelitas el aprecio de todos los pueblos donde estaban instalados
y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en 1286 por el Papa Honorio IV.
En el mismo siglo XIII, uno de los monjes carmelitas, San Simón Stock, recibe de manos
de la mismísima Virgen María el escapulario, el símbolo de dicha congregación. Es
a partir de entonces cuando nace la imagen de la advocación de Nuestra Señora del
Carmen: el Niño y la Madre aguantando el escapulario, la figura típica de dicha devoción
mariana.
Desde siempre, los hermanos carmelitas, "calzados o sin calzar" han
estado al servicio de la sociedad desde los más diversos servicios caritativos, pastorales
y misioneros junto a su dimensión espiritual y contemplativa. Pero no podemos olvidar
aquí la rama femenina: las carmelitas, una orden que nació en los siglos XIII y XIV,
pero que no se organizó como comunidad hasta el 1450 cuando fundaron en Florencia
(Italia) el Monasterio de Santa María de los Ángeles.
Santa Teresa de Jesús
impulsó en España una reforma en la congregación para llevar a cabo una vida de clausura
estricta y de oración profunda. El 7 de febrero de 1562, la santa obtuvo autorización
para la erección del Monasterio de San José de Ávila, que se abrió el 24 de agosto
de 1562. En él, se siguió la observancia de la regla que ella consideraba "primitiva"
y que fue aprobada por Inocencio IV en 1247. En la obra "Camino", escrita por Santa
Teresa de Jesús, se destaca la forma de vivir de estas monjas:
Santa Teresa
fundó 16 monasterios: Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Salamanca y Alba
de Tormes, entre otros. A parte de San Juan de la Cruz, el Padre Gracián fue junto
a Santa Teresa los impulsores de esta reforma femenina conocida también bajo el nombre
de "carmelitas descalzas". El espíritu de Santa Teresa fue difundido fuera de España
y se abrieron muchos conventos en diferentes países de Europa. De entre muchas monjas
que formaron parte de las carmelitas descalzas cabe señalar a Santa Teresa del Niño
Jesús, también conocida como Teresa de Lisieux (1873-1897) y a Santa Edith Stein (1891-1942).
Con
este recorrido por la orden Carmelita les dejamos para que dediquen una oración a
la Beata Virgen del Monte Carmelo.