Santa Sede: la erradicación de la pobreza, compromiso moral urgente y prioritario
para la comunidad internacional en favor de la paz
Sábado, 14 jul (RV).- La Santa Sede reitera sin cesar que «la erradicación de la pobreza
es un compromiso moral». Y que esta meta «es una tarea imprescindible para liberar
a millones de personas del sufrimiento y la marginación», para impulsar «la paz entre
los pueblos» y para otorgar a los individuos y a las comunidades «la legítima libertad
que les corresponde de tutelar su dignidad y de contribuir activamente en el logro
del bien común, para toda la familia humana». Lo ha recordado en Ginebra el Observador
Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de la ONU y de las Instituciones Internacionales.
En
su intervención ante la reunión ministerial sobre el proyecto del programa del trabajo
básico del Consejo Económico y Social de la ONU, el Arzobispo Silvano Tomasi recordó,
una vez más, que «la Santa Sede considera que el problema urgente de la pobreza merece
la mayor atención y prioridad» e hizo hincapié en la responsabilidad de toda la comunidad
internacional en la promoción del verdadero desarrollo humano integral.
Señalando
que en el actual momento histórico de la evolución económica, el proceso de la globalización,
el impacto mundial de la tecnología y la difusión instantánea de la información deben
ser utilizados para impulsar las legítimas aspiraciones de los pueblos - y en particular
de los jóvenes - en todo lo que respecta a una vida humana digna, Mons. Tomasi recordó
que cuando se frustran estos anhelos la sociedad afronta el riesgo de reacciones violentas
y se pone en peligro la paz de todos.
Deplorando la persistencia de áreas de
pobreza, en particular en varias regiones de África y de Asia – y ello a pesar de
los avances en importantes sectores de la economía, de la ciencia y de la tecnología
– el representante de la Santa Sede insistió en la urgencia de afrontar el flagelo
de la pobreza en todos sus frentes. La cancelación de la deuda externa de los países
pobres tiene que ser implementada con programas e iniciativas que generen trabajo,
que contemplen estrategias de educación y formación y que abarquen la tutela de la
salud.
Sin olvidar la importancia de la lucha contra la corrupción, Mons. Tomasi
reiteró que la Santa Sede señala sin cesar que «al tiempo que los gobiernos de los
países pobres tienen su propia responsabilidad en lo que respecta a la gestión de
los bienes y a la administración, para lograr la erradicación de la pobreza es indispensable
también que toda la comunidad internacional trabaje firmemente en este sentido». «Se
trata de un deber y de una responsabilidad moral incondicional, que se funda en la
unidad de la familia humana, en la dignidad común y el destino de todos los pueblos
– ricos y pobres – sin distinción de raza, religión y cultura».