Escuchar el programa Viernes, 13 jul
(RV).- En diversos programas hemos insistido en la importancia de la confianza y la
comunicación en las relaciones interpersonales, ya que son estos factores los que
definitivamente nos dan armonía y estabilidad. Sin embargo, pareciera que la rutina
diaria, el ritmo acelerado en el que vivimos, los múltiples roles que cumplimos hacen
que esa comunicación y confianza tan necesarias sean cada vez más difíciles e incluso
ausentes.
Y la ausencia de comunicación, la falta de confianza en las otras
personas genera inseguridades, temores que se expresan de múltiples formas. Algunos
hombres, por ejemplo, prohíben a las parejas salir con sus amistades. O aquellas mujeres
que revisan las carteras de sus compañeros para hallar un documento “comprometedor”,
todos aquellos que a escondidas revisan los mensajes celulares de sus parejas, son
todos estos comportamientos típicos de las personas celosas.
Y no cabe duda,
que estas actitudes por lo general no aportan nada bueno a una relación, la verdad
son situaciones que en una gran mayoría de ocasiones constituyen uno de los principales
factores de rompimiento de las relaciones, provocando distancias y alejamientos del
ser amado en vez de atraerlo.
Como ya lo decíamos, los temores, la inseguridad,
incluso la baja autoestima son factores que influyen en las personas celosas. Y es
necesario reconocer igualmente que otro componente que tienen las personas celosas
es la educación que recibieron en el hogar, las actitudes de la familia determinan
también los comportamientos que a futuro tenemos en las relaciones de pareja. Algunos
psicólogos señalan que algunas personas piensan que si no tuvieron suficiente amor
dentro del seno familiar, lo podrán conseguir en una relación sentimental.
Es
casi normal que exista algo de celos en todas las personas, particularmente por el
sentido de pertenencia que se tiene con la persona que se ama. Lo malo es cuando este
sentimiento de pertenencia, casi natural, se convierten en situaciones asfixiantes,
en actitudes de control, y lo que puede percibirse como una pertenencia natural, se
convierte en posesión al punto de deteriorar las relaciones, y generar incluso la
separación.
Hay que reconocer que estos sentimientos se presentan también
porque en la sociedad actual prevalece la idea de que “entre más esté con su pareja,
hay más amor”. Pero esto no siempre es así, porque muchas personas convierten esta
presencia constante en una dependencia de la pareja.
La persona celosa puede
incluso descuidar su propia vida, sus rutinas, intereses y gustos por estar pendiente
de lo que hace la otra. Ya esto es peligroso, porque se crea un sentimiento de persecución
y un deseo de controlar a la otra persona.
Pero, ¿cuándo los celosos pueden
volverse posesivos? Algunos psicólogos señalan que los celos no son exclusivos de
las relaciones sentimentales. Entre los profesionales es común que se restrinjan las
informaciones del puesto de trabajo con el afán de evitar que el compañero sobresalga
en la empresa, por ejemplo. También entre los amigos se dan escenas de celos, que
pueden ser inofensivos, pero si no se controlan se puede incluso perder las amistades.
Ninguna
persona debe depender de otra para ser feliz. Por el contrario, ese sentimiento debe
ser un compromiso que cada cual tiene con uno mismo, pues cada persona es responsable
de ser feliz por sus propias actuaciones y decisiones. De ahí la importancia de que
cada uno de nosotros reconozca, encuentre su propio espacio en la familia, en la sociedad,
en el ámbito laboral.