2007-07-12 16:27:39

Santa Sede/Foro Global sobre Migración y Desarrollo


Jueves, 12 jul (RV).- La Santa Sede reitera la necesidad de tutelar la dignidad humana tanto de los emigrantes como de los pueblos que les reciben. Porque «los seres humanos no son primaria o únicamente un factor económico, sino que están dotados de una innata dignidad y de iguales e inalienables derechos».

En su intervención ante el Foro Global sobre Migración y Desarrollo, que concluyó ayer en Bruselas, el secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, que encabezaba la delegación de la Santa Sede, hizo hincapié en la actual conexión entre migración y desarrollo y en la necesidad de impulsar el logro del bien común universal. Es decir, en favor de toda la familia humana.

Tras recordar que el desarrollo auténtico e integral de los seres humanos nunca es en detrimento de la dignidad humana, el arzobispo Agostino Marchetto subrayó, una vez más, la necesidad de que se promueva el respeto de las exigencias morales, culturales, espirituales y religiosas de los individuos y de las comunidades.

Destacando asimismo que las personas tienen derecho a vivir en paz y dignamente en su propio país, Mons. Marchetto recordó la responsabilidad de los estados de esmerarse en promover el desarrollo nacional, de forma que sus propios ciudadanos no se vean obligados a dejar su patria, buscando desesperadamente una vida digna por doquier.

Alentando a no olvidar que los emigrantes contribuyen al bienestar del país que los acoge, y que su dignidad humana debe ser respetada, Mons. Marchetto enumeró las libertades que deben ser garantizadas. Como «el derecho a una vida digna, a un trato correcto en su trabajo, al acceso a la educación, a la salud y a los demás servicios sociales, a desarrollar sus propias capacidades, a crecer desde un punto de vista humano, a manifestar libremente la propia cultura y a practicar su religión».

Tampoco podemos olvidar que los «derechos y deberes van juntos». afirmó Mons. Marchetto, recordando asimismo que los emigrantes tienen también el deber de respetar la identidad y las leyes del país donde residen, de impulsar una justa integración en la sociedad que les acoge y de aprender su lengua. Deben favorecer la estima y el respeto por el país que los recibe, hasta llegar a amarlo y defenderlo.

El secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes alentó a no desfallecer en la búsqueda de soluciones para la sufrida situación de los emigrantes que se hallan en situación irregular. Abogando por una mayor cooperación internacional, el arzobispo Marchetto concluyó renovando el llamamiento que - en su mensaje para la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados de este año - Benedicto XVI dirige a los gobiernos que aún no lo han hecho, para que ratifiquen la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores emigrantes y de sus familiares.







All the contents on this site are copyrighted ©.