2007-07-04 16:55:27

Julio: Intención general para el Apostolado de la Oración


Miércoles, 4 jul (RV).- «Para que todos los ciudadanos - individualmente y en grupo – tengan la posibilidad de participar activamente en la vida y la gestión de la cosa pública por el bien de todos». Es la Intención General que Benedicto XVI presenta para este mes de julio.

Y para reflexionar sobre esta Intención recordamos algunas partes del denso discurso que Benedicto XVI pronunció en el santuario mariano de Aparecida, al inaugurar la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Refiriéndose a la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo, el Santo Padre hizo hincapié en que «los pueblos latinoamericanos y caribeños tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia».

Para estos pueblos - recomendó Benedicto XVI - «sus Pastores han de fomentar una cultura de la vida que permita», como decía su predecesor Pablo VI, «pasar de la miseria a la posesión de lo necesario, a la adquisición de la cultura… a la cooperación en el bien común… hasta el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin» (Populorum progressio, 21).

En este contexto, el Papa quiso recordar la Encíclica “Populorum progressio”, cuyo 40 aniversario se conmemora este año. «Este documento pontificio pone en evidencia que el desarrollo auténtico ha de ser integral, es decir, orientado a la promoción de todo el hombre y de todos los hombres (cf. n. 14), e invita a todos a suprimir las graves desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a los bienes. Estos pueblos anhelan, sobre todo, la plenitud de vida que Cristo nos ha traído: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural».

Reiterando que - «nos concierne a todos» - «el modo en que la Iglesia, iluminada por la fe en Cristo, debe reaccionar ante estos desafíos», Benedicto XVI destacó que «es inevitable hablar del problema de las estructuras, sobre todo de las que crean injusticia». Puesto que «las estructuras justas son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad».

Las estructuras justas son – enfatizó Benedicto XVI - una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal.

Las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social. Son una cuestión de la recta ratio y no provienen de ideologías ni de sus promesas. Ciertamente existe un tesoro de experiencias políticas y de conocimientos sobre los problemas sociales y económicos, que evidencian elementos fundamentales de un estado justo y los caminos que se han de evitar. Pero en situaciones culturales y políticas diversas, y en el cambio progresivo de las tecnologías y de la realidad histórica mundial, se han de buscar de manera racional las respuestas adecuadas y debe crearse – con los compromisos indispensables – el consenso sobre las estructuras que se han de establecer.

Benedicto XVI terminó su discurso con una oración “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado” (Lc 24, 29). Esta fue la parte de su ruego que se enlaza con la Intención General que nos presenta para este mes de julio:

Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.
Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti.

Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas. ¡Oh, buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!







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