Cultura y Humanismo: Jornada de Responsabilidad en el Tráfico 2007
Miércoles, 4 jul (RV).- Este pasado domingo, 1 de julio, la Iglesia en España celebró
la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Este año, ha estado dedicada a los niños,
para que desde pequeños aprendan, sobre todo de sus padres, cuales son las normas
de circulación y así protegerles a ellos mismos y a los demás.
Entre las recomendaciones
realizadas para los padres, no sólo en esa jornada, sino durante su proceso de enseñanza
a los hijos, la Iglesia en España propone principios que parecen básicos, pero que
por desgracia muy pocas veces vienen aplicados, como son dar buen ejemplo a los niños
más pequeños cruzando sólo cuando se puede, no jugar cerca de los coches, ir siempre
bien sentados y con el cinturón en el coche, tener mucho cuidado al bajarse y aprender
a circular en bicicleta.
Éste es precisamente el mensaje que quiso lanzar el
Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes al presentar, a finales del mes
pasado, sus “Orientaciones para la Pastoral de la Carretera”. En el documento se pone
sobre aviso ante la prepotencia de algunos conductores, su egoísmo, la falta de respeto
del código de la circulación y de la vida, “que puede llevar hasta el homicidio”.
Los
Papas han expresado siempre su preocupación por los accidentes de tráfico y la conducción
imprudente, muestra de ellos son las palabras que el Papa Pablo VI dirigió al Automóvil
Club de Italia: “¡Cuán penoso es constatar que los progresos hechos en este sector,
a parte de toda buena voluntad, son desgraciadamente descuidados con frecuencia! –exhortó
el Pontífice- El hermano mata todavía al hermano, no sólo en los focos bélicos del
mundo, sino también en las carreteras cuando descuida la severa observancia de las
normas relativas a la circulación vial”.
En este sentido el Pablo VI invitaba
a elevar la voz firmemente para pedir a todos los hombres de buena voluntad que contribuyan
a hacer de tal manera que la tradición civil y cristiana, inspirada en los valores
del Evangelio, de la fraternidad, la amabilidad, el respeto mutuo, la ayuda recíproca
entren más a fondo y se vuelvan finalmente visibles también en este sector, sometido,
como cualquier otro de la vida humana, a las precisas normas de la Ley de Dios y de
la conciencia moral. “Animamos a las Autoridades y a las Asociaciones que, como la
vuestra, se dedican a tan noble objetivo –dijo Pablo VI- e invitamos a no perder el
ánimo, confiados en que la innata nobleza del hombre sabrá afirmarse siempre más en
la educación vial”.
Y es que, en medida más o menos amplia, todos somos usuarios
de la carretera, mucho más que en el pasado, gracias a la mecanización y a las multiformes
exigencias, como señala el Pontificio Consejo para la pastoral de los Migrantes e
Itinerantes en su Pastoral para la carretera, que promueve precisamente la exaltación
de los valores cristianos frente al frenetismo, el estrés, la aceleración de nuestros
días. Porque es tan fácil como querer al prójimo para evitar accidentes. Querer al
prójimo significa obrar con el ejemplo, no beber cuando se va a coger un coche, socorrer
al necesitado, mantener la calma y no peder los papeles ante situaciones que podrían
llevarnos a ello.
Terminamos este programa de hoy dedicado a la Cultura y
al Humanismo recordando a san Lucas: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y
cayó en manos de unos bandidos [...]. Un samaritano, que estaba en camino, pasando
al lado lo vio y se apiadó de él” (Lc 10, 30b-33).