2007-07-03 12:23:56

Horizontes positivos para la Iglesia de China


Lunes, 2 jul (RV).- El pasado sábado se hacía pública la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos, en la que el Papa hace un llamamiento a la unidad de la Iglesia en ese país y a la reconciliación con sus autoridades. La carta asegura la disponibilidad al diálogo con las autoridades civiles y subraya que no quiere provocar interferencias en asuntos políticos. Al mismo tiempo, confirma la posición de la Iglesia sobre la libertad religiosa.

Por lo que se refiere a los aspectos de la vida de la Iglesia, la carta papal reconoce la «situación de fuertes contrastes que afectan a los laicos y los pastores», ocasionada sobre todo por el papel de la Asociación Patriótica Católica China, organismo creado por las autoridades comunistas que no reconoce el papel del Papa. Los pastores y fieles que no se reconocen en esta Asociación están obligados a vivir la fe en la clandestinidad.

El documento recuerda que la unidad de la Iglesia en las diferentes naciones exige que cada obispo esté en comunión con los demás obispos y todos, a su vez, en comunión visible y concreta con el Papa.

Horizontes positivos para la Iglesia de China
P. Juan José Fernández Ibáñez

Dos lecturas, una explícita y pastoral, y otra derivada de las imprescindibles repercusiones políticas y diplomáticas. La primera lectura reafirma la voluntad de poner todos los medios para salir de situaciones de dolor y enfrentamiento dentro de la Iglesia; es un mensaje inherente al anuncio del Evangelio. Benedicto XVI evita cualquier acusación o frases que subrayen tensiones. Si hay diferencias, éstas pueden ser asumidas buscando soluciones y tendiendo la mano. Cosa que hace el Papa no sólo cuando se dirige a los cristianos, sino a las autoridades civiles.

La Carta reconoce que no hay desunión en la fe y la situación actual no ha sido provocada por posiciones doctrinales; considera a la Iglesia en China como única Iglesia, profundamente deseosa de unión con el Papa; la aparente división proviene de circunstancias externas, como pueden ser la situación de limitaciones de la libertad. No obstante, el valor de la comunión eclesial, ha de estar por encima de cualquier otro interés. Esta comunión ha de ser realizada bajo la figura y la misión del Obispo en la comunidad diocesana, como encargo recibido de la tradición apostólica. De ahí la frase: “nada sin el Obispo”. La comunión de cada obispo con los demás obispos y todos en comunión visible con el sucesor de Pedro es central para el anuncio del evangelio.

Una pasión por la caridad y la verdad pretende ser la guía para afrontar los problemas y en este contexto se inscribe el mensaje explícito a todos los católicos de China. Y esa misma pasión por la caridad y la verdad es la que determina las repercusiones políticas que pueda tener esta Carta Pastoral. Si aspiramos a superar la división –sea esta aparente o formal- entre la Iglesia reconocida por el gobierno y la llamada clandestina, el Santo padre hace un gesto de tender la mano al gobierno de la Republica Popular China. Y en este sentido afronta el tema del nombramiento de obispos, y lo afronta con una propuesta concreta hacia el diálogo que pueda incluir la elección de los candidatos, la publicación del nombramiento y su reconocimiento por las autoridades civiles.

Aunque no haya sido de una manera oficial, parece que el Gobierno chino ha recogido el guante en la línea de apostar por un diálogo franco y constructivo con el Vaticano. La solución de esos problemas a que alude la Santa Sede sobre la incompatibilidad de las doctrinas –la Vaticana referida a la Iglesia y la del gobierno de Beijing- puede entrar en vía de solución a una situación que se arrastra desde el año 1951.







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