Preocupación y pena del Papa por la “delicada situación en Oriente Medio” y llamamiento a “quienes poseen responsabilidades específicas" para que se garantice la paz, "liberándola de la enfermedad mortal de la discriminación religiosa, cultural, histórica o geográfica”

Jueves, 21 jun (RV).- Benedicto XVI ha expresado su pena y preocupación por la delicada situación en Oriente Medio, donde continúa ofendiéndose a la implorada y esperada paz. El Santo Padre ha manifestado su preocupación durante la audiencia a los participantes en la Asamblea de la ROACO, la Reunión de Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales que está celebrando estos días su reunión anual.

“Es una ofensa al corazón de los individuos y compromete las relaciones interpersonales y comunitarias. La debilidad de la paz se agudiza ulteriormente con motivo de injusticias antiguas y nuevas. De esta forma ésta se apaga dejando espacio a la violencia, que a menudo degenera en una guerra más o menos declarada, y termina por constituir, como en la actualidad, un apremiante problema internacional”.

El Pontífice ha expresado su deseo de apelar de nuevo al corazón de Dios, junto a los miembros de la ROACO, para pedir con inmensa esperanza el don de la paz. “Llamo también al corazón de quienes poseen responsabilidades específicas para que se adhieran al serio deber de garantizar la paz para todos indistintamente, liberándola de la enfermedad mortal de la discriminación religiosa, cultural, histórica o geográfica”.

Para el Papa si se alcanza “la paz, toda la tierra encontrará de nuevo su vocación y misión de casa común para cada pueblo y nación, gracias al compromiso compartido de un diálogo siempre sincero y responsable”. Y en este contexto Benedicto XVI ha asegurado una vez más que Tierra Santa, Irak y El Líbano están presentes en la oración y en la acción de la Sede Apostólica y de toda la Iglesia, con la urgencia y la constancia que merecen.

Benedicto XVI ha pedido además a la Congregación para las Iglesias Orientales y a cada una de las Obras relacionadas con ella, que confirmen la misma deferencia para hacer más incisiva la cercanía y la intervención en favor de tantos hermanos y hermanas nuestros. “Que ellos sientan desde ahora el consuelo de la fraternidad eclesial y, puedan pronto vislumbrar el despuntar de los días de la paz”.

El Pontífice, además, ha renovado su pésame al Patriarca caldeo, presente en esta audiencia, por el bárbaro asesinato de un sacerdote y tres subdiaconos el pasado día 3 de junio en Irak. Toda la Iglesia acompaña con afecto y admiración a todos sus hijos e hijas y los apoya en estos momentos de auténtico martirio por el nombre de Cristo. Benedicto XVI ha abrazado con la misma intensidad al representante pontificio y a los pastores provenientes de Israel y Palestina, para que lo transmitan a sus propios fieles, como refuerzo para su probada esperanza.

El Santo Padre ha abordado también el tema de la unidad de los cristianos, y en este sentido refiriéndose a la “irreversibilidad de la elección ecuménica” y la “inderogabilidad de la religiosa”, ha subrayado que ambas “extraen su alimento del movimiento eclesial” y son “expresiones de la misma caridad, la única capaz de estimular los pasos del diálogo y de abrir horizontes inesperados”.

El Papa ha pedido al Señor que acelere el día de la plena unidad entre los cristianos y el de una serena convivencia interreligiosa animada por el respeto recíproco, “huyendo de cualquier forma de indiferentismo, y sin eludir nunca en el ejercicio de la caridad, la misión de la comunidad católica local”.

“El alimento de la verdad nos empuja a denunciar las situaciones indignas del hombre, en las que se muere por falta de alimento, a causa de la injusticia y de la explotación, y nos da nuevas fuerzas y valor para trabajar sin descanso para la construcción de la civilización del amor. La inspiración eucarística de nuestras acciones interpelará profundamente al hombre, el cual no puede vivir sólo de pan, para anunciarles el alimento de la vida eterna, preparado por Dios en el Hijo Jesús”.