“El alma de los amigos de Dios descansa en la paz de su corazón”: Benedicto XVI preside
en la Basílica Vaticana la liturgia de exequias por el difunto cardenal Angelo Felici
Miércoles, 20 jun (RV).- Con un rito solemne y conmovido en el altar de la basílica
de San Pedro, Benedicto XVI presidio ayer las exequias del cardenal Angelo Felici,
que falleció el pasado domingo en Roma a los 88 años de edad. En su homilía, el Papa
recordó la vida del purpurado y su largo servicio a la Santa Sede, primero como diplomático
y después como prefecto para la congregación para las causas de los santos y de presidente
de la pontifica comisión “Ecclesia Dei”
“Quien come mi carne y bebe mi sangre
tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el ultimo día”. Estas palabras del Evangelio
de Juan “con sentimientos de afecto y de reconocimiento” guiaron el último saludo
del Papa al cardenal Felici.
“La conciencia de que en la Eucaristía estamos
misteriosamente participando de la muerte y resurrección del Señor, creyendo firmemente
que Dios prepara para sus siervos buenos y fieles el premio de la vida que no tiene
fin. Esta ha sido la fe que ha guiado la larga y fecunda existencia sacerdotal del
cardenal Felici”.
El Santo Padre recorrió la vida del purpurado ordenado sacerdote
en 1942 cuando no tenía todavía 23 años. Servidor fiel de la sede apostólica y estrecho
colaborador del sucesor de Pedro, el cardenal Felici desempeñó muchos encargos, entre
ellos el de Pronuncio apostólico, en los Países Bajos y representante pontificio en
Portugal. En los últimos años de su existencia terrenal, desempeñó el cargo de prefecto
de la Congregación para la Causa de los santos hasta el año 95, y hasta el 2000 como
presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Para describir el trabajo desarrollado,
el Santo Padre citó las palabras que Juan Pablo II escribió del purpurado en ocasión
de su 50 aniversario de sacerdocio y 25 de episcopado, poniendo de relieve su escrupuloso
sentido del deber.
“Su ministerio episcopal, afirmaba el Papa, estuvo dedicado
al bien de los fieles, a la misión benéfica de los Romanos Pontífices y de la Sede
Apostólica. Ahora queremos dar gracias al Señor por la abundante mies de frutos apostólicos
que él, con la ayuda de la gracia divina, ha podido recoger en los varios ámbitos
de su iluminada y preciosa actividad laboral y diplomática.”
“Las almas de
los justos están en las manos de Dios”, está escrito en el Libro de la Sabiduría,
y Benedicto XVI lo recordó, invitando a todos los fieles a tener confianza en el “Dios
de la Vida”: “Si, las almas de los amigos de Dios descansan en la paz de su corazón.
Que esta certeza, que siempre debemos alimentar, sea constante llamamiento a permanecer
vigilantes en la oración y a perseverar humilde y fielmente en el trabajo al servicio
de la Iglesia”.
Antes de encomendar al cardenal Felici a María, “Madre tierna
y diligente”, el Papa recordó que entre los papeles y documentos del purpurado se
ha encontrado una imagen de la Mater Salvatoris, con una invocación en su reverso,
escrita por el mismo cardenal Felici.
“Espero en Ti, Señor, y en tu Santísima
Madre; para que no sea confundido eternamente. ¡Cuántas veces habrá repetido las palabras
de esta oración escrita de su puño y letra en previsión de su último viaje!”
Palabras
que podemos considerar, concluyó el Papa, como “el testamento espiritual que el cardenal
Felici nos deja: palabras que hoy nos ayudan a reflexionar y a rezar”.