2007-06-17 19:12:17

El Papa invita en Asís a los jóvenes a seguir a san Francisco en su compromiso con la paz en un mundo tan necesitado de ella y del diálogo interreligioso, patrimonio común e irrenunciable de la sensibilidad cristiana


Domingo, 17 jun (RV).- Benedicto XVI ha invitado a los jóvenes en Asís a seguir a san Francisco en su compromiso con la paz, un aspecto de su vida de gran actualidad, en un mundo que tiene tanta necesidad de paz y no consigue encontrar el camino. El Santo Padre ha celebrado un multitudinario encuentro con los jóvenes, en la plaza de la Basílica de santa María de los Ángeles, a quienes ha querido subrayar la importancia del diálogo interreligioso, que tras el Concilio Vaticano II, se ha convertido en patrimonio común e irrenunciable de la sensibilidad cristiana.

Y es en este sentido en el que Francisco puede ayudarnos a dialogar auténticamente, sin caer en una actitud de indiferencia en relación a la verdad o en la amortiguación de nuestro anuncio cristiano. Hablando de Francisco como hombre de paz, de tolerancia, de diálogo, el Papa ha evidenciado que esta esencia suya nace siempre de la experiencia de Dios-Amor. Su mismo saludo de paz no es casualmente una oración: “Que el Señor te dé la paz”.

El Santo Padre ha exhortado a los numerosos jóvenes a dejar que Francisco hable a sus corazones, porque “es el momento de ver la historia de este tercer milenio, apenas comenzado, como una historia que necesita desesperadamente la levadura del Evangelio”. Junto al Francisco, hombre de paz, el Pontífice ha hablado a los jóvenes del amor del santo por Jesús, que como círculos concéntricos se dilata no solo por la Iglesia sino sobre todas las cosas.

“De aquí nace el Cántico de las Criaturas, donde reside el esplendor de la Creación: desde el hermano Sol a la hermana Luna, desde la hermana Agua al hermano Fuego. Su mirada interior se vuelve tan pura y penetrante que se vislumbra la belleza del Creador en la belleza de las criaturas: El Cántico de Hermano Sol, antes de ser una página sublime de poesía, es una invitación implícita a respetar la creación, es una oración dirigida al Señor”.

Esta reunión del Papa con los jóvenes ha sido el culmen de esta jornada por la atracción especial que ejerce san Francisco sobre los jóvenes. Un joven Francisco, que durante 25 años vivió de forma alegre y dispendiosa, enfatuado en la vanidad y en la ambición, con ansias de gloria y aventuras. Benedicto XVI ha comparado esta fase de la vida de san Francisco con la vida de tantos jóvenes de hoy:

“Hoy incluso existe la posibilidad de divertirse más allá de la propia ciudad. Las posibilidades de diversión durante los fines de semana atraen a tantísimos jóvenes. Además se puede navegar virtualmente por Internet, buscando informaciones o contactos de todo tipo. Pero por desgracia tampoco faltan – y son muchos, demasiados – los jóvenes que buscan paisajes mentales, tan fatuos como destructivos, en los paraísos artificiales de la droga”.

Benedicto XVI ha subrayado en este sentido que bajo esta forma de vida reside el deseo de felicidad que habita en cada corazón humano. Y recordando que Francisco tampoco la encontró, porque “la verdad es que las cosas efímeras pueden proporcionar alegría, pero sólo el Infinito puede llenar el corazón”.

Otra de las características que Francisco compartió con la actualidad era su vanidad, que ahora se traduce en “imagen”. “Para tener un mínimo de éxito – ha dicho el Papa- necesitamos presentarnos ante los demás con algo original..., la expresión de un inocente deseo de ser bien aceptados... En realidad centrar la vida sobre sí mismo es una trampa mortal; sólo podemos ser nosotros mismos si nos abrimos al amor, amando a Dios y a nuestros hermanos”.

Otro de los problemas de la condición juvenil es la dificultad de construirse un futuro, y sobre todo la dificultad de discernir la verdad. “Una pregunta que atraviesa ampliamente la sociedad y la cultura actual, ha dicho Benedicto XVI”.

“Como le paso a Francisco; Cristo habla también a nuestro corazón. Nos arriesgamos a pasar toda una vida ensordecidos por voces fragorosas pero vacías, nos arriesgamos a no oír su voz, la única que cuenta, porque es la única que salva. Nos contentamos con fragmentos de verdad, o nos dejamos seducir por verdades que solo lo son en apariencia. No nos podemos maravillar después si nos encontramos en un mundo contradictorio, que, teniendo tantas cosas bellas, tan a menudo desilusiona, con sus expresiones de banalidad, de injusticia, de violencia. Sin Dios, el mundo pierde su fundamento y su dirección de marcha”.







All the contents on this site are copyrighted ©.